«En el colegio Torreblanca nos pusieron televisores para ver el final del golpe»
Acababa de cumplir 10 años. Y ya se dio cuenta de que algo muy importante y grave estaba sucediendo. De hecho, cuenta que «no me acosté hasta que el Rey salió a dar su discurso». Fue una noche muy larga para muchos españoles que seguían lo que acontecía a través de la televisión o de la radio. De hecho, se la conoce como la noche de los transistores.
José Carlos Villanueva recuerda escuchar a José María García, el célebre periodista deportivo que aquel día también contaba lo que estaba pasando en los alrededores del Congreso de los Diputados, donde los representantes de la soberanía nacional permanecían retenidos. Ahora él ejerce esa misma profesión en Marbella Confidencial, medio del que es director.
A la mañana siguiente, el día 24, este periodista santanderino recuerda que fue al colegio, «al contrario de otros niños que no fueron» por decisión de sus padres. Un día de aliento contenido después de pasar un gran susto, porque lo construido durante la Transición podía venirse abajo en un momento.
Pero los padres de Villanueva decidieron que acudiera a clase. «Sólo tenía que cruzar la calle para ir al colegio», dice. Mientras, recuerda que lo que se veía por la televisión o se escuchaba por la radio eran «dibujos animados y marchas militares».
Villanueva recuerda que ese 24 de febrero en su colegio, el Torreblanca, un colegio privado en pleno corazón de El Sardinero, los profesores les enseñaron imágenes de lo que estaba pasando en España. Los niños pudieron saber que había mucho en juego, pero que la situación, finalmente, se resolvió. «Nos pusieron televisores para ver el final del golpe», resalta en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.
«Era un colegio muy avanzado, era otra forma de estudiar, muy innovador, los alumnos nos hacíamos los libros, no había deberes. Seguramente el colegio privado más progresista de Santander» en 1981. Es más, recuerda que la revista Cambio 16, entonces dirigida por el periodista, ya fallecido, Pepe Oneto, «nos dedicaron un reportaje titulado ‘Los rojos de El Sardinero'», precisamente por el contraste entre los métodos y el prisma de ese centro educativo con la zona de la ciudad donde estaba.
Villanueva reconoce que en su colegio «tuvieron la valentía de abrir» el día 24. Y añade que le ha llegado que la directora y algunos profesores del centro, parece ser, «tenían la maleta preparada para marcharse» por si el golpe acababa fructificando. «Algunos de esos profesores estaban en listas de la extrema derecha».
40 años después, Villanueva no cree que tengamos motivos para preocuparnos de que algo así se pueda repetir. «Dentro de la UE y de la OTAN, no sé lo que duraría un movimiento así». Cree que «nostálgicos de aquél régimen quedan pocos», y compara el peso y el poder que podían tener los militares en aquel momento con la actualidad. Recuerda que «a Pedro J. Ramírez le quitaron la acreditación para el juicio, estando en Diario 16», mientras que ahora, aunque cause revuelo lo que se pueda decir en un chat de militares retirados, se trata de algo que no afecta a la cúpula del Ejército.
En un momento de crispación como este, Villanueva echa de menos «el talante de la Transición», poniendo como ejemplo las cesiones de dos figuras como Manuel Fraga y Santiago Carrillo, de posturas teóricamente irreconciliables, pero que acabaron dando su aprobación al mismo texto constitucional, validado por referéndum el 6 de diciembre de 1978 por la ciudadanía. Poco más de dos años después de eso, todo se puso en entredicho, pero un niño como José Carlos Villanueva pudo ver el feliz desenlace en su colegio.