Cantabria no se Vende acusa al Gobierno autonómico de estafar a los turistas
Hace ahora un año, desde Cantabria No Se Vende (CNSV) abrieron un debate sobre «el modelo de desarrollo más apropiado para nuestra comunidad, pensando que había que apostar por un turismo sostenible, respetuoso y complementario con una economía productiva; frente al monocultivo turístico masificador y degradante que se está imponiendo».
La campaña, que ocupó marquesinas y paredes, difundiéndose por medios y redes sociales, utilizaba la etiqueta #CantabriaFinita.
En respuesta, según explican los responsables de CNSV el consejero de Turismo, Francisco Javier López Marcano, respondió acusándoles de idealistas: «A mí también me gustaría vivir en una arcadia rodeado de verdes paisajes fértiles, con tranquilidad, sin escuchar ruidos…» , aseguró Marcano entonces. (1/9/2021)
Recientemente, la Consejería de Turismo ha presentado un vídeo que, según CNSV, «vende precisamente una región cantábrica de playas casi vírgenes, prados y bosque autóctono, con pueblos de piedra y un sector primario productivo, con identidad y cultura tradicional. Es decir, precisamente lo contrario de lo que sus leyes, como la del suelo, así como sus proyectos (superpuertos deportivos, urbanizaciones ilegales, megainfraestructuras, hormigonar mieses, turistificación, ferias de abril, etc.) promueven».
CNSV considera que lo que no aparece en el video en cuestión es «el urbanismo costero que ahora quieren extender al interior, ni los monocultivos de eucalipto, ni los polígonos eólicos que ya hay en otras comunidades. Paradójicamente, aparece la bahía de San Vicente, donde la Justicia ha tenido que parar el superpuerto deportivo que promovían, pero no Laredo. Es decir, que una vez más, porque se trata de una constante en la promoción turística, se engaña a los turistas vendiéndoles un modelo territorial opuesto al que realmente promueven».
Los responsables de Cantabria no se Vende concluyen asegurando que «no es, por tanto, la campaña #CantabriaFinita, que muestra las verdaderas consecuencias de la turistificación, la precariedad del empleo, el encarecimiento de nuestras vidas, la destrucción y el hartazgo entre la población… la que idealiza nuestra realidad, sino sus falsarias campañas turísticas».
Su conclusión es que el gobierno está reconociendo, de alguna manera «que lo que hace única y atractiva a Cantabria es nuestro patrimonio cultural y natural, que sus políticas están hipotecando gravemente nuestro potencial».