Santander la marinera también es la luchadora: las teleoperadoras que pelean por su trabajo adaptan el himno de Chema Puente
Parece que es una canción de toda la vida, que ha pasado de generación en generación –como La Fuente de Cacho-, pero en realidad antes del 2000 no existía.
Pero hace tiempo que la canción con son de habanera compuesta por el rabelista y folclorista santanderino, de Cueto, Chema Puente, es de toda la ciudad, sus barrios y sus pueblos,
Necesitamos cosas que nos unan. Y canciones también. Chema Puente lo tiene muy claro: la canción invita a la concordia, al entendimiento (por eso el límite está en quienes no lo aceptan).
Chema Puente: ‘Santander, la Marinera’ «convoca» a la «convivencia» y el «entendimiento»
‘Santander la marinera’ se oye en el chupizano de la Semana Grande, suena en bares como La Cascada –acaba de cerrar–, La Pirula o el Madrazo, se canta en funerales, bodas y algún cierre de bares cuando se apagan las luces.
Y se puso en los balcones de la pandemia cuando se salía a aplaudir a los sanitarios, convertida así., en un momento en que necesitábamos algo de certeza en medio de la incertidumbre, en una de esas cosas que nos unen y emocionan, capaz de sonar prácticamente en la misma semana en un homenaje al exalcalde Íñigo de la Serna y en una concentración contra las escolleras de La Magdalena.
Del himno de Santander al del Metrotus: «es bueno que haya canciones que nos unan»
Cuando un tema pasa a ser de todos sucede que todo es incontrolable, no ya el momento en que se canta, sino incluso él cómo: ya hace un par de años que desde las paredes amarillas (amarillo Rvbicón, hay que patentar el color) del bar de las –tan santanderinas como las rabas– palomitas con pimienta brotó un Santander Kalimotxera que apañó Aitor Ramos.
Una versión de ‘Santander, la marinera’ rinde homenaje a otra de las tradiciones de la ciudad
Uno diría que cuando se llega a la adaptación al ocio y al alcohol (parece que hasta hubo un reparto generacional, el blanco para los mayores, el katxi para los jóvenes) ya se ha llegado a un grado importante de hegemonía.
Pero parece que la adopción de Santander La Marinera por el pueblo tiene todavía recorrido, también tirando a lo social, un camino que no les ajeno a un Chema Puente que llegó a componer una canción contra aquello del metrotus (deberíamos poner tilde, pero mira, no).
Este viernes en pleno centro de Santander sonaba (ensayada el día antes, compartida a golpe de grupo de Whatsapp, coordinada por la incombustible María) en las gargantas de las teleoperadoras de Digitex, a las que la empresa quiere trasladar desde el centro de trabajo de Maliaño a plantas que tienen en Jaén o Barcelona, abocando en la práctica al despido de 156 personas en un sector muy feminizado, muy precario y que también lo dio todo en la pandemia.
‘Santander la marinera’ se volvía, en lo que no deja de ser un reconocimiento a su condición de himno que teje puentes, ‘Santander la luchadora’, con guiños no sólo a su causa, sino a historias de lucha que siguen inspirando, como las de Torrelavega por Sniace, o la de Reinosa en el 87 (con alusión expresa a Gonzalo, fallecido precisamente en la noche del 5 al 6 de mayo, como recordaba en Twitter Araceli González Vézquez).
Porque pese a tantos relatos dominantes, Santander también es eso.
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