La copistería fantasma compró parte de una inmobiliaria de los dueños de RUCECAN como forma de justificar ingresos para el jefe de Carreteras y su familia

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En ese mundo marinero en el que se habla de babor, estribor o se grita “a la baliza” también se habla de calafatear, que es la acción de introducir entre dos tablas una sustancia que evite la entrada de agua (en su momento, cáñamo en brea, hoy en día productos sintéticos) en una tarea que  debe realizarse periódicamente en las embarcaciones a fin de garantizar la estanqueidad de la misma. Es decir, que no haya fugas. 

Y calafate, aparte de una muy turística localidad argentina y un fruto americano con propiedades antioxidantes que sirve de colorante natural, es el hombre que realiza esas labores, una especie de carpintero del mar.

Los movimientos empresariales hacen estas cosas: resulta que ese Calafate que suena a mar o a Argentina, lo que prefiráis, fue comprado, una parte, por la empresa llamada Parivari Lagani, que suena a India. 

Según recoge el sumario del caso, que viene contando en las últimas semanas EL FARADIO, ese contrato de compraventa se lo encontraron los investigadores en el registro en la sede de RUCECAN, el mismo día que se produjo la redada en la Consejería de Obras Públicas.

LAS EMPRESAS QUE PROTAGONIZAN LA OPERACIÓN

Por partes

-Parivari es el nombre de la empresa familiar de los Díez Barrio-del Río, es decir, el jefe de Servicio de Carreteras detenido e investigado por las adjudicaciones a las constructoras RUCECAN, LA ENCINA, API MOVILIDAD en base a sus informes, y su mujer, Beatriz del Rio, administradora junto a las hijas de la empresa, una copistería –aunque también empresa de reformas e inmobiliaria-, tarea que sobre el papel compatibilizaba con la de ser empleada de LA ENCINA tras haberlo sido en régimen agrario de RUCECAN, ambas adjudicatarias. 

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La empresa compradora era eso, una copistería, con centro de actividad –no confundir con domicilio social- en el propio domicilio de la familia en El Sardinero, si bien los investigadores no han encontrado gastos en material, proveedores y sí ingresos de las empresas adjudicatarias de obras, de forma directa o indirecta. 

-Ahí es donde llegamos a la otra parte de la operación, la empresa que vende una parte de su negocio a  una copistería sin actividad. CALAFATE, (en realidad CALAFATE REAL STATE, cuya denominación remite enseguida al sector inmobiliario).

El representante de CALAFATE REAL ESTATE es Secundino Vidal de Celis, administrador de RUCECAN, uno de los dos hermanos con los que el jefe de Servicio de Carreteras mantiene conversaciones recurrentes, una de las constructoras adjudicatarias de obras y participantes de lo que los investigadores llaman concierto, acuerdos para influir en las licitaciones.

VIEJAS CONOCIDAS

No es el primer trato de CALAFATE con PARIVARI, de la inmobiliaria del constructor con la copistería de la familia del funcionario.

Atentos , que vuelven las matrioskas: CALAFATE figura como empresa administradora de HPM ROLISAS. Y HPM ROLISAS es socio único de FERRALLAS HIPREMÓN.  Y FERRALLAS HIPREMÓN es una empresa con sede en Polanco que aporta ingresos a la copistería. Una empresa, FERRALLAS, que, a su vez, tiene como principales fuentes de ingresos, como principales clientes,  a RUCECAN y LA ENCINA. 

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Es decir, la copistería, aparte de tener como clientes (sobre el papel) a las empresas adjudicatarias de obras derivadas de la actuación del funcionario, recibía ingresos de otras empresas, como FERRALLAS, cuyo rastro lleva de nuevo a uno de los dueños de RUCECAN.

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LA OPERACIÓN

Y la operación de compraventa, por parte de CALAFATE a la copistería, lo es de un 15% de la sociedad, como observaron los investigadores en el registro en la sede de RUCECAN, donde encontraron el contrato de compraventa firmado entre Beatriz del Río, la mujer del funcionario, por parte de la copistería, y Secundino Vidal de Celis, uno de los dueños de RUCECAN (los movimientos empresariales son complejos y Vidal firma como representante de DESARROLLOS MAIDENOR, otra empres que mete dinero en la cuenta de la copistería, aunque este sin tanto rastro en Hacienda).

La operación implicaba la participación de la copistería en los negocios inmobiliarios de CALAFATE, la empresa gestionada por el de RUCECAN.

Para los investigadores, esta compraventa, esta participación en los beneficios que se generaran en la actividad inmobiliaria, son parte de una estrategia para justificar y esconder el origen de los fondos, concebidos como pagos a la familia del funcionario por su papel en las adjudicaciones. Una forma de intentar evitar fugas. De calafatear.

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