¿Presupuestos sin ideología?
Es una de esas cosas que da pudor recordar: los partidos políticos, al igual que los ciudadanos a los que representan, tienen ideología.
En el pasado Pleno de aprobación de los presupuestos municipales, la alcaldesa Gema Igual criticaba a la oposición por querer introducir contenidos ideológicos, apelando al momento de crisis.
En un momento en el que hay voces que denuncian recorte de libertades, sorprende que se plantee renunciar a la pluralidad ideológica, que, por otra parte, no queda suspendida por la pandemia, como prueban las distintas formas de abordarla que se plasman en las propuestas de los partidos.
Más allá de eso, daba la sensación de que de alguna forma, la alcaldesa trataba de defender que los presupuestos que se aprobaban no tenían ideología alguna.
Y es evidente que la tienen: no sólo la de los partidos de gobierno, PP y Ciudadanos –que al fin y al cabo representan a una parte importante de santanderinos que les eligieron, precisamente, por ver en ellos su ideoogía–, sino que, y eso es lo peor, han decidido ceder parcelas e incluir la ideología de otros, de la extrema derecha local, en la que no ven una anomalía sino una excentricidad cercana.
Que esos presupuestos tienen ideología lo prueban las declaraciones de la minoría que ha condicionado los presupuestos, que ha justificado su actitud en impedir que gobierne la izquierda y que se caracteriza por sus continuas invectivas no sólo a la izquierda, sino a la derecha que no les gusta.
Por lo tanto, un partido con una ideología muy marcada ha influido en los presupuestos.
Y el resultado ha sido una lista de damnificados: las asociaciones de comerciantes de La Esperanza y Puerto Chico, las mujeres a las que atendía el servicio de atención a la mujer, gitanos en situación de exclusión, migrantes, o las familias santanderinas que recibían, desde hace años, a los niños saharauis del programa Vacaciones en Paz, con fuerte arraigo local.
Las reacciones se suceden en la sociedad civil: la Cruz Roja, las Asambleas Feministas, la Coordinadora Cántabra de ONGDs…
Para ser unos presupuestos sin ideología, hay montón de voces que ven que se podían haber hecho las cosas de otra forma.
Gobernar es elegir, y, de hecho, que las cosas pueden hacerse de otra forma lo prueban las partidas de donde el PP no ha quitado fondos porque la extrema derecha no se lo ha pedido, es decir, porque no le molestaban.
Porque este año, en Santander, mientras se nos dice que no habrá eventos masivos y por eso se suspenden algunos actos y el dinero para ellos, habrá, en algunos casos en la misma proporción, partidas para los toros o para los organizadores de la Semana Santa o la Virgen del Mar.
No hay dinero para el FIS, pero sí para ArteSantander, y tampoco lo hay para las asociaciones gitanas, pero sí para los organizadores del elitista rastrillo de Nuevo Futuro.
Sí se quitaban partidas para organizaciones apoyadas por otras instituciones (es lo que se ha argumentado con Cruz Roja, apelando al dinero que recibe del Gobierno de Cantabria), se mantiene para el Ateneo de Santander, un referente cultural de la ciudad con aportaciones anuales del Ejecutivo autonómico, aunque sus elecciones en materia de programación se inclinen por un segmento ideológico cada vez más marcado (todavía este fin de semana leíamos a su presidente justificar en el periódico la reconstrucción urbanística tras el incendio de Santander)
Hay una ideología en retirar fondos para las mujeres, los migrantes, el asilo político, el comercio tradicional o alguna opción cultural; igual que la hay en mantenerlos para los eventos religiosos, las instituciones más convencionales o la beneficencia más elitista.
Todas, o casi todas, las opciones son legítimas, pero es evidente que hay ideología en ellas. Sucede que es un poco como el aire que se respira: ahí está pese a que no se vea.