Expo al gouache: Luis Polo del Campo
La foto que ilustra estas líneas es la de un cuadro, que ocupa su espacio en una de las paredes del cuarto en el que leo -mucho- y escribo -algo. Fue, en su día, un regalo, que me hizo una de las hijas de su autor, el artista cántabro Luis Polo del Campo (1909-1991), a quien se le recuerda y rinde homenaje en una exposición, que desde el pasado 22 de marzo, y hasta el próximo 16 de abril muestra una pequeña parte de su extensa y variada obra de pinturas al gouache, en la Fundación Bruno Alonso.
El reducido número de cuadros colgados, reducción exigida por las dimensiones de la Sala, pueden agrupase en dos temáticas diferenciadas, con sus correspondientes estilos y particulares colores. Una, imagina escenas en burdeles, cabarets y otros tugurios, protagonizadas por personajes en tiempo de asueto. En ellos, la intensidad y viveza del color proporciona movimiento y luminosidad a espacios de suyo más bien oscuros, como si en ellos hubiera algo que ocultar. El artista presenta a sus personajes celebrando libremente la vida, aunque no faltan gestos de alguna languidez.
La otra parte de la obra expuesta, de color no tanto sombrío como opaco, propio del gouache, muestra estados urbanos y portuarios reconocibles. Ambos conjuntos ponen de manifiesto un dominio seguro del dibujo: en el segundo, predominantemente, del dibujo técnico, como ingeniero que fue, mientras que en el primero es del dibujo artístico, con sus trazos de soltura, ligereza y libertad del que brota un punto de complicidad con los personajes que pinta.
Pero es que el trabajo creativo de Luis Polo del Campo no se queda ahí. Son más sus intereses artísticos, para satisfacción de quienes los contemplan: desde las caricaturas, hasta los carteles, pasando por el estudio estético de uniformes. Caricaturas de personajes locales y nacionales de muy variada condición; cartelería para eventos de diversas naturalezas: deportivos, taurinos, culturales, de festejos populares…; uniformes de ejércitos y guardias reales. De la economía y limpieza de líneas en las caricaturas y en los uniformes -en unas y en otras se compadece el dibujo técnico con el artístico-, así como de la riqueza expresiva de los carteles, todo ello bajo el denominador común de la delicadeza y la originalidad, se da cuenta a los visitantes mediante un vídeo, que amplía el espacio expositivo, y que el espectador agradece.
Una cuarta serie ofrece el vídeo: la de los bocetos, entre los que se encuentra el del cuadro, cuya foto ilustra estas líneas, que no pasan de ser, sino la expresión de las placenteras impresiones, de las que ha sido depositario quien las firma. Sin más.