Un libro al Guache
El 22 de marzo de 2021 se inauguró una exposición con una pequeña parte de la obra pictórica del artista cántabro Luis Polo del Campo.
El espacio expositivo que la acogió fue la pequeña Sala de la Fundación Bruno Alonso, de Santander, que preside el escritor, editor, antólogo y crítico Luis Alberto Salcines. Fue este quien, con el acuerdo y colaboración de la familia del pintor, organizó la exposición, y han sido ellos quienes apenas un año después, el 4 de marzo de 2022, han presentado y puesto en las librerías, R&R Ediciones mediante, una espléndida publicación, en la que se contiene prácticamente toda la obra de un artista, al que, fallecido hace algo más de 30 años, se debía, cuando menos, un recuerdo y un reconocimiento, negados ignoro por qué razones, quizá porque su talante sencillo y desprendido, no frecuente en ámbitos de creación artística, contribuyó a ello, si bien se me antoja que son cualidades añadidas a su obra, propiciadoras de un homenaje.
En cualquier caso, este libro supondrá, para muchos interesados en la pintura del siglo XX en Cantabria, el descubrimiento de un artista, de obra repartida en muchas colecciones, además de las que conserva el Ateneo y el MUSAC de Santander, y que está volcada en muchos y variados temas de interés estético.
Luis Polo del Campo fue, ante todo un dibujante, que de sus líneas hizo pintura: líneas geométricas, definitorias del dibujo técnico, que hablan de su condición de perito industrial –hoy ingeniero técnico-, transustanciadas en dibujo artístico en sus cuadros, la mayor parte de pequeño formato, pródigos en temas, formas y colores, pues son muchos los aspectos de la realidad, que movieron sus rotuladores, lápices y pinceles. Y es una la técnica predominante, casi única, la del guache.
Su paso por Paris (1956), becado por la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Santander no modificó sustancialmente su modo de ser y estar en el arte, por más que en sus obras, sobre todo la cartelería se caracterice por “la brillantez cromática y la modernidad en el diseño, con abundantes datos vanguardistas, predominando las composiciones diáfanas y sintéticas de rasgos geométricos muy marcados y ausentes de perspectiva”, como escribe Maica Polo Sobrón, hija del pintor, en un texto introductorio al libro, y que tanto podrían aproximarle al fauvismo, como al cubismo.
No obstante, Luis Polo del Campo (es obligado el segundo apellido, por cuando su padre, Luis Polo Martínez-Conde, también fue pintor, como lo es Luis Polo Sobrón, su hijo) desarrolla una extensa obra, en la que geometría se compadece con el realismo figurativo, trufado de un naturalismo en escenas al aire libre, en contacto con la tierra o con el mar, si bien el artista nunca pinto del natural.
“Luis Polo del Campo (1909-1991). Recuperación, reivindicación, descubrimiento” está prologado por su hijo, Luis Polo Sobrón, con palabras que evocan momentos vividos en su adolescencia y juventud junto a su padre en su actividad creativa. Siguen dos textos introductorios, firmados por Luis Alberto Salcines, “Trayectoria vital y artística”, y por Maica Polo Sobrón, “Biografía artística”, que en buena medida se solapan mutuamente. Ambos textos están ilustrados por distintas modalidades de la obra del pintor, y alguna fotografía en la que él aparece.
Las 127 páginas siguientes, que completan la publicación, se reparten los temas que fueron objeto de atención estética del pintor, desde la cartelería –para eventos deportivos, taurinos, culturales, lúdicos…, sin perjuicio de los publicitarios-, hasta las ilustraciones para un libro ajeno de poemas, nunca publicado, pasando por estudios de uniformes militares, por los que tuvo una sostenida afición; y por las escena de burdeles, tabernas y otros tugurios, protagonizadas por marineros en tiempo de asueto, cuadros en los que la viveza del color dota de movimiento a las figuras que bailan, y luminosidad a los espacios, donde los personajes celebran libremente la vida, aunque no falten gestos de alguna languidez; y por paisajes portuarios y rurales, algunos exentos de figuras, otros con personas empleadas en labores marineras o agrícolas, o simplemente paseando por las calles de una ciudad; y por escenas de guerra, la civil española, con toda su carga de simbolismos a cuestas; y por una amplia representación de caricaturas, tanto de personajes populares de Santander, como de escritores y políticos locales nacionales, europeos y americanos, todas con trazos lineales limpios y delicados, siempre amables con los caricaturizados, entre los que figura, en más de una, el propio artista.
Salvo algún dibujo –pocos- a tinta o sanguina, la obra de Luis Polo del Campo responde a la técnica del gouache.