Blanca Portillo cierra la temporada del Palacio de Festivales, con la que finalizan las celebraciones por el 30 aniversario
El Palacio de Festivales de Cantabria ha programado esta semana el último ‘Jueves clásico’ de la temporada actual y la doble función de ‘Silencio’, de Juan Mayorga y con Blanca Portillo.
Se trata de dos espectáculos de música clásica y de teatro, respectivamente, que sirven para cerrar la tercera temporada especial que se ha programado para conmemorar el 30 aniversario del Palacio de Festivales y en la que se ha recuperado la lírica tras diez años sin programar este género.
Así, el jueves, a partir de las 19.30 horas, la sala Pereda recibe a Judith Jaúregui que en su interpretación al piano estará acompañada del Cuarteto Gerhard, formado por Lluis Castán Cochs y Judit Bardolet Vilaró al violín, Miquel Jordà Saún a la viola y Jesús Miralles Roger al violonchelo.
Ya para el viernes y el sábado se ha programado doble función de ‘Silencio’, en la sala Pereda y a las 19.30 horas, con texto y dirección de Juan Mayorga y protagonizada por Blanca Portillo.
Viernes 3 y sábado 4 de junio. Sala Pereda. 19:30 h | Teatro
‘Silencio’
Texto y dirección, Juan Mayorga, Con Blanca Portillo
Vestido con un traje de etiqueta dentro del que no acaba de sentirse cómodo, cumpliendo con el preceptivo protocolo, el dramaturgo, o acaso una actriz amiga a quien ha pedido que lo represente en el solemne acto, va a ingresar en la Academia pronunciando un discurso titulado ‘Silencio’.
Sus oyentes son los otros académicos, con los que comparte estrado, y las personas -familiares, amigos, colegas, autoridades, desconocidos…- que han venido a acompañarlo esta tarde. Va a hablar sobre el silencio en la vida y en el teatro, quizá también sobre el silencio en su vida y en su teatro. Y, sobre todo, va a viajar por silencios teatrales o literarios que han marcado su memoria y su imaginación -el silencio de ‘Antígona’, el de ‘La casa de Bernarda Alba’, el de la ‘Carta al padre’, el de ‘Woyzeck’, el de ‘La vida es sueño’, el de ‘La más fuerte’, el de ‘El Gran Inquisidor’, el de los frágiles personajes de Chéjov, el de las extrañas criaturas de Beckett, el de Sancho Panza…- y, arrastrado por el deseo de teatro, llegará a interpretarlos como si estuviese en un escenario.
Igual que a los espectadores, esos silencios pueden enfrentar, a quien escribió el discurso y a quien ahora lo pronuncia, con los silencios de sus propias vidas. Quizá quien pronuncia el discurso y quien lo escribió tengan, en cada momento, la tentación de callar. Quizá el silencio, que soporta el discurso y sobre el que el discurso indaga, ponga el discurso en peligro. Y quizá lo más valioso sea finalmente, por encima y por debajo de las palabras, poder escuchar juntos el silencio.