Que el viento nos influye es algo que tenemos muy claro por aquí: cuando sopla el Sur en Santander se recibe por detrás porque todo se altera –algunos pensamos que nos volvemos cuerdos en lugar de locos—y Cantabria el cielo rosado rojo de esos días anticipa un rojo más fuerte que en los montes prácticamente vemos como sangre.

Primero han sido los coches. Después, las terrazas de los bares que estuvieran montadas durante la noche. Luego, paseando por las calles, las propias aceras (en la Plaza del Ayuntamiento hemos visto como se trataba de combatirlo con agua). Hasta las casas, si te has dejado la ventana abierta, han acabado teñidas de rojo, porque es polvo del desierto y pesa más.

Se llama calima y es una masa de aire extremadamente seca y con abundante concentración de arena que se forma sobre el Sáhara y en ocasiones acaba llegando mucho más allá. En Canarias, enfrente, están muy acostumbrados, pero esta vez –no es la primera—ha llegado hasta el Norte, como antesala de una semana muy saharaui y un recordatorio de que no estamos tan lejos.

En Cantabria, la tierra acostumbrada a recibir los veranos –salvo que la extrema derecha le ordene lo contrario al PP municipal, porque el argumento de la pandemia no impidió al menos la ayuda el año anterior-  a los niños de Vacaciones en Paz, procedentes de los campamentos, que se refugian aquí de las altas temperaturas del desierto durante esos meses, se acumulan esta semana los recordatorios de los lazos que tenemos con ese pueblo

-Este fin de semana, la activista Sultana Jaya recibirá el Premio Esther García a la Lucha Popular que concede ACPT en recuerdo de su carismática fundadora, ya fallecido, y que Sultana no podrá recoger en persona porque está en arresto domiciliario por Marruecos.

-A San Vicente llega este miércoles, no el polvo sino la exposición ‘En pie entre el polvo y la arena. Jóvenes por los derechos del pueblo saharaui’ de la fotoperiodista Nuria Gonzalez, que podrá visitarse en el Castillo del Rey, y que es una de las actividades que están organizando  las entidades Mundubat y Cantabria por el Sáhara, integrantes de la Coordinadora Cántabra de ONGDs.

 -Por aquí se celebrará este fin de semana un encuentro de los Observatorios de Derechos Humanos sobre el Sáhara Occidental de varias comunidades autónomas, organizado por el Observatorio Cántabro

-Y en el Centro Social Smolny habrá el viernes una sesión para conocer la situación del pueblo saharaui a cargo de ALOUDA.

Todo eso aquí.

Porque de donde viene el viento están en Guerra: cansados de años de promesas y falta de soluciones, y después de la ruptura de un alto el fuego por incursiones en su zona, se han alzado en una guerra que está llevando a muchos niños de Vacaciones en Paz a hacerse hombres en el frente. Es una guerra cercana: si  la medimos en kilómetros, a menos distancia que los casi cinco mil kilómetros de Ucrania; y si medimos en lazos, es en un territorio que, literalmente, fue España.

De donde viene el viento no tienen tierra. En realidad, sí. Lo que no tienen es Estado. Y eso que toda la comunidad internacional se lo reconoce.  A ojos legales, España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara, su antigua colonia, y Marruecos, la potencia ocupante a la que España le transfirió el control sin contar ni con la voluntad del pueblo ni con la legalidad internacional.

De donde viene el viento les expolian. Ya no sólo lo dicen las ONGS que lo venían documentando, como el documental de Mundubat que junto a Cantabria por el Sáhara están haciendo recorrer distintos puntos de Cantabria. Lo dice hasta la justicia europea, que ya confirma que Marruecos usa –y comercia, y vende, y genera beneficios para empresas, algunas europeas, algunas españolas—los recursos pesqueros y naturales en general del Sáhara-

De donde viene el viento hay represión. Cosas hasta rutinarias aquí como manifestarse, escribir de forma crítica, e incluso celebrar un partido de fútbol que haya ganado otro país llevan a la persecución policial, la cárcel o a juicios -es un decir, juicios sin testigos—en los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Lo saben en Equipe Media, que lo documenta, con riesgo para su integridad. Lo sabe Sultana, cuyo confinamiento forzoso no es suficiente condena y ve como se va aderezando con asaltos, agresiones físicas e incluso sexuales.