Te quiero Abuela
Nadie sabe exactamente cuándo apareció ahí la pintada. Fue hace semanas cuando este ‘Te quiero Abuela’, escrito con trazo rápido ilustró el bajo de un local vacío de Santa Lucía, justamente frente a la puerta de la residencia de ancianos del número 51 de esa céntrica calle.
No sabemos quién es la destinataria del mensaje, pero entendemos que será una de las residentes a quien la cariñosa gamberrada del nieto habrá llenado sin duda de alegría, porque ¿a quién no le gustaría recibir un mensaje así?
En la ordenanza municipal de limpieza de Santander, esta pintada se considera una infracción leve y está penalizada con una sanción de entre 90 y 300 euros. Una cifra que, de ninguna manera, paga el amor hacia una abuela, pero la ordenanza no cita el amor en ninguno de sus apartados.
Las navidades son, tradicionalmente, una fecha de encuentros y de reuniones familiares. Ya lo decía la canción del almendro: «vuelveeee a casa vueelve, por Navidad». Y, si no puede ser en casa, habrá que ir a la residencia y si hay que decirle al abuelo o a la abuela lo mucho que se le quiere, pues igual no es tan mala idea armarse de valor y darle una sorpresa, aunque sea saltándose ‘un poco’ las normas.
SORPRESA ENTERNECEDORA
Realmente a los vecinos de la zona, la pintada, más que molestarles, parece incluso emocionarles. Desde Oscar que afirma que le parece «de una ternura sorprendente», hasta Jimena, a quien, según lo ve, no se le ocurre «nada más bonito».
Los trabajadores de estos centros reconocen que, muchas veces, las visitas y mensajes de cariño de los familiares y vecinos hacen más por el bienestar de los mayores que cualquier tipo de medicación. Una visita, una carta, una llamada o un regalo suponen una enorme dosis de vitalidad para las personas que viven en estas residencias.
La irrupción del COVID ha limitado este tipo de visitas. Antes, familiares y amigos circulaban por los pasillos y accedían a las habitaciones sin problemas, pero ahora hay que cumplir las medidas sanitarias y las visitas se centran en zonas específicas para evitar la propagación del virus. Lo que se ha pretendido es adaptarse a las exigencias sanitarias para recuperar ese contacto que durante meses estuvo tan limitado.
INYECCIONES DE ÁNIMO
Las nuevas tecnologías también han ayudado a mantener estas relaciones y, cada vez más, los mayores, los mismos que no vieron un teléfono móvil hasta acumular ya más de medio siglo a sus espaldas, se están familiarizando con las videoconferencias que les permiten ver y hablar con sus seres queridos. «Al principio se sorprendían mucho. Es muy gratificante acompañarles en esos momentos en los que pueden ver a sus hijos, nietos y demás a través de una pantalla, porque su felicidad es absoluta. Están encantados con ‘esas modernidades’, como ellos dicen», comenta para EL FARADIO una trabajadora social habituada a presenciar este tipo de contactos ‘online’.
Todas las visitas son un importante aporte de felicidad, pero los trabajadores de las residencias coinciden en que son las de los nietos pequeños, siempre cargados de vitalidad, las que más animan a estas personas mayores.
El de la pintada de Santa Lucía ya no era tan pequeño, a juzgar por el trazo, pero su determinación a la hora de mostrar su amor hacia su abuela, ha hecho que muchos se planteen la importancia de decir más eso de ‘te quiero’ a quien lo merece.