«Nos han dicho que nuestra opinión es importante, pero es mentira, será importante para nosotros, pero no para los demás»
Contactamos con Juanma Bajo Ulloa para hacer una entrevista por videollamada. Ya de primeras, el director de cine resalta que el plano elegido por este redactor fue colocando la cámara por debajo de la cabeza, haciendo un contrapicado. No cabía duda de que íbamos a charlar de cine, y quedaba claro desde antes de empezar la entrevista en sí.
El pasado fin de semana estuvo en Santander para asistir a un doble pase de su última película, ‘Baby’, en la Filmoteca de Cantabria, y se añadía un coloquio con los espectadores para charlar sobre esta nueva creación del director (el lector que escuche el podcast, que no confunda el pasado sábado, 20 de febrero, con este próximo, porque la entrevista tuvo lugar antes de ese evento). Se trataba de un evento organizado por la Asociación La Llave Azul, compañeros nuestros en Arco FM (se emite los viernes, de 18:00 a 19:00, y la redifusión el sábado, de 13:00 a 14:00).
Para Bajo Ulloa resulta una alegría y una emoción tener este tipo de encuentros, porque es una manera de hacer cultura y porque charlar con los espectadores le aporta «muchas claves». «Es mejor esto, aunque sea en pandemia, que no ir», destaca. Y también dice que le hacía ilusión acudir a Cantabria, por ser un público «muy interesado en la cultura».
Cuando habla sobre ‘Baby’, advierte que no es una película «de consumo». No tiene un cariz comercial, como se suelen definir las creaciones que tienen como fin principal llegar a una gran cantidad de público. Habla de emociones, de situaciones difíciles, de luchar por superar una deriva personal llena de adicciones. «Del temor al amor» es lo que dice el póster del filme. «Es un cuento gótico artesanal, con un personaje principal que se ha desconectado de sí mismo», explica.
«Hay que verla en el cine», indica Bajo Ulloa. Cree que en vídeo funciona peor, sobre todo porque piensa que estamos perdiendo la capacidad de prestar atención a algo como una película en nuestras casas. Sin embargo, en el cine no hay puntos de distracción.
Cuenta el director que le han llegado opiniones directas de críticos o espectadores que destacaban que la película obliga a estar muy atentos y que es muy exigente para el público. Para él, esto sucede porque, al igual que la protagonista de ‘Baby’, los ciudadanos «nos hemos ido desconectando» y nos puede la ansiedad de tener que estar haciendo cosas permanentemente.
«El cine no te permite hacer otra cosa, das lo más valioso, tu tiempo, para contemplar una creación que lleva mucho esfuerzo y cariño detrás», reflexiona Bajo Ulloa. Es una tendencia que puede estar acelerándose en estos tiempos donde la inmediatez está a la orden del día, pero también el que las personas puedan adquirir un protagonismo que no es tal.
Para este director de cine vasco se trata de que, a través de medios como la publicidad, se «cultiva el ego» y se agranda a través de los estímulos que tenemos a nuestro alrededor, como los teléfonos móviles y las redes sociales, donde parece que nos sentimos obligados a opinar de manera constante, y cada vez nos ofendemos con más facilidad. «Nos han dicho que nuestra opinión es importante, pero es mentira, será importante para nosotros, pero no para los demás», apunta. Y añade que «lo importante es el criterio, no la opinión». Una cosa, el criterio, que tenemos que formarnos nosotros mismos, a través de lo que podamos leer o experimentar en nuestro comportamiento personal, estando a solas o con los demás.
La proliferación de las plataformas de contenidos que estamos viviendo, según Bajo Ulloa, nos ha metido en un estado de «bulimia audiovisual». El efecto que tiene esto lo explica así: «cuando preguntas a alguien qué ha visto, ya no se acuerda, lo que ve no deja poso. Es como la comida basura».
Además piensa que las creaciones de hoy en día se ciñen cada vez más a lo que se considera políticamente correcto, con lo que se cae en un «adoctrinamiento» de la población, algo que «es bueno para estados y sistemas, que crean sociedades consumistas» en las que todo resulte más previsible y en las que, al final, los ciudadanos sean «como monos de feria», según el cineasta.
