Teresuca Fest: la voluntad de permanecer para seguir haciendo comunidad
Lo de hacer comunidad vale para cualquier época del año. Aunque el calendario pueda tener algunas fechas señaladas en rojo, la actividad de determinados colectivos y proyectos trata de mantenerse constante durante el año, ofreciendo maneras alternativas de hacer cosas y de establecer un contacto entre varias personas.
El Centro Social Smolny hacía recientemente un llamamiento de cara al nuevo curso. En septiembre quieren volver con más fuerza y es precisamente la comunidad quien se lo puede facilitar para llevar a cabo diversos eventos y que la sociedad sea más participativa.
Piden voluntarios para el nuevo curso. De ese modo pueden conseguir tener manos que repartan alimentos entre las familias más vulnerables. O también poder ayudar a más estudiantes con clases de refuerzo. Y les gustaría tener más talleres y charlas en su espacio de la calle Santa Teresa de Jesús de Santander (de ahí el nombre de Teresuca Fest).
La clave está en la manera de relacionarse y pensar los espacios. El Teresuca Fest es una especie de jornada de convivencia, y ahí se ponen en común puntos de vista, necesidades de esa comunidad formada por muchos y que trata de avanzar hacia una sociedad más positiva, solidaria y amable.
Fueron muchas las asociaciones que se dejaron ver por este evento, aprovechando la Semana Grande de Santander. En realidad son 10 días donde hay muchos eventos y muchas casetas, pero este festival en particular favorece el encuentro de quienes no se sienten tan a gusto en el programa oficial de las fiestas.
Esta era la segunda edición. La primera fue junto al Centro Social Smolny, que organiza el tinglado junto al Colectivo Julio Vázquez. Pero por allí se vio a gente de Cantabria por el Sáhara, La Vorágine, las Asambleas Feministas Abiertas de Cantabria, La Bardal, La Ortiga Colectiva, Alouda Cantabria, Alega, Cantabria no se vende, After Perdices, Radio Argayo, Rebujas Rock, Verduleras Fest, AIDA y unos cuantos más.
Para la segunda edición, movimiento hacia el parque Jado de Santander. Un emplazamiento que resultó muy agradable para todas las actividades que tenían lugar (incluida mesa redonda a mediodía moderada por nuestro director, Oscar Allende).
Evidentemente, hace falta implicación de mucha gente para hacer algo así. Por la participación cultural y musical, pero también para trabajar en la barra e ir pidiendo comprensión a quienes se quedaron hasta los últimos compases del festival, pues las existencias se iban agotando. Fue mucha gente, hasta el punto de superar las previsiones y que la jornada se convirtiera en un éxito de asistencia.
El otro éxito fue la recogida de comida en favor del Banco de Alimentos. Mucho antes de anochecer, la cantidad de cajas que había ya era bastante grande. Y eso pese a que el festival era gratuito y no era obligatorio llevar nada más que ganas de pasárselo bien. Pero el mensaje de solidaridad también le llegó a los asistentes para hacer esta pequeña colaboración y que el resultado del festival fuera mejor, si cabe.
Jaya Folk, Cucarachas extranjeras con Dos Gardenias, The Chigros, Smooth Beans, Tudanca y Nel Tardiu fueron pasando por el escenario y convirtiendo el evento en algo muy festivo. Verano, buena compañía, gran ambiente y conciertos. Todo marida muy bien.
Hay quien podría pedir más servicios y mejor previsión, pero cuando hablamos de algo hecho por amor al arte y con una cadena de esfuerzos para que haya lo necesario para que todo se haga a gusto y suene como tiene que sonar, exigir algo más es perder de vista la realidad, pues no se trata de un festival profesional organizado por empresas.
Viendo el progreso que se ha hecho en la segunda edición, lo normal es pensar que esto no puede detenerse aquí. Si se suman más manos para que se den las condiciones de volver a organizarlo, parece lo más probable.
Sin embargo, también hay una lado menos amable. La ultraderecha, en el Ayuntamiento de Santander, ha pedido que no se permita la celebración de una tercera edición. El Consistorio ha colaborado, pero Vox ha señalado que se trata de un festival politizado y por eso creen que el Teresuca Fest debe de terminar aquí.
Como si en un evento cultural tuvieran que rechazarse todo tipo de manifestaciones políticas, o, al menos, las que no gustan en ese partido político. Una nueva muestra de la estrechez mental de algunos, pues el Teresuca, precisamente, es un espacio en el que poder expresarse libremente y ensalzar valores que tienen que ver con la buena convivencia entre todas y todos. Lo rechazable es pretender todo lo contrario y que se favorezca la desconfianza y el odio.