La ballena que salió del agua y se convirtió en un gigante
Sesenta mil euros de inversión –y el pago de licencias por entorno a mil—le bastarán a Progeral Ibérica para levantar la que será la cuarta gasolinera en la calle Repuente, en La Albericia, en este caso además literalmente al lado del
instituto de educación secundaria Cantabria, que ya venía desarrollando su actividad en un entorno hostil lleno de naves industriales, talleres mecánicos, hipermercados de los de compra en coche, y todo en la calle que acaba desembocando en los accesos a la S-20.
El movimiento ha despertado una reacción crítica entre la comunidad educativa, tanto del propio centro como otros, con concentraciones cada viernes a las 11 horas.
Progeral Ibérica es el nombre de la empresa que solicita la actividad, su marca es Ballenoil, creada en 2010 y que ya en su nombre nos remite a La Ballena Azul, la popular cadena de lavado de coches, de origen catalán, creada por David Querejeta, que en sus casi veinte años de trayectoria llegó a tener 160 centros de limpieza en toda España, en alianza con Juan Sanz, que trabajó 14 años en Exxon.
La base de las estaciones de lavado, dado que ya existían y se podían completar, o bien derivar ese suelo a otros fines, permitió agilizar los planes para crear una red que reivindica también su política de bajos precios con la que, asegura, pretende contribuir a que las demás del entorno rebajan también sus tarifas.
UN SECTOR EN EXPANSIÓN
En poco más de doce años, Ballenoil ya tiene presencia en País Vasco, Galicia, Extremadura, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha, Madrid, Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco.
El crecimiento se ha acelerado a raíz de la reforma legislativa que abrió el sector en 2013. En cinco años ha logrado duplicar su número de gasolineras.
Si bien en 2019, cuando las gasolineras low cost apenas representaban el 5% del total, Ballenoil ya había aumentado sus ventas un 20%, en 2020 retomó su plan de expansión, pese al momento COVID, y fue cuando comenzó su implantación en Cantabria.
Ese año tuvo en 2020 una cifra de negocio de 9,5 millones de euros, 2,6 más que el año previo, según refleja documentación del registro mercantil consultada por EL FARADIO.
Y en 2021 sumó 31 nuevas aperturas –superando sus propias previsiones, que eran 20– que le hicieron alcanzar las 165 en todo el territorio nacional.
Ese año la empresa superó la barrera de los 334 millones de litros aditivados vendidos, lo que supone un incremento del 42% con respecto al año anterior, y superando también la cifra de 16 millones de repostajes.
Para este 2022, su previsión era de abrir otras 22.
Y sus planes de expansión continúan: en el País Vasco, por ejemplo, aspira a sumar entre 20 y 25 de aquí a dentro de dos años, en Galicia son otras 20. Su plan de expansión a tres años aspira a conseguir superar la barrera de las 250 gasolineras tras invertir 40 millones de euros. En Cantabria proyecta, además de la de Repuente, otra en el entorno de General Dávila/El Alta, cerca del colegio Salesianos.
El conjunto del sector ha elevado sus ventas en un 50% a raíz de la crisis de precios en el carburante tras la guerra en Ucrania. Son las que más crecen. Ya son el 13,5% de todas las estaciones de servicio que hay en todo
AHORRO DE COSTES
La empresa trata de huir de la definición de low-cost (ellos emplean el “low-good”: low price – good quality), reivindicándose como la más importante de las independientes –ajena a los grupos tradicionales, como Repsol o Cepsa- y recalcando que no son sin personal.
El proceso de levantar una gasolinera es exprés: en diez semanas ya se tiene finalizada la instalación.
Hay empresas de ingeniería que desarrollan los proyectos y entregan la gasolinera prácticamente llave en mano.
La inversión es barata, si bien puede elevarse si desde la Administración se requieren proyectos adicionales, como por ejemplo carreteras de acceso.
Los suelos son alquilados en lugar de comprados. La domotización afecta a cuestiones como la seguridad o la vigilancia: hay puestos desde los que se controlan, a distancia, varias gasolineras.
La reducción de precios –de entre un 10 ó 15%, que ha llegado a elevarse al 20% en los últimos tiempos y puede situarse en 15 céntimos por litro- se logra eliminando algunos aditivos respecto a la base, común y suministrada desde CLH –Compañía Logística de Hidrocarburos–, pero cuya reducción aseguran que no perjudica al mantenimiento del vehículo.
En cuanto al personal, cada gasolinera supone unos dos puestos de trabajo. En ocasiones opta por la fórmula mixta: en horario comercial cuanta con un único empleado que desarrolla funciones de mantenimiento, limpieza y repostaje, toda vez que la empresa ha desarrollado un sistema de pago con DNI propio. De noche pasa al sistema “automático”, es decir, autoservicio.
Según cálculos empresariales, las gasolineras convencionales vienen a tener una plantilla de seis personas. Los salarios venían a representar un 60% de los costes
A su modelo de negocio contribuyen políticas como prescindir de los extras –los servicios de hostelería o la tienda—, lo que tiene como consecuencia directa la necesidad de un uso intensivo de la instalación, por eso apuestan por instalarse en los lugares con más tránsito de vehículos, como polígonos industriales (sin serlo específicamente, la calle Repuente, donde está el instituto, está rodeada de talleres mecánicos, hipermercados de los de ir en coche o naves industriales, y se le suma, a la hora de concitar tráfico el factor de ser también la salida directa a la S-20 ).
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