«Lo importante es darte cuenta de que tienes esa necesidad» de consultar el teléfono y los contenidos de las redes sociales, o de estar pegado a un ordenador. «Si nos damos cuenta, podemos tomar decisiones, pero eso a la gente no le gusta, no queremos asumir responsabilidades», comenta.
Bajo Ulloa cree que estamos ante «una agonía de las salas de cine». Estamos tomando la costumbre de consumir esos productos en nuestra casa, con la pandemia más aún, y estamos desechando algo que supone un auténtico ritual, un acto litúrgico cultural. Bajo Ulloa se refiere a este hecho explicando los detalles que significan ir a una sala de cine, porque primero se hace una selección de lo que se quiere ver, conlleva un desplazamiento, generalmente acompañado de alguien que comparta con uno mismo el gusto por hacer eso exactamente, y además se comparte la experiencia y «la energía» con todas las personas que están en ese lugar. Una vez que se apaga la luz, comienzas a ver una película dedicando tu tiempo y tu atención.
«Cuando dedicas tu tiempo y tu atención a un amigo o a tu madre que te cuenta algo, es el mayor amor que le puedes dar», compara Bajo Ulloa.
«Nos queda ir al cine y a misa, pero en el cine la película la cambian», afirma. Estamos en una época que habla de hiperinformación e hiperconexión, «pero en realidad es lo contrario». Ahora ve que se ha perdido el cariño y el esfuerzo por hacer esas cosas de antes, ir al cine o ahorrar para comprar un disco determinado y poder degustar la obra de uno o varios creadores.
Ese tipo de actos, al final, determinan también cómo puede ser una persona. «El cómo soy cambia por determinadas cosas que hemos visto, La naranja mecánica, El hombre elefante, Alien…», citando algunas de las referencias que tiene él como espectador de cine. Y vuelve a ensalzar la importancia de acudir a una sala porque «la película ha sido concebida para ser vista en ese espacio», como los planos que se hacen o la música que se integra.
«No se hace mejor cine ahora que hace 30 años», sentencia. Estamos viendo cómo el cambio tecnológico también tiene mucha presencia en las películas de hoy en día, algo que ayuda a que veamos esos avances como necesarios. «Una cosa es tecnología como herramienta, y otra tener que hablar con las máquinas», algo que, en su opinión, no puede sustituir a la interacción con las personas.
También en la charla tiene cabida el cine español. Bajo Ulloa reconoce que ha sido «un mal espectador de cine español» y que haber sido crítico con lo que se hace en España le ha costado algunos «problemas por decir lo que pensaba».
Sin embargo, sus críticas no son porque no haya talento, ya que resalta que hay «quizá más que en otros sitios», sino porque cree que «hay un sistema corrupto, que toca muchas teclas» y que «no hay una industria como tal». Ve muchas veces cómo hay proyectos hechos para lograr una subvención por parte de personas que «saben cómo conseguirlas», por lo que se acaba despreciando el mérito de varios directores o actores. «Hay mucho oportunismo, algo típico de España».
Bajo Ulloa piensa que esto se ha agravado con la entrada de «grupos mediáticos en el cine, y deciden qué directores o actores son los que trabajan». Y añade que «si no comulgas con la corrección política, es muy difícil que pases el filtro». Eso también se refleja en los premios cinematográficos, según este director, que pone el foco en «cuánto hay de ideología y de mérito en los premios». Algo que «resta credibilidad» y que cree que «ha llegado a la gente», aunque también sostiene que quizá sea injusto generalizar.
También recordamos una de sus películas más celebradas, ‘Airbag’, que llegó a ser calificada como la primera comedia gamberra de España. Una de las últimas escenas se rodó en Santander, en el Gran Casino, y Bajo Ulloa nos deja algunos detalles interesantes, como la «gamberrada» de Karra Elejalde, protagonista del filme, de donde surgió la idea de hacerla, por qué la hizo de esa manera o cómo surgieron o se completaron algunas de las escenas más hilarantes de la película.
Reconoce que aprovechó la oportunidad por hacer el rodaje con una productora que «no tenía ni idea de cine» y que hoy en día «sería impensable» hacer algo así, porque «tenemos candados» que hacen que la sociedad sea más cerrada que hace unos cuantos años.
Por eso invita a que las personas hagan como la protagonista de ‘Baby’, mirar a los demás con la capacidad de reconocerse en ellos, y también «mirarte en el espejo y aceptarte como eres».