Los colectivos antidesahucios ofrecen a los servicios sociales municipales su experiencia en acompañamiento a colectivos vulnerables
Con el recuerdo todavía reciente de la muerte de las dos hermanas mayores en la calle Burgos en Santander, pendientes de un desahucio cuyo aplazamiento no les fue notificado, y con todos los casos en los que realizan acompañamientos, tanto en la fase previa como en el propio día del lanzamiento, la PAH de Santander, junto a la PAH de Torrelavega y STOP DESAHUCIOS han decidido ofrecer su experiencia a los servicios sociales y municipales.
En su última asamblea, según trasladan a EL FARADIO, estos colectivos acordaron iniciar una campaña, informativa y de concienciación, sobre todo lo que supone la emergencia habitacional que estalló a raíz de la anterior crisis y que luego se extendió al alquiler del mismo modo que se expandió la voracidad de los fondos al ‘mercado’ de la vivienda.
Se refieren a todo lo que supone, tanto a nivel humano como social, la pérdida de la vivienda, manifestación extrema de los problemas económicos de las familias.
La campaña constará de pegada de folletos y colocación de mesas informativas, ofreciendo ayuda y acompañamiento a personas que sufran problemas de vivienda.
Pero además, visitarán servicios sociales de ayuntamientos ofreciendo colaboración para cualquier caso “y paliar ésa falta de medios que dicen disponer”.
Asimismo, “como no llegaremos físicamente a visitar a todos, mantendremos la oferta vía correo electrónico”, señalan, incidiendo en que ese contacto se repetirá mensualmente.
El movimiento llega después de otro que han recibido entre el estupor y la indignación: hace cuatro años, desde la Concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santander se les contactó con el fin de confeccionar un protocolo destinado a paliar principalmente casos urgentes de vulnerabilidad.
Un contacto que no llegó a concretarse. En la crisis de vivienda, los problemas se siguen produciendo y son graves. Hablamos de cuatro años de desahucios que se han seguido produciendo, o evitando tras un ingente esfuerzo activista y legal, con la carga de tensión que implica, así como la vulnerabilidad incrementada tanto por la pandemia y su impacto en determinados hogares –no todos entraron en la cobertura de la suspensión de los desahucios–, como ahora con la inflación de productos básicos a los que no se puede renunciar y que se va comiendo el ahorro de quienes en realidad ya (o puede que nunca) no tenían ni ahorros.
Cuatro años después de ese primer contacto, “cuatro años y medio , innumerables órdenes y amenazas de desahucios y dos suicidios después” lo que les ha llegado es una propuesta para participar en una convocatoria de una empresa privada, a la que el Consistorio, relatan, les ha encomendado la redacción de un plan contra las situaciones de vulnerabilidad y a la que un mes antes de la muerte de las hermanas de la calle Burgos también se le encomendó un plan contra los suicidios.
Porque en materia de crisis de vivienda los retrasos son más que retrasos, más que entregar tarde una obra o más que pagar de más por los materiales. “Uno llega tarde si pierde el tren”, señalan desde la PAH
“Si me engañas una vez la culpa será tuya. Si me engañas una segunda vez, la culpa será mía. Por haberte creído, sabiendo cómo eres”, advierten.
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