RUCECAN pidió al jefe de Servicio de Carreteras que la senda ciclable de Torrelavega, muy justa de precios, tuviera sobrecostes tras su adjudicación
Veníamos de que la obra de la senda ciclable de Torrelavega tenía una complicación extra, la necesidad de un certificado especial que obligaba a ir en UTE (Unión Temporal de Empresas), aunque la fórmula, descubierta por los investigadores y corroborada por una de las empresas mejor posicionadas, RUCECAN, en las conversaciones que viene contando EL FARADIO, era pagar a la socia para que luego dejara la obra.
Pero la obra tenía un segundo problema: el precio. El funcionario Miguel Ángel Díez, jefe de Servicio de Carreteras, detenido e investigado por las adjudicaciones hechas desde su área en base a sus informes a empresas como API MOVILIDAD o LA ENCINA-CANNOR, advierte al de RUCECAN, otra de las adjudicatarias recurrentes, protagonista de muchas de las conversaciones del sumario: “cuidado con hacer locuras que hay tres precios”, porque el precio está “muy justo” (a él, de hecho, le sale al alza respecto al precio de licitación, el que pone la administración a la hora de buscar que las empresas lo hagan).
Y el de Rucecan admite que “va a ciegas”, con las mediciones sin mirar precios, y que” no va con baja ni con nada”. El jefe de Servicio de Carreteras le tranquiliza: no espera que haga baja (“no la destroces de partida”, le diría más adelante), sólo quiere que no quede desierta.
Lo de los precios lo corrobora en otra conversación el de API: “Va más justa que su puta madre”. “Pues vete al cero”, soluciona Miguel Ángel, que no quiere “joder a ningún contratista”. El de API le tranquiliza a él: hará algo de baja , pero se presenta, “garantizado”. “Oído, cocina”, remata el empresario.
RUCECAN QUERÍA MODIFICADOS
RUCECAN, en otra conversación, pregunta abiertamente si sobre esa obra se pueden hacer modificados.
Un modificado es un cambio en las condiciones de la obra, que puede ser en los detalles, en los plazos –cuando hay retrasos, por ejemplo- o en las cantidades económicas -que nunca se cambian a la baja–, es decir, cuando se producen sobrecostes económicos. En no pocas obras públicas la baja temeraria, una reducción sustancial presentada por la empresa respecto al precio fijado por la administración que convierte a esa oferta en más atractiva a la hora de adjudicarla, ha ido seguida de posteriores sobrecostes que compensaban esos descuentos, justificados en imprevistos, incumplimientos de plazos.
El jefe de Carreteras le responde que dependiendo quien sea el que obtenga la licitación, lo intentaría, pero le advierte que hay otras personas implicadas y que carece de capacidad absoluta de actuación.
O, dicho directamente por ellos:
-Vidal: Aquí decíamos que no se podía hacer un modificado, ¿no?
-Miguel Ángel: A ver, escucha. No digo tal. Depende, si eres tú, pues lo intentaré. ¿Me entiendes? Olvídate. No es que tal. Ahí va a estar Jorge, este es la hostia, no sé qué, igual se pone tal, entonces yo intentaré, pero no partas con eso de que tal. Yo voy a intentar llevar el ascua a mi sardina. A ver si me entiendes pero este es un gilipollas integral, entonces no puedes partir con esa hipótesis.
(…)
Yo lo intentaré pero no puedes partir del hecho de que va a haber… puf… depende macho, eso… ¿me entiendes? no es que yo sepa que está mal y hay que hacer un modificado. No.
(…)
“Depende quién sea, oye si sois vosotros te lo digo, pero claro yo no te puedo decir ahora: te voy a sacar un 20% modificado, ni de coña, no te tomes así la obra porque te estrellas”.
-Vidal: Hay algún cambio que supone un ahorro curioso de dinero y es un cambio normal, que se puede hacer, que es normal.
-Miguel Ángel: Macho… yo…, ahí somos varios. Quiero decir, cambio… Yo cambiar ahí… Yo no voy a… El proyecto es de OT, si eso hay que hacer un modificado técnico, hay que justificarlo. No se puede cambiar así. La pasarela es intocable y lo que sea lo otro, no lo sé, es que yo no conozco el proyecto. Pero no pienses en cambios porque no creo que tal… puedo hacer alguna cosa muy puntual.
«NO LO PUEDO HACER YO SOLO»
La obra en cuestión tiene unos condicionantes técnicos, como la pasarela, los extremos y “la puta mierda de los voladizos”, que “no se va a cambiar ni hostias”, “va por el libro”. Cualquier otro cambio “tiene que ser una cosa muy justificada”.
Tanta resistencia al modificado hace que el de RUCECAN le pregunte abiertamente al funcionario si está “cómo con que seamos nosotros”. “Si no, dímelo claro, eh”, añade, a lo que el funcionario que “claro que sí”, insistiendo en que “en esta obra no puedo hacer algo que no puedo hacer yo solo”.
Y concreta más la explicación: “la obra no es del Servicio de Carreteras, es un apoyo a Ordenación del Territorio” (otra área de la Consejería de Obras Públicas).
Además, iba a estar la asistencia técnica (un servicio externalizado) dirigiendo la obra, es el que ha hecho el proyecto.
Ahí, en la asistencia técnica, está Jorge Gil, un “tío complicado” que “es la hostia” (parece decirlo no como elogio), un “tío duro” que va a defender su parte del trabajo, porque “va a cobrar una pasta por ello”.
Precisamente el de Rucecan se interesa por cómo se podría bajar esa parte (de 6.000 a 4.000) al de la asistencia. El funcionario aclara lo que pasó: primero, en el proyecto inicial, cobraba 2.500 euros, pero en la actualización de precios “me la metió doblada y lo pasó a 6.000″.
UNA OBRA PARADA
La adjudicación de la obra se encuentra paralizada precisamente a raíz de las investigaciones, pero en el último paso dado en la mesa de contratación las empresas mejor posicionadas por su mezcla técnica y económica eran SIEC y RUCECAN.
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