Nada que ver
¿Barco? ¿Qué barco? ¿El ferries? Aquí hace tiempo que no hay nada, ni barco licuado, ni empresas ni nada.
En realidad todo empezó antes: cuando dejaron de llegar barcos con armas por aquí , esto comenzó a irse, lentamente, al garete, porque como nuestras voces más expertas predijeron, qué suerte tuvimos, justo justo las bombas eran nuestro tráfico fundamental, el que creaba pila de puestos de trabajo, y cuando dejó de venir, fue el principio del
Y luego esto se llenó de chavales albaneses, saltaban esto por cientos al minuto, era para verlo esto. Menos mal que no nos dejamos engañar: donde los ojos sólo veían jóvenes hacinados en un bloque sin agua, nosotros veíamos laberdaz, eran un ejército. Pero nosotros no éramos soldados medievales: no podíamos contener esa clarísima invasión con aceite hirviendo. Por Dios, no éramos salvajes.
Así que claro, sólo había una forma de pararlos: cuchillas, cuchillas y cuchillas. Ni seguratas, ni policía, ni drones ni hostias. Era la única posibilidad.
Teníais que ver la ruina que era esto: las navieras se iban, ninguna empresa quería instalarse, Boluda pasó de nosotros y no fue necesario más infraestructuras ni desecar nada porque perdimos toda la actividad. Los despachos quedaron vacíos, cuanta razón tenían todos aquellos que detectaron cuál era el verdadero problema, quién era la víctima y a quien había que proteger. Pero no fue suficiente: no pusimos las cuchillas, continuó la invasión y el resultado ahí está: fue lo que dijeron y es lo que tenemos.
¿Barcos? ¿Qué barcos? Santoña, licuado, decenas de empleos? Eso es imposible que pasase. Aquí no hay nada que recordar, nada que ver. Circulen.
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