«Es un honor y un privilegio poderme vacunar. Hay enfermos que llevan toda la vida esperando una vacuna»

"Viví las intoxicaciones por el aceite de colza, he trabajado con enfermos de SIDA y he visto de cerca el temor al contagio"
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Después de haber sido la primera cántabra en vacunarse contra el Covid, hoy, Dolores Luzuriaga recibía la segunda dosis.

Trabajadora durante toda su vida en el sector sanitario, Dolores habla con la autoridad que le da su bagaje profesional. Por eso, no duda en recomendar la vacunación a todo el mundo: «por supuesto que lo recomiendo. Siempre que no existan problemas de salud que lo desaconsejen, es importante vacunarse. Es una solución que está en nuestras manos y es también una cuestión de solidaridad con el resto de las personas. Es importante inmunizarse por lo que supone para cada uno, pero también por los demás. Cada uno de nosotros somos un granito pequeño de arena, pero podemos aportar mucho al entorno en que nos movemos, eso, a mí, me parece muy importante», explica para EL FARADIO.

Dolores Luzuriaga tiene 72 años y es usuaria del Centro de Atención a la Dependencia de Cueto, donde este miércoles, residentes y trabajadores han recibido la segunda dosis de la vacuna de Pfizer. «Se vacuna hoy a aquellos trabajadores y residentes que se pusieron la primera dosis los días 27, 28, 29 y 30 de diciembre. Son 304 personas. Aquí nadie ha referido ningún efecto secundario de la primera dosis y estamos todos esperando a que la cobertura continue y podamos tener todas las defensas posibles contra el Covid para llevar a tener una vida más normalizada, sobre todo en un centro como el nuestro en el que se han reducido visitas, actividades, salidas y entradas algo que para ellos es perjudicial y se nota en el día a día de cada uno», explica Nicolás Peña, director del centro.

«UN PRIVILEGIO»

«Un pinchacito y punto», eso es lo que Dolores nos cuenta que ha sentido al vacunarse esta mañana. En el transcurso de nuestra conversación, recuerda enfermos con los que ha trabajado a lo largo de su vida, que todavía están esperando una vacuna. «Yo viví las intoxicaciones por el aceite de colza, he trabajado con enfermos de SIDA y he visto de cerca el temor al contagio, por eso, ahora me parece un honor poderme poner esta vacuna. Es algo muy positivo y es fruto del trabajo intenso y profesional de científicos y médicos, por lo que a mí no me suscita ninguna duda», afirma.

Estas Navidades reconoce que le hubiese gustado pasarlas con su familia, pero le recomendaron quedarse en la residencia para evitar contactos externos así que se quedó allí como hicieron otros muchos residentes. Dolores asegura que ahora que está vacunada, se siente más tranquila, pero reconoce que en la residencia se ha sentido bastante segura porque hay unos protocolos estrictos para evitar la propagacion del virus.

Ahora le han dicho que hay que esperar siete días, para que la vacuna haga su efecto y se consiga la inmunidad. Después, reconoce que irá más tranquila cuando salga con sus amigas, «si voy a una terraza a tomar algo, o a algun espectáculo, pues no sentiré ese temor del posible contagio ante la proximidad con otras personas, saldré más tranquila con mis amigas  y, ellas por su parte, ya no se sentirán preocupadas por mi proximidad», explica.

Tras toda una vida en el sector sanitario, Dolores siempre fue una mujer muy activa. «Yo  era montañera, todos los fines de semana cogía la mochila y me iba de ruta; he bailado flamenco y tenía mi grupo; por las tardes, hacía taichí, siempre tenía un montón de actividades pero tras mi jubilación, una enfermedad me alejó de todo eso y ahora vivo en la residencia. Me tratan bien, con mucho afecto y estoy muy a gusto de cómo trabaja la gente a mi alrededor».

AGRADECIMIENTOS

Ahora que ha visto el sector desde los dos lados, quiere agradecer a todo el mundo que está ahí: » Quiero reconocer el trabajo de las auxiliares, que son como el alma, pasan desapercibidas, pero son las que mueven todo. En general, hay que agradecer el trabajo de todo el mundo que nos hace la vida más fácil, desde la dirección, personal de mantemimiento, asistentes sociales, fisio, terapeuta ocupacional, todos los santarios, limpiadores, personal de recepción…. todos aportan mucho a nuestras vidas», reconoce.

Angeles Zamora es otra  de las residentes que hoy ha recibido la segunda dosis en el CAD de Cueto. «Yo estoy bien, bueno, para ir tirandillo después de esto que está pasando, porque hay que ver lo que está pasando por todas partes. Qué bien que, por lo menos, ya estoy vacunada», nos dice.

Si algo tiene Angeles es experiencia vital, «yo había visto otras veces cosas así de enfermedades contagiosas, lo de las vacas locas, lo de la gripe aviar, pero esto es increíble. Yo creo que todavía nos queda mucho tiempo con la mascarilla puesta». Reconoce que todavía alguna vez se le olvida ponérsela, pero no duda de su efectividad, para reducir contagios. Igual que la vacuna. Ella es la primera de sus hermanos en ponérsela y confía en que pronto esté todo el mundo vacunado «y la normalidad vuelva, poco a poco, a nuestras vidas».

 

LA SEGUNDA DOSIS

Esta segunda dosis, necesaria para completar la inmunización, se ha dispensado a residentes y trabajadores del Centro de Atención a la Dependencia (CAD) de Cueto. En total, 304 personas que recibieron la primera vacunación los días 27, 28, 29 y 30 de diciembre son los que han comenzado con la dosis de recuerdo frente al COVID-19, de los cuales 140 son residentes y, el resto, trabajadores del centro.

El protocolo de esta última fase se ha desarrollado sin ningún tipo de incidencia, una vez que la vacuna ha llegado al centro residencial en torno a las nueve y media de la mañana en una ambulancia del servicio de emergencias 061, con un equipo de enfermería, custodiado por un vehículo policial.

El segundo de los residentes que ha recibido la inyección ha sido Fernando Aranda, que ha reconocido sentirse “estupendamente, encantado y muy tranquilo”, segundos después de recibir la segunda inyección de Pfizer.

Por su parte, el director del CAD de Cueto, Nicolás Peña Sarabia, ha señalado que estaban “deseando pasar a la segunda fase de la vacunación”, haciendo énfasis en que todos “puedan tener las defensas posibles contra el coronavirus y podamos llegar a tener una vida un poco más normalizada”.

Hoy miércoles se cumplen 24 días desde que se inoculó la primera dosis en el CAD de Cueto donde se inició la vacunación el 27 de diciembre. Según ha expresado Peña, en todo momento, “se han respetado los periodos de tiempo entre la primera y segunda dosis” y, además, ha explicado que a lo largo de estos días “nadie ha referido ningún síntoma ni ha habido efectos secundarios”.

 

 

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