Jóvenes universitarios en busca de una oportunidad laboral
A Laura le gustaría trabajar como reponedora en una superficie comercial; Jorge, Sergio y Sandra piensan que una guardería sería un buen lugar de trabajo para ellos; Adrián, si pudiera elegir, elegiría un trabajo relacionado con el mundo del deporte; Ernesto y Alejandro preparan oposiciones a subalterno para el Gobierno de Cantabria y, mientras, se forman para trabajar como auxiliares administrativos. La lista sigue. Todos ellos son alumnos de la Universidad de Cantabria y estos días ultiman sus proyectos para preparar las prácticas de fin de curso en un lugar donde aplicar todo lo aprendido en las clases.
Cada día a las nueve de la mañana cruzan las puertas de la Facultad de Educación y llegan hasta el aula Francisco Susinos. Son los alumnos del Curso de Capacitación para la Incorporación al Mundo Laboral enmarcado en el programa dirigido a personas con discapacidad intelectual y financiado por el Fondo Social Europeo y Fundación ONCE.
A lo largo del curso, los alumnos reciben clases de matemáticas, inglés profesional, informática, derecho laboral, ciudadanía y otras asignaturas encaminadas a facilitar su inserción en el mercado laboral. Los profesores son de distintas facultades y también cuentan con profesionales de fuera del ámbito universitario. «Lo que pretendemos es intentar visibilizar que hay un grupo de jóvenes que no ha podido seguir formándose, o que ha recibido una educación específica y que ahora continúa preparándose en la universidad con el fin de encontrar un trabajo si se les da esa oportunidad. Lo que está claro es que necesitan tener oportunidades formativas, necesitan, entre otras cosas, venir a la universidad, tener esta experiencia los que quieran tenerla y este curso es una oportunidad fantástica para poder vivir durante un año lo que significa ser universitario. Eso nos pareció siempre una parte fundamental de la propuesta» explica Susana Rojas, una de las responsables del curso.
Los alumnos tienen entre 18 y 30 años y, en el momento de elaborar este reportaje, están en clase de informática aprendiendo a utilizar distintas herramientas digitales y contando ya los días que les faltan para comenzar sus prácticas.
Cada uno, orientado por los profesores, ha elegido un campo en el que poder desarrollar sus habilidades y conocimientos. «Lo bueno de este curso, es que intentamos, en primer lugar, ver qué mochila trae cada uno porque, antes de llegar aquí ya han hecho muchas cosas. Algunos vienen ya con una gran formación y unas vocaciones muy claras y nosotros les orientamos y les apoyamos en todo lo que vemos que les interesa o que vemos que pueden conseguir. Cada uno tiene unas aptitudes y se trata de fortalecerlas. Ahora, por ejemplo, tenemos un alumno que creemos que podría hacer muchas cosas, pero él se ha formado ya en el campo administrativo, se le da muy bien y no quiere probar otro camino, entonces, pues le reforzamos en eso que le gusta», explica Susana.
Prácticamente todos los alumnos del curso han estudiado educación primaria en centros ordinarios y secundaria en centros específicos.
Hablando con ellos, queda claro que han puesto un empeño enorme en formarse y en encontrar un hueco en el complejo mercado laboral. «He trabajado en varios centros de Ampros y ahora estoy haciendo también un curso de peón de jardinería», explica Laura que desde hace un año vive en un piso tutelado donde dice estar muy contenta.
Jorge estudió en el Colegio Fernando Arce de Torrelavega y se formó para ser camarero de pisos. Allí también estudió Sergio, quien se siente mejor entre los niños que entre los mayores y por eso le gustaría trabajar en una guardería, un lugar donde ya ha hecho prácticas anteriormente. Juntos vienen cada mañana en autobús, que cogen en Torrelavega a las ocho y media como tantos otros estudiantes, para llegar a la universidad a las nueve.
Una guardería es también el trabajo en el que piensa Sandra, que tiene 27 años y lleva ya 7 viviendo en Santander en un piso que comparte con otras jóvenes. Del curso le gusta especialmente el trato con los compañeros, «la forma en la que todos se echan una mano», explica.
Conduciendo su propio coche llega cada mañana Adrián. Juan Carlos podría hacerlo, porque también tiene carnet de conducir «pero yo no tengo coche y mi padre no me deja el suyo si no va él sentado de copiloto». Un problema común a muchos jóvenes de su edad. Por las tardes Adrián entrena duro, porque está en la Federación Cántabra de Atletismo para Personas con Discapacidad Intelectual y, por eso, lo que le gustaría es encontrar un puesto laboral en algo relacionado con el deporte. De los trabajos que ha tenido hasta ahora, recuerda con especial cariño cuando estuvo en un centro cívico. «Fue un trabajo fuera del entorno de la discapacidad, en contacto con el público y, la verdad es que me sentí muy bien y me gustó mucho», afirma.
Dos que ya se conocían antes de empezar el curso son Alejandro y Ernesto, que estudiaron juntos en el centro de educación especial Juan XXIII de Santander. Ernesto está especialmente contento porque está en un proceso selectivo para conseguir empleo como conserje en un ayuntamiento.
Alejandro relata su formación previa a este curso: «hice un PTVA (Programa de Transición a la Vida Adulta), luego un PCPI (Programa de Cualificación Profesional Inicial) de ayudante administrativo, otro de carpintería, otro ocupacional. Después estuve trabajando en distintas secciones de empleo de Ampros y ahora estoy preparando las oposiciones a subalterno del Gobierno de Cantabria, que ya me presenté en 2016 y en 2018», explica.
«Es que son muchos los campos en los que los alumnos del curso pueden poner en marcha sus habilidades y encontrar un hueco en el mercado laboral. Ahora, echando la vista atrás, a los dos cursos anteriores que se han organizado en la Universidad de Cantabria, pues hemos tenido algunos alumnos que están trabajando de administrativo o de auxiliar, tenemos también una persona contratada como mozo de almacén en una farmacia, otro que hizo una suplencia de auxiliar de comedor, reponedores, en carga y descarga, algunos se han integrado en puestos de conserje o trabajando con niños y en actividades lúdicas y el año pasado tuvimos un alumno perfectamente preparado y formado para estar en una peluquería canina. El abanico es muy amplio», insiste Susana.
Está claro que por preparación, esfuerzo, entusiasmo y ganas de hacer bien las cosas, no va a quedar.
Teléfono de contacto sobre el curso: 942 20 11 79