«Las fuerzas de la reacción amenazan con llevarnos a tiempos oscuros del siglo XX»
Pedro Vallín trabaja en el periódico La Vanguardia, pero reconoce sentirse algo extraño, porque tuvo experiencias periodísticas distintas antes de convertirse en cronista político. Fue pasados los 40 cuando comenzó a desarrollar este trabajo.
Y es algo que tiene que ver en el trabajo literario que acaba de publicar con Arpa editores y que presenta este sábado (19:30), en la librería La Vorágine de Santander. Un evento para el que es necesaria inscripción previa para asistir, y que se podrá seguir en directo a través del canal de YouTube de la librería de la calle Cisneros de Santander.
Vallín cuenta, en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, que su ‘C3PO en la corte del rey Felipe’ tenía, como idea inicial, ser una «antología de piezas relacionando cine con política». La idea del título proviene de la obra de Mark Twain ‘Un yanqui en la corte del rey Arturo’, y termina por ser una crónica del tiempo político que se vive en España en los últimos años.
«Me parece que el retrato tiene algo de autoirónico, porque C3PO es una cosa que está estorbando casi siempre, que habla demasiado, que no contribuye mucho al éxito de sus compañeros y que es bastante impertinente e inoportuno», dice Vallín, y es algo que le parece una «buena forma de describir al cronista que narra el actual tiempo político».
Por esa tardanza en llegar hasta la información política, Vallín se ve como un «paracaidista que viene de otras cosas y que es un personaje un poco ajeno» y que «ve con cierta perplejidad lo que ocurre». Tardando un poco en cogerle el aire a lo que observa.
Ahora Madrid es su sede, siguiendo la información de la parte del Gobierno central que gestiona Unidas Podemos. Y remarca la comparación entre ‘Madrid la corte’ con ‘Madrid la villa’. El mundo de la política no funciona al mismo ritmo de la sociedad, y la referencia a la capital es habitual desde otros lugares de España, como si allí ocurriese todo lo interesante y lo que sucede en otros sitios careciese de importancia. Pero Vallín que se trata de una «campana de eco cerrada, un ecosistema viciado».
Además, asistimos a un escenario de especial crispación. Ese es un concepto que parece estar siempre presente, es una especie de constante que, como mucho, sufre cambios de intensidad. Ahora estamos en un ‘in crescendo’.
Vallín pretende, en su obra, «ver qué nos ha traído aquí». Y lo que refleja es «que estamos en una encrucijada. No es la primera vez. De nuevo estamos en un enfrentamiento entre atrasistas y progresistas. Estamos en un momento en que el muelle y el barco se están separando, y tienes que ver dónde pones los pies, porque si pones uno en cada sitio, te irás al agua», explica.
El escándalo, el grito permanente, la escasez de argumentos y la falta de capacidad para poder tomar decisiones acordadas en un momento tan delicado como esta pandemia ya son la muestra paisajística habitual. «Es un tiempo un tanto oscuro, donde las fuerzas de la reacción amenazan con llevarnos a tiempos aún más oscuros del siglo XX», dice el autor.
Ejemplo de esto lo hemos vivido con lo sucedido en el Congreso de los Diputados el día de la votación para convalidar el decreto puesto en marcha por el Gobierno de España para tener una nueva reforma laboral. «No es uno de los mejores episodios», estima Vallín.
Pero lo que también dice es que algo como lo que hicieron los diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, era algo que «más que probable». Añade que «durante estos 2 años hemos visto a estos dos diputados, y a ratos su estridencia tapa la de VOX». Por eso le sonaba un poco raro que el PSOE estuviera seguro de que la votación saldría adelante sin contar con el apoyo de ERC, PNV y Bildu. En cuanto al error del diputado del PP Alberto Casero a la hora de votar, dice que es algo habitual y que esto ha resultado ser «otro episodio para el sainete».
Preguntado por el juicio de Pablo Iglesias e Irene Montero contra un periodista por acosar a sus hijos, señala también la responsabilidad de los medios de comunicación en que haya situaciones que se vayan de las manos. «Todo el mundo sabe lo que es un escrache», pero lo sufrido por el exvicepresidente del Gobierno y la ministra de Igualdad cree que «no tiene parangón» con otros sucesos que se hayan podido vivir en España o en países de nuestro entorno.
Lo más peligroso para Vallín es que esto se ha normalizado de una forma que no hubiera sucedido en otras situaciones. «Nadie se cree que el Ministerio del Interior hubiera tolerado casi un año con personas delante de la casa de Rubalcaba, Álvarez-Cascos, Teresa Fernández de la Vega o Soraya Sáenz de Santamaría».
Después se fue más allá todavía. «Aún más grave lo de los niños. La persona que los cuidaba recibió llamadas y visitas a su casa» para saber cosas de la familia. «Hasta que se quedaron sin cuidadora», dice el periodista, cansada y asustada por el acoso que estaba sufriendo. «Esto mediáticamente se ha tolerado, hubo un momento en que valía todo», denuncia.
«Tiene que ver con el carácter retador de Iglesias, pero también creo que hay un desprecio de clase. Me cuesta pensar que otros hubieran pasado por lo mismo, incluso de su mismo arco» ideológico. Vallín piensa que esto es algo que no le sucederá a personas como Íñigo Errejón o Yolanda Díaz. En general, piensa que este asunto de Iglesias y Montero «dice muy poco y feo de nuestra profesión».
Sin embargo, cosa muy distinta pasó con Albert Rivera, cuando decidió dar el salto a la política nacional encabezando a Ciudadanos. «Nos lo vendieron como el nuevo Kennedy, muy válido, inteligentísimo, casi como que había nacido con un talento natural para la política», recuerda.
Ahora, sin embargo, ha vuelto a la actualidad por su salida del bufete de abogados donde recaló tras abandonar la escena mediática. «Tras un Congreso, Rivera convierte un partido socialdemócrata en neoliberal, que aboga por la disminución del Estado y la desregulación del empleo, y ahora aparece un episodio como este, en que si hay que creer al bufete de abogados, le han echado por gandul redomado, y encima pide una indemnización como de despido de fútbol», comenta Vallín.
El periodista dice sentir pena por excompañeros de Rivera como Francisco Igea, que afronta este domingo las elecciones en Castilla y León liderando a la formación naranja. «Ha hecho todo por salvar su escaño por Valladolid», defiende, y «se ha batido bravamente en esta campaña con todo en contra».
Extiende ese sentimiento a diputados de Ciudadanos en el Congreso como Edmundo Bal y Sara Giménez. «Hay políticos que sí trabajan y tienen conocimientos, pero acabará su trayectoria política porque estaba Rivera», alguien que «se creyó que le habían dado una puerta giratoria, pero se ve que el bufete quería que trabajara», concluye.