El devenir de una pareja
Es verdad que un texto, unos actores y un director bastan para para hacer teatro. Y también es verdad que para hacer buen teatro hacen falta un buen texto, unos buenos actores y un buen director. Es lo que hay en “Tres cosas”, la obra que se representó los días 20 y 21 de noviembre en Sala Escena Miriñaque, enmarcada en el ciclo La Alternativa.
Producida por la sevillana Sala Cero y escrita por el estadounidense Scott Organ, la interpretan Candela Fernández y Elías sevillano, dirigidos por José Pascual. “Tres cosas” es obra de texto y actoral.
De un texto, en el que se suceden tópicos y lugares comunes, pero que resulta eficaz para transmitir los estados de ánimo que se alternan en los personajes, desde que se conocen una noche, que les dejó gratos recuerdos, hasta un final feliz, pasando por reencuentros y despedidas, que alteran y recomponen sus emociones, al hilo de un acontecimiento, que les afecta como pareja, y que se remonta a aquella noche.
Un texto para unos actores, que sobre el escenario desarrollan un trabajo, en el que Candela Fernández adecúa su interpretación, entre la indecisión y la resolución del conflicto personal de su personaje -Cris- hasta que el personaje que encarna Elías Sevillano -Dani- lo asume también como suyo, en una actuación de escasos recursos interpretativos, monótono en los lenguajes verbal y gestual, en el transcurso del devenir de una relación de pareja, como el de tantas, afectada por un hecho existencialmente, tan importante como decisivo, en el que van apareciendo los típicos y tópicos miedos -al compromiso, al fracaso-, la incertidumbre sobre los recursos personales para asumirlos, la inseguridad.
En un escenario ocupado por dos sillas y una cama-sofá -no un sofá-cama, por el orden de aparición-, el director imprime un ritmo ágil a una representación, en la que los diálogos comportan un incesante intercambio de emociones, por el que la incomprensión se compadece con la avenencia; el reproche deja paso al perdón; la intención tarda en convertirse en actos; el amor se va fraguando… Todo ello salpicado con un humor de media sonrisa, que en especial Candela Fernández saben matizar.
No, no les voy a contar qué pasó aquella noche, que conflicto provocó en los personajes, que quisieron hacer y no hicieron, cuál fue el final feliz… Es muy probable que lo supongan todo, pero no lo sabrán si no ven la función. Y si la ven, pasarán el rato. Y aplaudirán. Claro, que ya no podrá ser en Santander.