La reina del Palacio
Hay un cuadro con fotos antiguas en el Palacio de La Magdalena en el que, en lo que parece ser un efecto de los revelados de la época, algunas caras se repiten sin que haya debajo un cuerpo que las sustente. Suficiente para que por Palacio se comente que en realidad eran fantasmas.
Es uno de los secretos del Palacio (y muchos otros van de cuadros también, pero prefiero ponerme enigmático) que aprendí, aprendimos, de la mejor guía posible, Lola Sainz (en el móvil de muchos, Lola Palacio o Lola Magdalena, el nombre que mejor le pegaba a alguien que siempre rehuyó los apellidos, los de todos y los suyos).
La directora durante tres décadas del Palacio de La Magdalena acaba de fallecer, acabamos de enterarnos. Divertida, provocadora, una mujer que se rebeló contra las estirpes y contra muchas convenciones desde los contextos en los que más difícil resulta hacerlos.
Empezó como doncella y acabó como reina, en el camino ha enseñado a muchas guías, a muchos profesionales. Si el Palacio, con sus contradicciones (la institución que evoca a la monarquía, pero también al legado republicano que inspiró lo que luego fueron los cursos del verano), es historia de la ciudad, Lola lo es también.
Profesional del turismo, los eventos y las relaciones públicas, anfitriona de las de no preguntar quien eres, es (era, que raro escribirlo siempre, como falla el lenguaje ahí) tal vez una de las personas que, junto a la pintora Gloria Toner, mejor conozca los pliegues de la Bahía de Santander, que veía desde su almena (otros dirían despacho). Hablando de dibujar, se va a compartir viñeta con su amigo Oscar Muñiz, fundador de la tienda de cómics Nexus-4, agitador cultural, que se fue este verano y de quien era amiga íntima.
Hace poco me dijo, en un privado por Twitter, que lo que escribí de Oscar Sánchez cuando se hizo un Batman le hubiera gustado a él. Espero que esto te guste, reina.