«Cuando vemos noticias de Palestina, pasamos las páginas del periódico»
El titular es de Beatriz Lecumberri. Trabaja en la agencia de información France Press, y fue corresponsal en Palestina. A lo que se refiere con esa frase es al hastío que ya nos provoca el conflicto entre israelíes y palestinos. Es una parte más del paisaje geopolítico, informativo, pero también humanitario. Algo que lleva ahí toda la vida. Los que pueden desmentir esta última frase hace semanas que tienen la pauta completa de vacunación.
Por eso, porque es algo ya normalizado (lo que no significa menos injusto), ella pensó, junto a Ana Alba, periodista fallecida hace ya un año, que había otras formas posibles de contar lo que allí sucede. Y pensaron en las mujeres de Gaza. Las que soportan vivir bajo el asedio de Israel, pero también con los corsés de una sociedad muy tradicional como la palestina. Y el mazazo que supone saber que hay un tumor en alguna parte del cuerpo que puede ser letal.
Por eso son ‘Condenadas en Gaza’, porque el tratamiento no llega y no hay forma de que puedan salir para recibirlo en otra parte. Viven encerradas en su territorio y encerradas, en muchos casos, en su casa. El documental se estrena esta tarde (18:00) en la Filmoteca de Cantabria, y fue realizado con el patrocinio del Fondo Cantabria Coopera.
Silvia Abascal, la directora general de Cooperación al Desarrollo, habla de la necesidad de «sensibilizar» con lo que sucede en Gaza. Recientemente hemos vuelto a ver una ofensiva de Israel que lastra, una vez más, las condiciones de vida de los palestinos y, en este caso, sobre todo de los gazatíes. La propia Lecumberri dice que, cuando se produce un alto el fuego como el de hace pocas semanas, no se vuelve a la casilla de salida, sino más atrás aún.
Este domingo, 20 de junio, es el Día Mundial de las Personas Refugiadas, y Yolanda Álvarez, periodista de TVE que fue corresponsal en Palestina, recuerda que no son sirios o yemeníes el mayor número de refugiados, sino los palestinos, que han vivido, ya desde 1948, cuando se constituyó el Estado de Israel, la obligación de dejar su casa, poco a poco. Un goteo que no se ha frenado en las últimas siete décadas.
Tanto Álvarez como Lecumberri piensan en el valor de estar en un lugar y contar lo que pasa allí. No se trata de decirle a un Gobierno qué es lo que debe de hacer, pero sí que las personas que quieran informarse cuenten con una información veraz que subraye cosas como la injusticia que vive Palestina, sin que la comunidad internacional se encargue de arreglar el problema.
Lecumberri define su vivencia en Palestina como un auténtico «desafío», por todo lo que conlleva afrontar situaciones en un lugar que no tiene un desarrollo vital, de costumbres y libertades como el que se puede disfrutar aquí. Y para ella, parte del desafío, precisamente, es seguir contando lo que pasa, insistir y no dejar que quede silenciado.
Precisamente, Álvarez incide en que en la última ofensiva israelí se obstaculizó más de lo normal el trabajo de la prensa. «Los periodistas somos muy incómodos dentro de la Franja», dice, y por eso no convenía que pudieran dar cuenta de lo que estaba sucediendo. También dice que es un muy mal síntoma «cuando los periodistas nos convertimos en noticia», algo que le sucedió a ella, porque la Dirección de Informativos de TVE decidió que dejara de ser la corresponsal en Palestina, en el momento en el que «más informes ha tenido por manipulación y servir los intereses políticos del Gobierno de turno», mientras gobernaba Mariano Rajoy.
Ella también ha mirado la cara de las Personas Refugiadas desde otro punto de vista, a bordo del Open Arms, el barco que trata de rescatar a migrantes en el Mar Mediterráneo. A raíz de esa experiencia ha publicado ‘Náufragos sin tierra’, un libro que presentará este domingo en la Feria del Libro de Santander, que cierra ese mismo día su 40ª edición.
Poner cara, nombre y apellidos es una herramienta que estas dos periodistas utilizan para poder acercarse de otra forma a realidades complicadas, con rastros visibles de sufrimiento y precariedad, y con la sensación de que nadie arregla esas situaciones. La implicación de la comunidad internacional parece menguar, y más después de los cuatro años que ha pasado Donald Trump en la Casa Blanca, donde la dirección de su política ha ido a favor de aumentar la fortaleza de Israel y desatender el derecho internacional y las reivindicaciones del pueblo palestino.
Estas cosas no ocurren sólo en Palestina. En la tertulia aparece también el Sáhara Occidental. Cada asunto con sus propias características, pero son dos injusticias que llevan sin repararse desde hace décadas, pese a que la legalidad internacional defiende los derechos de palestinos y saharauis. Y en ninguno de los dos se avanza hacia una solución. Trump también logró que Marruecos admitiera tener relaciones con Israel, a cambio de que Estados Unidos declarase la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
El Gobierno de Cantabria no puede resolver ese tipo de conflictos, pero Abascal sí defiende el compromiso de apoyar proyectos para que la sociedad de aquí sea consciente de lo que ocurre allí. Es parte de mantener viva una situación que en muchas ocasiones parece entrar en vía muerta, alejada de cualquier foco que le pueda dar relevancia.