Las organizaciones defensoras de los derechos humanos en Colombia desarrollan un plan de seguridad para sus activistas
Organizaciones defensoras de los derechos humanos en Colombia han desarrollado un plan de seguridad para sus activistas.
La iniciativa, localizada en Nariño (Colombia), es impulsada por la rama en ese país de Movimiento por la Paz (MPDL, miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGDs), y cuenta con el apoyo del Gobierno de Cantabria a través de su Dirección General de Cooperación al Desarrollo.
El proyecto también cuenta con el apoyo de la Unión Europea y el Gobierno de Cantabria, dentro del proyecto ‘Mujeres al teléfono: una estrategia de protección integral para defensoras de Derechos Humanos de la costa Pacífica nariñense’.
Tal y como explican desde MPDL, los defensores de los derechos humanos se enfrentan en su tarea a riesgos por parte de quienes no los respetan y reaccionan de forma violenta para tratar de frenar su labor.
Por eso se ha elaborado este documento, concebido como una herramienta para que mujeres defensoras de Derechos Humanos cuenten con elementos para minimizar riesgos.
En concreto, el plan contiene consejos para elaborar e implementar Planes de Protección y Autoprotección, así como medidas individuales y colectivas, para que las mujeres defensoras las puedan aplicar en sus organizaciones y en el marco de su trabajo como defensoras, como en sus vidas.
La elaboración del plan de protección pasa por el análisis previo del contexto, los riesgos, e incluye consejos como estar en contacto con las compañeras cuando se hagan traslados (en zona urbana o rural) de forma que siempre alguien sepa dónde se está.
También se plantea actualizar a las compañeras sobre la evolución de la actividad de la organización, además de aspectos sospechosos y necesidades de apoyo.
La base es el conocimiento del entorno directo, tanto de las calles del barrio como las instituciones u otros actores relevantes, para tener localizados escenarios de posibles riesgos.
En general, se trata de estar en contacto y mantener comunicación cercana y fluida, y mantener un ambiente de apoyo, solidaridad y confianza en la organización, con el convencimiento de que “juntas, somos más fuertes” y “juntas, nos podemos proteger”, todo con reuniones previas y análisis constante de riesgos.
El transporte debe ser seguro y la red de contactos, con personas de confianza, además de llevar móvil con saldo y batería de cara a los traslados, que pueden ser momentos de riesgo; de hecho, uno en los que más pueden producirse.
Se recomienda tener a mano documentación importante, tanto personal como de la organización de procesos en los que se participe (denuncias, etc), y crear una red de apoyo con organizaciones y personas de confianza, teniendo también sus teléfonos localizados. Del mismo modo, se aconseja prudencia en los medios a través de los que se realizan las comunicaciones.
Las recomendaciones, que parten de las experiencias acumuladas, se extienden a como actuar ante amenazas directas con armas, para evitar perder la calma, y también a los riesgos específicos como los que sufren las mujeres, como las agresiones sexuales. E incluir a los familiares en las acciones de protección, y el propio hogar.
Dentro de los cuidados necesarios para este activismo, se atiende también a la parte emocional y a un adecuado manejo del duelo en caso de que se produzcan pérdidas de compañeros.
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