“Emíteme factura de algo gordo”: así es el cierre de año en una copistería fantasma
Cualquier autónomo está acostumbrado a pensar la vida en trimestres: el cierre, la declaración del IVA. O, como empresa, a cerrar el ejercicio, recopilar algún papel que pida la gestoría.
Los ritmos fiscales son distintos en Parivara Lagari, la copistería familiar de los Díez-Del Río (el funcionario de Carreteras detenido e investigado por las adjudicaciones a RUCECAN, LA ENCINA-CANNOR, API…, también investigadas, y su mujer, administradora de esa empresa y trabajadora de LA ENCINA, pese a que el seguimiento de sus pasos por la Policía reflejaba un ocioso, incluso aburrido día a día de Marismas, Corte Inglés o llamadas a amigas).
Durante el conjunto del año y trimestre a trimestre no parecía haber una carga desbordante de trabajo en la empresa familiar, que tenía como administradora también a una de las hijas, pese a que estaba no sólo ocupada con los estudios universitarios, sino en otra ciudad, como Madrid, y no en el Santander donde estaba el centro de actividad de Parivara Lagari, que era (el centro de actividad, no sólo el domicilio social), directamente el domicilio de los Díez-Del Río.
Pero la cosa, tal y como reflejan las conversaciones a las que ha tenido acceso EL FARADIO, se aceleró en enero. Es cuando la gestoría llama al jefe de Carreteras con un ‘tenemos un problema’: resultaba que las dos últimas facturas que se habían emitido a la empresa no tenían nada que ver con el objeto social de la sociedad que se registró en un primer momento.
El objeto social de una empresa es una especie de listado de las actividades a las que se dedica, y tiene consecuencias en distintos ámbitos, como el fiscal, o a la hora de presentarse a convocatorias de ayudas, etc.
Tal y como explicaba la gestoría, y como hacen muchas empresas en su día a día por si la actividad acaba evolucionando y para no tener que estar todo el día yendo al notario, pues en el momento de creación de la empresa se puso un objeto social muy amplio para englobar diversas actividades.
Pero no todo es el registro mercantil: para la Agencia Tributaria no se puso el objeto social tan amplio y en él no se incluye la asesoría inmobiliaria, que es una de las áreas que tenía en el objeto social, amplio, la copistería (junto al diseño y el marketing, la construcción o la rehabilitación, entre otras).
Así que al cierre de año y no darse de alto esas actividades en Hacienda, al encontrarse con el mítico Modelo 390, se encuentran con que se deben diferenciar los importes por actividades, estos son muy elevados y no hay una actividad diferenciada para ellos.
La solución que le da la asesora es ampliar la actividad en Hacienda para futuras facturas, pero para el ejercicio en cuestión del que hablan no pueden hacer nada más que “esperar a que Hacienda no se dé cuenta porque este error es sancionable”.
Los investigadores comprueban que ese mismo día, a media mañana, la gestoría presento ante la Agencia Tributaria, otro documento, el mítico Modelo 036, de modificación de datos sobre actividades económicas, para incluir también el “Servicios Propiedad Inmobiliaria e Industrial” que teóricamente prestaba la copistería.
Sigue pasando el día y por la tarde el funcionario llama tanto a LA ENCINA como a RUCECAN (sobre el papel, principales clientes de la copistería; como mínimo, principales fuentes de ingresos), y les pide que le emitan facturas. Especificando que “de algo gordo”, que están a finales de enero.
Les escuchamos:
-Miguel Ángel: Estamos a finales de enero, ya sabes.
-José (La Encina): Ah. Vale.
-Miguel Ángel: Claro, no te acordabas, no sabes ni de que te estaba hablando.
-José: Que sí, que sí, ¿Cómo no voy a saber?
La siguiente llamada fue a RUCECAN, que algo más sabia.
-Miguel Ángel: Oye, escucha, me tienes que preparar para, ya sabes, el tema.
– Elías (Rucecan): Sí
-Miguel Ángel: Que, estamos a finales, ¿a ver? (problemas de conexión)
-Elías: Ah, ¿como el año pasado dices?
-Miguel Ángel: Sí, que estamos a final de mes, claro, sí, ¿eh?
-Elías: Yo pensaba que, pensaba que no seguías con el tema ese, vale vale vale, perfecto, no te preocupes.
-Miguel Ángel: Pero cómo, ¿pero cómo no se va a seguir, tú?
-Elías: Yo, Miguel Ángel yo pregunto tío, vale, vale.
De rebote la conversación incluye una pregunta del funcionario sobre si “ya te llegó el coche nuevo”, algo que no sucedería hasta el martes, cuando Elías (Rucecan) se lo prepararía, según recogen las grabaciones de las conversaciones.
Una cosa sí parecía común en la copistería sin fotocopias, también inmobiliaria y constructora: en materia fiscal es difícil tenerlo todo en orden al día y los plazos apuran, así que Miguel Ángel Díez apremia a su interlocutor constructor –e investigado por derivarle estos ingresos que los investigadores vinculan directamente al precio de lograr las adjudicaciones que dependían del funcionario, abriendo la puerta a tipos legales como el blanqueo de capitales o la falsedad documental–. “Pues no te olvides de mi, macho, claro, ¿vale’”. “Que no, vale”.