Libertad sin ira
En los años de la Transición, en las primeras elecciones libres en este país, después de los cuarenta años de dictadura, se hizo muy famosa una canción del grupo Jarcha que se titulaba “Libertad sin ira”. Últimamente en la vida política española se vuelve a reclamar libertad, pero es un grito de libertad con ira. La libertad ha sido el eje de la campaña electoral de la señora Ayuso en las recientes elecciones a la Comunidad de Madrid, “libertad o socialismo”, “libertad o comunismo”, era su principal y único mensaje. Sorprendido y asustado observé por televisión la celebración del triunfo electoral del PP en su sede de la calle Génova, con una multitud de gente gritando LIBERTAD. ¿Qué libertad estaba en juego en la Comunidad de Madrid en dichas elecciones?
Las libertades individuales fundamentales son la libertad de expresión, de asociación y de participación política. Libertades que caracterizan los sistemas democráticos y que este país tuvo secuestradas durante la dictadura franquista. Los que tenemos cierta edad, recordamos lo que es vivir en un régimen sin libertad, el miedo y la represión que sufrimos simplemente por expresar una opinión o pertenecer a un partido o sindicato. Aunque esto parezca una obviedad, conviene no olvidarlo y que lo conozcan las nuevas generaciones que no vivieron la dictadura, especialmente en estos tiempos en que hay partidos y medios de comunicación que blanquean e incluso reivindican el franquismo. En la actualidad estas libertades están garantizadas para todas las personas en nuestro país.
Entonces, ¿qué libertad reivindican hoy en las celebraciones del fin del estado de alarma y en los mítines de ciertos partidos? Se refieren simplemente a la libertad individual frente al Estado y a la libertad de elegir entre los bienes de consumo. Es un concepto muy reducido de la libertad.
La libertad frente al Estado, en este caso, frente a las medidas restrictivas de la movilidad dictadas por el gobierno para luchar contra la extensión del coronavirus, debe tener el límite del bien común, el ejercicio de la libertad individual no puede atentar contra el colectivo social. En la situación actual de pandemia, el bien común debe estar por encima de los derechos personales y justifica una limitación temporal de libertades individuales.
En lo que se refiere a la libertad para elegir bienes de consumo, se debe tener en cuenta que para ejercer esa libertad es necesario que toda la población tenga cubiertas las necesidades mínimas: ingreso, salud, educación, … Sin ello, la libertad es algo formal pero no real. Decía la señora Ayuso para explicar su concepto de libertad que se trataba de que los madrileños pudieran tomarse unas cervezas después de salir del trabajo. Sin embargo, los cuatro millones de parados no pueden ejercer esa libertad, nunca salen del trabajo. Tampoco pueden ejercer esa libertad aquellos que no cuentan con unos euros para tomarse unas cervezas, conviene recordar que el 20% de la población española vive por debajo del umbral de pobreza.
La libertad está íntimamente unida a la igualdad, es decir, las libertades individuales deben ser ejercidas por todas las personas en igualdad de condiciones. Todas y todos tenemos derecho al voto a partir de una edad, toda la ciudadanía tiene libertad para expresar sus opiniones o puede asociarse libremente. La igualdad de acceso a los bienes básicos debe ser completa: la participación política, la educación, la sanidad, … no pueden proporcionarse de forma más amplia a determinados grupos, privando a otros de ellos. Por ejemplo, las personas que enfermaron de covid-19 en las Residencias de Mayores no tuvieron la libertad de asistir a un hospital en la Comunidad de Madrid.
Esta utilización o manipulación del término libertad forma parte de la ideología neoliberal. El neoliberalismo no es solo una teoría económica, es todo un cuerpo ideológico que intenta extender sus ideas a través de partidos políticos, centros educativos y medios de comunicación controlados por las élites económicas y financieras. El individualismo, la competitividad, la sacralización de la propiedad privada por encima del bien común son las ideas que intentan hacer hegemónicas en nuestra sociedad.
El neoliberalismo cuando reivindica la libertad, pero no la igualdad, está defendiendo privilegios, está defendiendo un derecho para unos pocos. Cuando defienden la “libertad de enseñanza”, están defendiendo la existencia de colegios privados que no se encuentran al alcance de toda la ciudadanía y además quieren que se lo pague el Estado a través de los conciertos económicos. Cuando hablan de “libertad sanitaria” están defendiendo la sanidad privada que no todo el mundo se puede permitir. Hablan de “Libertad económica y contractual” para defender que los contratos laborales sean particulares entre empresa y trabajador y no mediante convenios colectivos. En fin, mucho más claro y menos explicación requiere el término “despido libre”.
Frente a estas ideas debemos defender la solidaridad, la colaboración y la defensa de lo público, valores que, no solo nos proporcionarán un mundo más justo, sino que en la actualidad se han convertido en una necesidad para nuestra propia supervivencia.
Defendamos la libertad, pero desde la igualdad, de lo contrario no tiene ningún sentido. La palabra libertad es demasiado importante como para gritarla como un insulto. Decía la canción de Jarcha: guárdate tu miedo y tu ira porque hay libertad, sin ira, LIBERTAD …