Sobre la promoción del uso de armas en menores del Gobierno de Cantabria
Miriam Gómez Pérez, Responsable del área feminista del STEC
A las familias de Cantabria nos gustaría que este gobierno fuera tan generoso con los gastos derivados de material escolar, de los campamentos o de otras actividades extraescolares, para que nuestras criaturas puedan formarse en las distintas artes o participar en actividades deportivas. Ojalá no dependiera de los sueldos de las familias que disfrutaran de actividades culturales o pudieran acudir gratis a los centros deportivos y que nuestros políticos estuvieran tan preocupados por esta cuestión o fueran tan generosos como con los permisos de caza. Sin embargo, esto no es así, la cuestión es que las familias pagamos tasas por cualquier actividad que organizan nuestros ayuntamientos o el gobierno de Cantabria en cualquiera de sus consejerías, y que hay una clara deficiencia en este sentido que debería corregirse. Claramente nuestro gobierno prefiere promocionar la caza que la música, la pintura o el deporte, por poner algunos ejemplos.
Por otro lado, como madre y como docente, me gustaría que todo aquello que se trabaja dentro de las familias y las aulas para favorecer una cultura contra la violencia y en favor de la paz no fuera contrarrestado por los medios audiovisuales que maneja nuestro alumnado en forma de series, películas, videojuegos, etc., pero no parece que dicha preocupación sea compartida. Además de no pensar en ello, el ejecutivo cántabro fomenta y promociona espacios donde poder ensayar, practicar o experimentar toda esa violencia que viven a través de las pantallas. Como docente y madre de una criatura en esa edad, reconozco que el hecho de poner armas en manos de nuestra infancia y promocionar que salgan a cazar animales, supera mis peores expectativas en relación a este gobierno.
Quisiera recordar que la Organización de Naciones Unidas aconseja que a los adolescentes y los/las menores se les aleje de situaciones donde se produzca un maltrato animal, así como recordar que el artículo 24 de la Ley de protección integral de la infancia y la adolescencia frente a la violencia advierte a las administraciones públicas competentes para que adopten las medidas de sensibilización, prevención y detección precoz necesarias para proteger a las personas menores de edad frente a los procesos en los que prime el aprendizaje de modelos de conductas violentas... Entendemos que lejos de tenerse en cuenta dichas orientaciones, se desprotege a la infancia y la adolescencia promocionando su exposición a situaciones de violencia. Vivimos en una sociedad en la que sustraerse a la violencia que nos transmiten los medios audiovisuales, los videojuegos o las redes sociales es muy difícil, pero que de forma tan gratuita la Administración permita e incite a nuestros adolescentes a que vivan y participen en primera persona de esta violencia nos parece impresentable.
Pero qué podemos esperar de un gobierno que realiza un convenio con las empresas de casas de apuestas para que vayan a los centros educativos a dar charlas para prevenir la ludopatía, otro convenio con Repsol para que enseñe a nuestra infancia lo que es el desarrollo sostenible o con Amazon mientras realiza campañas de promoción del comercio local.
En estos momentos en los que parece que empezamos a salir de esta tremenda pandemia, que ha tenido claras repercusiones en la salud psicosocial de la infancia y la juventud, y por la que tanto desde los servicios de salud mental como desde los centros educativos intentamos llamar la atención del Gobierno de Cantabria para que desarrolle una estrategia de choque, con medidas de prevención, detección e intervención; lo que menos se necesita es promocionar que los niños y niñas y adolescentes dispongan de permisos de caza y acudan a cazar animales con sus familias.
Esta sociedad se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbres, con situaciones muy complejas en las que nuestra infancia tendrá que desplegar todo tipo de herramientas. Espero que entre ellas no se encuentre el manejo de armas. Espero también que el gobierno autonómico vaya pensando cómo afrontar los problemas psicológicos y emocionales de la infancia, adolescencia y juventud después de la pandemia y deje de poner a los zorros al cuidado de las gallinas sin reflexionar acerca del impacto que dichas medidas pueden tener en el resto de la sociedad a corto, medio y largo plazo.