«O te sometes a las condiciones y la forma de trabajar, o te vas a la calle»
El periodo navideño, con la llegada de Papá Noel y Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, resulta especialmente ajetreada para las empresas de reparto. Y más cuando ya tenemos implantadas algunas empresas, como Amazon, que son capaces de vender casi cualquier artículo que se nos pueda ocurrir.
En este caso, los renos y los camellos son personas que se pasan largas horas al volante para poder llevar todos los pedidos a lo largo y ancho de nuestra geografía. Y lo hacen con unas condiciones laborales que reflejan una precariedad que nada tiene que ver con los beneficios que después obtienen esas empresas.
Marcos Palazuelos trabaja para AT Operalia, una subcontrata de Amazon, el gigante tecnológico estadounidense, que tiene sede en Polanco. Es una práctica habitual que vemos en el sector público, con contratos adjudicados a empresas, pero también en el sector privado, y que varias grandes empresas llevan a cabo en nuestro país.
Es como una forma de derivar una actividad con la intención de que a la matriz le salgan más baratos sus costes, pero sin que se resientan sus ingresos. Lo malo es cuando hacer las cosas así se traduce en precariedad laboral para sus trabajadores.
Marcos explica en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, que les está costando mucho recibir un trato que les respete como mano de obra trabajadora y que cumpla con la normativa laboral. «La empresa se asentó hace dos años y medio y ahora ya hemos conseguido hacer unas elecciones sindicales», cuenta. Él está en el sindicato USO, que es precisamente el que ha ganado esas elecciones.
El periodo navideño es un momento en que todo va a más. «Los paquetes se salen por la puerta de la nave», dice. Es una forma de hablar, pero indica claramente que es un momento álgido del año. Pero no el único. Las campañas de estas empresas resultan agresivas y se van cuadrando durante todo el año para tener muchos momentos de atención e incremento de ventas.
Este trabajador subraya que hay personas que piden cosas compulsivamente, direcciones a las que los repartidores acuden todos los días. Algo semejante a la ludopatía. El estímulo del precio rebajado. A él no le parece mal el modelo, porque, al fin y al cabo, es lo que le da de comer, «pero entiendes al pequeño comercio», que sufre ante la proliferación de estas empresas con tanta capacidad de crecimiento.
Marcos cuenta que AT Operalia tiene unos 80 trabajadores en este momento, aunque él ha vuelto hace poco. Sufrió un despido junto a dos compañeros suyos. En cuanto la empresa detectó que estaban tratando de organizarse sindicalmente, se vieron de patitas en la calle. 10 meses después, la justicia obligó a su readmisión. «10 meses en casa sin cobrar son muy largos», cuenta.
» O te sometes, o te vas a la calle», resume Marcos. Sin embargo, advierte de que no se va a rendir ni a plegar ante el modelo laboral de la compañía. «No van a poder con nosotros». Tras la readmisión, se han dado cuenta de que hay al menos unos derechos que se les respetan. Ya han hecho elecciones sindicales (otras subcontratas de Amazon en España todavía no lo han conseguido), ya han podido montar un comité de empresa (aunque «tardamos tres meses en reunirnos con ellos para conocernos») y también han conseguido que «los horarios se empiecen a respetar un poquito, porque antes teníamos jornadas de 14 horas, y ganamos 1.000 euros».
Se trata de una multinacional de las más grandes que existen, pero él se muestra seguro de seguir con la «lucha», sin importar el tamaño del monstruo con el que deben enfrentarse. Y la comunicación resulta inexistente con la matriz, que tiene un «entramado enorme», con mucho peso de los abogados y también con mucho control de lo que se dice de ellos, hasta el punto de tener muy controlado lo que se dice de ellos por Internet y a través de los medios periodísticos. Y les ocurre incluso con su propia empresa, con la que tienen muchos filtros que pasar para poder comunicarse, «sobre todo con la parte de arriba».
«Tenemos características similares a las de los riders, aunque sin la misma dependencia horaria», explica Marcos. Trabajan con un contrato de fin de obra. «No hay otros modelos de contrato para los repartidores».
Tienen un convenio de mensajería desde hace aproximadamente una década, y quisieran tener el de paquetería, porque recogería unas condiciones un poco mejores. Pero la empresa quiere que se mantenga y que no se les aplique el de transporte de mercancías por carretera. Por eso, «los vehículos son de menos de 2.000 kg para no tener que llevar tarjeta de transporte» y salen a menudo con «excesos de carga», lo que conlleva multas a la compañía, por una cuantía «de 4.001 euros», pero eso les sale rentable pagarlo, según este trabajador. Eso, sin embargo, también supone un riesgo para los conductores, como el llevar, muchas veces, «neumáticos en mal estado». Así es más probable tener un accidente de tráfico.
Preguntado por la actual ministra de Trabajo, Marco afirma que «a Yolanda Díaz le diría que se viniera conmigo una mañana para que viera las condiciones y después le enseñaría la nómina».
En definitiva, Amazon es una compañía que «tiene el modelo pensado para ganar mucho dinero», con un componente tecnológico en el que un ordenador pueda diseñar todas las rutas de reparto que hay que hacer, y además «se conoce la normativa de cada país» para que las derrotas judiciales sean pocas y su modelo pueda continuar inalterado para exprimir la rentabilidad.