Éxito del Coro Joven en el estreno de ‘Vientos del Norte’ en Bilbao
El domingo comenzó temprano para los cerca de 40 integrantes del Coro Joven de Santander. Después de unos cuantos meses de ensayos, por fin llegaba el gran día: el estreno de ‘Vientos del Norte’ en el teatro Campos Eliseos de Bilbao.
El sábado por la tarde, unos cuantos ya habían estado cargando la furgoneta que llevaba parte del decorado. Muy sencillo todo, pero necesario para la puesta en escena de una obra que viene a ser una antología de la zarzuela, pues tomando como excusa un guión escrito por Borja Mollá Moral e Inazio López Ochoa va introduciendo a lo largo de sus dos horas largas de duración, canciones pertenecientes a distintas zarzuelas muy conocidas.
Así que el domingo, a las ocho y media de la mañana, ya estaban los integrantes del coro joven, con su director César Marañón, subiéndose al autobús que los iba a llevar a Bilbao. Alegría, nervios, emoción y mucha ilusión era lo que se respiraba en ese autobús que llegaba a Bilbao sobre las diez de la mañana.
Allí estaban ya esperando los integrantes de la orquesta Behotsik de Bilbao, dirigida por Igor Giménez Redondo y compuesta también en su mayor parte por jóvenes músicos vascos. Hasta ese momento, ambas agrupaciones se habían encontrado en dos ocasiones. En un primer ensayo conjunto en Bilbao y el fin de semana pasado en Santander para ensayar de 10 de la mañana a 10 de la noche y dejarlo ya listo para su estreno en Bilbao.
Mucha era la expectación levantada en torno a este montaje que mezcla folclore, música, zarzuela y teatro. Las entradas, tanto las que se pusieron a la venta en Bilbao como las de Santander, se agotaron en unas horas y los que ayer pudieron disfrutar del estreno aplaudieron incansables, respaldando así esta iniciativa que cuenta con el apoyo económico conjunto del ayuntamiento de Bilbao y el de Santander, a través de la Fundación Santander Creativa, dentro de su programa ‘Tan Cerca’ que pretende impulsar y apoyar al sector cultural de ambas ciudades.
Durante el día, más ensayos, pruebas de luces, de sonido y trabajos de famliarización con el escenario. Una breve pausa para el bocadillo o el tupper que se prepararon los más exigentes, y vuelta a los preparativos. Hay que tener en cuenta que, debido a las medidas sanitarias, los coralistas salieron a escena con mascarillas y sin micrófonos individuales, ni para las canciones ni para las escenificaciones teatrales, lo que dificulta mucho más el trabajo. Sin embargo, supieron crecerse ante la adversidad y lo dieron todo sobre el escenario, demostrando una gran profesionalidad en todo momento.
Hubo, como siempre los hay, algunos imprevistos: tropiezos entre bambalinas, cambios de vestuario apresurados, olvidos puntuales del guión, pero todo quedó para ellos, porque los asistentes disfrutaron de una puesta en escena brillante y emotiva.
Muy aclamados por el público fueron los guiños que el guión hace a lugares y costumbres vascas, así como el acento vasco incorporado en los diálogos de algunos de los personajes.
Hasta ahora el coro joven ya había dado sobradas muestras de su gran calidad musical, a pesar de su corta vida, pero ahora puede presumir también de las dotes interpretativas de sus componentes, que bordaron todos los papeles que tenían asignados.
Muy lucido, logrado y fiel a la época también el vestuario, responsabilidad de Beatriz Bermúdez y María José Mínguez.
SANTANDER
Vientos del norte llegará a la Sala Argenta del Palacio de Festivales el día 13 de marzo. Imposible encontrar entradas, que se agotaron a las pocas horas de ponerse a la venta.
Previa a la representación, a las 17.00 horas habrá una mesa redonda/coloquio en la sala Pereda, con entrada libre hasta completar aforo, a cargo de Roberto Ruisánchez Díaz y Francisco Javier Merino Pacheco divulgadores de la Cultura de la época.
Con esta actividad previa sobre el pasado industrial se pretende proporcionar a los espectadores y a los asistentes la oportunidad de comprender todo lo que sucederá encima del escenario en la representación, enriqueciendo aún más la propuesta del valor de la representación, ya no solo como teatro/zarzuela musical al uso, sino como una experiencia inmersiva en una época de cambios no muy lejana de la que se pueden encontrar muchos paralelismos con el presente.
ARGUMENTO
Santander, 1897. Un pesquero vasco naufraga en la bahía. Solo hay un superviviente, Mikel, un joven grumete que permanece inconsciente en el Hospital de San Rafael. Cuando despierta, las monjas que cuidan de él descubren que ni articula palabra ni parece entender nada de lo que se le dice. Sin embargo, lo que parece producto de un trauma o una secuela del accidente pronto vemos que se debe a una explicación más sencilla: Mikel solo sabe hablar euskera.
Esto no le impedirá entrar al servicio de una de las familias más ricas de Santander como recadista y presenciar de primera mano los contrastes de la turbulenta sociedad industrial de finales del siglo XIX.
A través de este espectáculo musical conoceremos todos los entresijos de una época marcada no solo por el espejismo de un desarrollo económico ilimitado, sino también por el ocaso de un imperio y de las fuerzas que lo sostenían