Este sábado, a las 19.00 horas, organiza la Secretaría de Cultura y Memoria de Podemos en La Moraduca, por la un encuentro entre Manuel Ruiz, Pablo Mayoral y la que suscribe María Toca. El nombre de la charla es “Olvidados de la Transición”.

Manuel Ruiz es hermano del joven Arturo Ruiz, asesinado por ultraderechistas durante una manifestación pro amnistía en Enero de 1977.

El joven Arturo Ruiz, militante de CC.OO, murió a manos de dos conocidos ultraderechistas madrileños Jorge Cesarsky Goldstein y José Ignacio Fernández Guaza.

Arturo se encaró con el grupo ultraderechista que acosaba a la manifestación recibiendo unos balazos que propiciaron su muerte instantánea. Iba desarmado, tenía solo veinte años. Ambos ultraderechistas tenían lazos de connivencia tanto con la policía como con la Guardia Civil.

La muerte del joven propició manifestaciones diversas en el estado y la que llamamos Semana Trágica de la Transición. Al día siguiente cayó Mari Luz Nájera y poco después otro grupo ultraderechista relacionados con Fuerza Nueva y los Guerrilleros de Cristo Rey, entraron en el despacho laboralista de la calle Atocha asesinando a los abogados en la llamada Matanza de Atocha.

Cesarsky fue condenado a seis años de cárcel. Cumplió escasamente diez meses saliendo en libertad amparado por la ley de Amnistia, justo por la que luchaba la víctima, Arturo Ruiz. Del compañero de matanza, Fernández Guaza, no se sabe nada. Huyó al extranjero y se desconoce su paradero.

Pablo Mayoral fue juzgado en el grupo de Manuel Blanco Chivite, Vladimiro Fernández Tovar, Manuel Cañaveras de Gracia, Fernando Sierra Marco, Concepción Tristán López, María Jesús Dasca Peneles, José Humberto Francisco Baena Alonso, Ramón García Sanz, José Luis Sánchez-Bravo Solla, Ángel Otaegui Echevarría y Juan Paredes Manot . Salvo los dos últimos a los que se acusó de militar en ETA, a los anteriores se les imputó pertenecer al FRAP.

El juicio fue una farsa donde no se respetó ningún derecho. La condena escandalizó al mundo, Franco agonizaba y el régimen necesitaba dar un golpe de fuerza para demostrar que seguían siendo los vigías de Occidente y más después de la voladura de Carrero Blanco.

En el Goloso, donde fue el simulacro de juicio se condenó a muerte a José Humberto Francisco Baena Alonso, Ramón García Sanz, José Luis Sánchez-Bravo Solla, Ángel Otaegui Echevarría y Juan Paredes Manot.

Al resto se les conmutaron las penas por treinta años de cárcel, de la que salieron también amparados por la ley de Amnistia.

Con su presencia, este sábado día 25 de Septiembre les escucharemos contar como se desarrollaron los hechos que vivieron y podremos hacer un análisis del auge que la ultraderecha está teniendo en nuestro país. Si damos voz pública a los sociópatas es posible que las muertes de estos jóvenes se repitan.

Si de algo puede servir conocer la historia es para mostrarnos el camino por donde no caminar. Hemos visto hace unos días como unos policías escoltaban a la manifestación nazi por Chueca, comprobamos con rabia como los lazos entre las fuerzas de seguridad del Estado y la ultraderecha no solo no se han deshecho sino que siguen presentes y con brío. Como en los tiempos que nuestros compañeros Pablo y Manuel, sufrieron.

Debemos memoria a los muertos de la Transición. Nos la vendieron como pacífica y no fue así. Cientos de muertos demócratas, jóvenes inocentes que buscaban un mundo mejor cayeron bajo las balas asesinas de las fuerzas de seguridad y de la ultraderecha. Y lo peor es que jamás se hizo justicia, que los asesinos jamás pagaron por sus delitos.

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