La de este martes era una jornada importante en el Palacio de La Magdalena, sede de los cursos de verano de la UIMP, universidad que nació republicana como Universidad Internacional de Verano y fue luego objeto de apropiación del siguiente régimen.

Dentro de sus cursos de verano había uno que logró congregar a todos los expresidentes de gobierno españoles, Aznar, Rajoy, Felipe González o Zapatero.

Y si en las declaraciones a medios se ponían modo estadista (Ucrania y geopolítica rules) o modo comentarista actualidad (tocaba memoria democrática+Bildu), también recibían distinciones de la propia universidad.

Fuera, un grupo de ciudadanos se ponía también geopolítico y también se ponía a entregar distinciones: en este caso, las medallas a la «traición» al pueblo saharaui.

Con caretas con las caras de cada uno, les iban dando la medalla y enumerando las distintas contribuciones de cada uno durante sus mandatos a que el pueblo saharaui, con el que España tiene un lazo sentimental especial como reflejo de ser su antigua colonia (en un proceso no cerrado, toda vez que no se ha producido la independencia ni la asunción de su propio territorio ), siga en tierra de nadie, sin estado propio, bien en el desierto, bien en los territorios ocupados por Marruecos, sometidos a un autoritarismo que penaliza las más mínimas libertades, desde la publicación en prensa hasta las manifestaciones e incluso las celebraciones deportivas.

El acto reivindicativo llegó a generar un amago de encuentro entre los expresidentes de las caretas y los expresidentes reales, asomados al balcón de Palacio para una sesión de fotos.

Y tuvo una referencia especial para alguien que no es expresidente, pero que en cuanto sea bien podría recibir está mención, como es el actual jefe del ejecutivo, Pedro Sánchez, tras el reciente viraje en política exterior que ha dejado al pueblo saharaui ligado a Marruecos y alejado de la posibilidad de decidir sobre su propio destino y libertad.