‘Putas de campo’ se presenta esta semana en Laredo
Para rescatar del olvido que el mundo de la deportación nazi también fue un mundo de mujeres y que éstas sufrieron increíbles historias, el Colectivo Memoria de Laredo presenta el libro de Fermi Cañaveras. PUTAS DE CAMPO, editado hace apenas tres meses y que ya cuenta con una segunda edición.
La presentación tendrá lugar el jueves 3 a las 19.30 horas, en la Casa de Cultura de Laredo, con la propia autora. En la charla y posterior coloquio se contará también con la participación de María Toca, feminista y escritora, directora del Blog LA PAJARERA MAGAZINE.
PUTAS DE CAMPO es una novela histórica que recoge las vidas de varias mujeres en el campo de concentración de Ravensbrück, cuya traducción al español sería el puente de los cuervos. Allí conocieron el infierno.
Ravensbrück es la culminación de un proyecto basado en aniquilar mujeres. Estamos hablando de crímenes específicos de género, como abortos forzados, esterilización, prostitución forzada.
Este libro es el resultado de cuatro años de investigación y sobre todo es un homenaje a todas las mujeres borradas de la historia.
«Me van a matar y no voy a poder contarle al mundo lo que hacen aquí con las mujeres», pensó Isadora. María es una joven estudiante de Historia. Una mañana de resaca de un viernes cualquiera encuentra una foto de Isadora en la que tan solo se le ve el pecho; en él, unas palabras tatuadas: FELD-HURE
María se siente terriblemente atraída por Isadora y necesita conocerla y romper el silencio que ha acompañado este episodio por el que la historia ha pasado de puntillas.
Fermina Cañaveras cursó estudios de Geografía e Historia en la UNED. Su vida está dedicada a la investigación.
Nacida en Torrenueva (Ciudad Real), vive a caballo entre Madrid y Ciudad Real. tras un viaje a Polonia y una visita al campo de concentración de Auschwitz, sintió la necesidad de contar lo que sucedió en los campos de exterminio, sobre todo a las mujeres.
Es en 2014 cuando empieza a indagar y a centrarse en Ravensbrück, situado a 90 kilómetros de Berlín, un campo específico para mujeres, uno de los más duros y siniestros, el gran olvidado
Según recuerdan foros especializados en memoria, Ravensbrück fue el único campo de concentración nazi importante destinado casi exclusivamente a prisioneras mujeres. Estaba ubicado al norte de Berlín, en una hermosa zona arbolada, cerca de un pequeño pueblo con el mismo nombre. Se ordenó la construcción del campo en noviembre de 1938 y se terminó en abril de 1939.
En mayo de ese mismo año llegaron las primeras mil mujeres desde el campo de Lichtenberg que se estaba cerrando. La población de prisioneros se expandió con el correr de los años, a medida que llegaban reclusas de otros campos y guetos que se cerraban. Entre 1939 y 1945, aproximadamente 132.000 mujeres prisioneras de más de veinte naciones pasaron por allí; muchas de ellas con niños y bebés. En 1941, varios miles de hombres se sumaron a la población del campo, aislados en un pequeño sub-campo construido junto a la instalación principal.
El Ejército Rojo llegó al campo a fines de abril de 1945; para ese momento, los nazis antes de huir lograron destruir casi todos los registros y papeles del campo.
En los primeros meses del campo, había muchas mujeres alemanas y polacas. A medida que la población del campo aumentó de tamaño, hubo un número considerable de mujeres judías y gitanas de toda Europa, como así también grandes poblaciones de prisioneras políticas de Polonia, Alemania, Austria y la Unión Soviética. La población del campo estaba constituida mayormente por mujeres y el personal también. Ravensbrück fue el principal campo de entrenamiento para guardias de las SS mujeres. Muchas de las guardias nazis más infames y brutales pasaron tiempo allí.
Ravensbrück era también un campo de trabajo y todas las prisioneras que estaban lo suficientemente sanas como para trabajar eran obligadas a pasar doce horas al día llevando a cabo tareas físicas duras; muchas de ellas en una fábrica grande a cargo de la empresa Siemens. Se hacían selecciones rutinariamente para ‘eliminar’ a aquellas mujeres que no estaban en condiciones de cumplir con estas tareas agotadoras.
También realizaban experimentos médicos: muchas personas murieron a causa de las operaciones, pero algunas sobrevivieron, heridas y minusválidas, y testificaron en contra de los médicos implicados después de la guerra. Además, Ravensbrück fue el principal proveedor de mujeres de los burdeles establecidos en muchos campos nazis importantes hacia el final de la guerra.
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