“Llueve sobre mojado. La pandemia ha llegado a un país que ya era desigual”. Es el mensaje que apuntaba Sofía Marroquín, responsable de la Zona Norte de Oxfam Intermon , miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGDs, durante su intervención en un encuentro entre asociaciones que trabajan contra la pobreza organizado por Líderes Cantabria, moderado por su directora, Leticia Mena,

“Ahora mismo tenemos unos índices de pobreza y desigualdad similares a los de 2008”, continuaban desde Oxfam, que recientemente difundía un informe que arrojaba datos como que en Cantabria hay 9.810 personas más en riesgo de pobreza que hace un año.

Más datos: el 20 por ciento de la población de Cantabria vive con menos de 24 euros al día. Hay casi 111.000 personas en Cantabria en riesgo de pobreza relativa. Personas que viven con unos ingresos anuales de 8.739 euros, o lo que es lo mismo, con menos de 24 euros al día.

“En la crisis de 2008 se puso el foco en salvar a la banca y ahora se pone el foco en el empleo y en las familias más desfavorecidas. Cuanto más fuertes y robustas son las políticas sociales de un Estado, mejor es la respuesta a una crisis que no entiende de fronteras, como esta crisis sanitaria”, aseveraba.

Francisco Sierra, secretario general de Cáritas Diocesana Santander, describió en el acto el perfil de las personas que acuden a su organización en busca de apoyo y ayuda.

“Los que siempre han estado en riesgo de exclusión siguen estando ahí. Luego hay personas que salieron de la anterior crisis, que remontaron, pero que se encuentran siempre en el filo de la navaja. Las hay con empleo estable pero con poca cualificación que se han visto abocadas a llamar a la puerta de Cáritas por primera vez. Y también están las personas en situaciones de irregularidad o las que han perdido el empleo”, enumeraba.

Otra de las instituciones sociales de referencia es el Banco de Alimentos de Cantabria. Su presidenta, Gema Díaz, reconocía que están preocupados por el ritmo al que está creciendo la demanda de peticiones de ayuda: “tenemos miedo a que vuelva a dispararse como ocurrió en abril, mayo y junio del año pasado”.

Ellos reparten los alimentos y productos que dona la sociedad cántabra entre las familias que lo necesitan. Agradecen la solidaridad de los cántabros y lanzan un llamamiento. “Necesitamos donaciones económicas para poder diversificar la cesta de la compra y para mantener nuestra propia organización. Para poder repartir todo lo donado necesitamos mantener una estructura física, tenemos que garantizar el reparto con furgonetas, pagar la gasolina… Por eso las donaciones de dinero también son importantes”.

De forma paralela, la Cocina Económica de Santander está repartiendo 210 menús diarios. “Cada día se incorpora gente nueva al economato. La gente no tiene para comer ni tampoco dónde comer”, se lamenta su director, Jesús Castanedo, quien asegura que ahora la demanda es más alta que la que registraron en abril y mayo del año pasado.

Entre las personas que atienden a lo largo del año se encuentran 500 niños menores de 12 años. “La foto de la pobreza infantil la tenemos aquí”, corroboras.

Castanedo considera que las organizaciones sociales no trabajan para cuidar a los pobres, sino para acabar con la pobreza. “La cohesión social es una cadena. Si se rompe el eslabón más débil, se rompe la sociedad y también la democracia».

Para Sandra García, la responsable del Área Social de Cruz Roja Cantabria, la situación es muy difícil. “Atendemos a gente que nunca había estado cerca de la pobreza. Sentimos mucha impotencia, pero al mismo tiempo mucha ilusión y fuerza”.

La institución ofrece una atención integral a las personas que solicitan apoyo y lo hace a través de distintos servicios. Desde el año 2002, tiene en marcha un Plan de Empleo dirigido a colectivos con dificultades para acceder al mercado laboral y ahora trabajan mucho un aspecto clave como es la motivación.

“Llevamos muchos meses y no se ve la salida. Nuestros medios son finitos y si estamos sometidos a mucha presión, no podremos afrontar la realidad”, se lamenta Sandra, añadiendo que “las políticas sociales y de empleo y los recursos tienen que cubrir las necesidades de quienes más lo necesitan”.

«HAY QUE PONER A LAS PERSONAS EN EL CENTRO»

Sofía Marroquín también reclama políticas sociales más justas. “Hay que poner a las personas en el centro. Los fondos europeos tienen que destinarse a políticas sociales más justas. Y necesitamos una fiscalidad más justa. Que paguen más quienes más tienen”.

“Si el estado del bienestar garantizara realmente los derechos de las personas, organizaciones como las nuestras no tendrían que estar trabajando”, subraya Francisco Sierra. “Los políticos tienen que estar a la altura de todas las personas”.

“Si nosotros ponemos a la persona en el centro, necesitamos que los políticos no fallen. Que sigan apoyándonos y que crezca el apoyo a medida que crece la demanda”, demanda Gema Díaz.

“El estado del bienestar no es ni caridad ni filantropía”, recalca Jesús Castanedo. “Si las sociedades no son solidarias a todos los niveles, si no somos capaces de darnos cuenta de la importancia de acabar con la desigualdad, entonces vendrá otra crisis que nos lo enseñe”.