La pandemia o la guerra de Ucrania canalizaron la ayuda humanitaria desde Cantabria entre 2018-2022
La ayuda humanitaria, la que se presta en situaciones de emergencia, gestionada desde las políticas de cooperación al desarrollo desde Cantabria, ha logrado apoyar a casi 2 millones de personas en diferentes partes del mundo, con una inversión pública de 1.945.795 euros en total desde 2018 a 2022.
El crecimiento de la partida presupuestaria destinada a la financiación de proyectos de diferentes organizaciones en el campo de la Ayuda Humanitaria ha crecido en los últimos cinco años, pasando de los 402.773 euros de 2018 a los 499,929 asignados en 2022. Se han apoyado 56 proyectos en 20 países
En este área, desde la Cooperación cántabra se llama la atención sobre cómo “en los últimos años se ha puesto de manifiesto, tal vez con una crudeza que no habíamos visto antes, que los retos globales a los que nos enfrentamos necesitan de acciones coordinadas y alianzas encaminadas a no dejar a nadie atrás”.
Desde la crisis sanitaria mundial por la COVID-19 hasta las repercusiones de la Guerra en Ucrania, con consecuencias más allá de los propios países involucrados, pasando por los cada vez más frecuentes desastres naturales, o las guerras y problemas sociales que generan necesidad de emergencia humanitaria.
“En un mundo globalizado no es posible mirar para otro lado, todos somos parte del problema y la solución”, señalan en la auditoría del II Plan Director de Cooperación al Desarrollo , de la Dirección General de Cooperación al Desarrollo (Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria).
Así, en base a lo establecido en el II Plan Director, por un lado se han activado recursos para atender situaciones de emergencia provocadas por catástrofes naturales o humanas, para reducir el sufrimiento de los damnificados y contribuir a su supervivencia, proporcionándoles alimentos, agua, tiendas de campaña. etcétera; y, por otro, se han llevado a cabo planes encaminados a restaurar física o socialmente a las víctimas de desastres de diversa índole, a prevenir las violaciones de Derechos Humanos y a proteger a las víctimas.
Haití, Níger, los territorios palestinos o los campos de refugiados de sirios en Jordania, de saharauis en Argelia o de venezolanos en Colombia son algunos de los lugares a los que ha llegado la ayuda de la sociedad cántabra, de forma colaborativa con organizaciones que trabajan en los propios territorios y tienen mejor capacidad de maniobra y gestión.
También a Bolivia, hasta donde la ayuda viajó en forma de vacuna contra el COVID-19. En este sentido, la comunidad aportó 100.000 euros al mecanismo COVAX, un sistema global para ayudar a conseguir vacunas a países con infraestructuras sanitarias débiles (y en un momento en el que fue evidente que los problemas sanitarios con origen en un país pueden tener consecuencias en otros) con los que se contribuyó a reforzar las brigadas de vacunación alcanzando a 948.000 personas.
En el continente europeo, la solidaridad cántabra llegó hasta Ucrania, mediante una acción de emergencia para responder a las consecuencias de la guerra y proporcionar suministros médicos y nutricionales para personas en zonas sitiadas o de difícil acceso.
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