«Yo no pienso dejar de existir y el colectivo LGTBI tampoco»
«Tenía duda de si llamar al disco liquidación total o exterminio». Así comienza la entrevista para EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, con Samantha Hudson, una artista que prefiere hablar sin tapujos y que se sale de los más férreos esquemas de la normalidad. Y acepta todo tipo de etiquetas respecto a cómo se muestra ante los demás, también en sus espectáculos.
De hecho, sólo unos minutos de conversación sirven para que ella se defina de varias formas distintas. Desde que es «una mujer del Renacimiento», que tiene que «tocar todas las disciplinas», hasta verse como «una Madonna de serie b estrepitosa y destartalada».
Dentro del colectivo LGTBI parece que empieza a ser una figura icónica. Por un lado, cree que «icono pop es un título nobiliario que me pega bastante», aunque no niega que puede ser una simple exageración: «icono suena tan grande… yo si acaso soy un emoticono». Y esto sin esconder su verdadero deseo: «me gustaría ser una sex symbol como la Betty Boo».
Respecto al colectivo en el que se integra y que defiende, ella dice ser optimista, porque ve «avances en derechos» y también en lo de generar «una comunidad de cuidados que antes no existía». Además piensa que «las nuevas generaciones están muy preparadas y las anteriores también empiezan a estarlo».
Pero no oculta su preocupación por ver un auge de los discursos de odio «legitimados por las instituciones». Y es que hay políticos ultraderechistas que empiezan a llegar a cargos con responsabilidad de gobierno. «Que alguien con un pensamiento tan denigrante respecto al colectivo LGTBI y otros vulnerables de la sociedad tenga potestad para decidir qué ley sale hacia adelante y cuál no es espeluznante», resume.
De todos modos, estas actitudes y mensajes no llevan camino de alterar su forma de ser y de expresarse. «Yo no pienso dejar de existir y en el colectivo se opina igual. Sigamos dando guerra y que se nos escuche», sobre todo por parte de las instituciones que pueden tomar decisiones que favorezcan la diversidad y los derechos de las personas que siguen sufriendo discriminación.
Hace un par de semanas se produjo un hecho triste en Santander, como fueron las pintadas aparecidas en el centro cultural Eureka y que iban dirigidas a Alega, asociación que defiende los derechos LGTBI y que celebra allí sus reuniones. Ante un hecho como ese, Hudson pide que la gente vaya a su concierto «y que me hagan una pintada a mí. Siempre he querido ser un mural de graffiti. Un acto vandálico en un concierto es algo que me apetece muchísimo».
Quizá por el talante que muestra y los espectáculos que hace, es fácil pensar que ella misma es objeto de acoso en las redes sociales. Y reconoce que «cuando te metes en el huracán» de convertirte en una persona conocida, pues eso aumenta también las posibilidades de recibir mensajes desagradables. Pero no supone un problema en su vida. «La gente que me critica lo hace con mezquindad y con maldad, con críticas muy poco fundamentadas y más con resquemor que con argumentos lógicos. Seguro que no siguen mi obra ni mis entrevistas», despacha.
No es algo en lo que vaya a perder mucho tiempo. Sobre todo porque tiene la otra parte, la de quien sí sigue su trayectoria y valora lo que hace. Dice notar mucho cariño, «y es un cariño genuino y sincero», por lo que va avanzando en su carrera «como si tuviera millones de amigas».
Es una artista que va sumando proyectos, como el podcast que hace con Jordi Cruz para Netflix o un ‘docucrime’ que está preparando para Atresplayer. «Voy en una rueda a toda velocidad, pero estoy tan ricamente», confiesa.
Se siente bien porque «es un privilegio trabajar con algo que disfrutas, tal cómo está el panorama laboral», y ha ido sumando carteles de ‘no hay billetes’ en la gira que está haciendo por España y que este sábado hace parada en el Escenario Santander. Para este evento, pide «que vengan a verme incluso de manera non grata. Me vale cualquier interacción con el público, hasta que me tiren hortalizas podridas».
Allí se podrá la versión extendida de su ‘Liquidación total’, un «disco que me he sacado de la manga y llamado así para poder vestirme de maniquí», y que al final es «como las rebajas, porque tienes un poco de todo». En el espectáculo mezcla un poco la música «con el stand up comedy, acompasado con coreografías estrepitosas» por su parte y no por quienes bailan durante el show, que «lo hacen maravillosamente».
Un espectáculo que no dejará a nadie indiferente porque, al fin y al cabo, eso es Samantha Hudson.
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