Mejoras en el transporte público, zonas peatonales y de bajas emisiones, retos de la movilidad sostenible
Septiembre es una especie de reinicio. Igual que la Nochevieja da paso a un nuevo año, el noveno mes del año es cuando se terminan las vacaciones de muchas personas y hay que volver a arrancar con la actividad, ya sea el trabajo, el apuntarse al gimnasio o volver a las aulas.
En el activismo por la movilidad sostenible se ven muchas veces con la necesidad de reinicio, pero les parece que cada vez que le dan a ese botón, como cuando tenemos que volver a encender un ordenador, un teléfono o una tablet, lo hacen desde el mismo sitio, o casi, que en los años anteriores. Tienen muchas ideas para mejorar la vida en las ciudades o en los municipios donde se produce una masificación de coches, pero se ven obligados a insistir demasiadas veces. Los gobiernos locales no terminan de tomárselo en serio.
La salud de las personas, el deterioro del planeta por el cambio climático, la contaminación, etc. deberían preocupar a los ciudadanos y a los políticos que gobiernan en Cantabria. Ese es su punto de partida.
Hablamos a título personal con quienes han sido representantes de colectivos de movilidad de Cantabria, Sergio Peña y Rafa Casuso, ambos con amplia experiencia en movilidad, y miembros de las Mesas de Movilidad de Cantabria y de Cantabria ConBici.
Ellos son dos personas que trabajan por municipios más vivibles y que se apoyan en la ciencia también para reflejar que la realidad de nuestra sociedad debe cambiar si se quiere evitar que vivir en un municipio grande sea cada vez más complicado y más perjudicial para la salud. Pero quieren reconocer a muchas más personas que, sin ocupar una primera línea dentro de estos colectivos, también colaboran con ellos, porque comparten una intención y creen que merece la pena el esfuerzo para intentar que el vehículo privado a motor tenga menos espacio y que haya una transformación real en nuestra sociedad.
Supone para ellos una satisfacción el conocer a otras personas inquietas contra la crisis climática, muy acentuada actualmente, que actúan y «tienen el mismo deseo que tú en trabajar por este planeta, por la salud de las personas, incluso dando un paso importante de esos movimientos sociales a militar en partidos políticos verdes, intentando otra forma de hacer política».
¿Significa esto que la ciudadanía está plenamente comprometida con esta causa? Ya hemos llegado a la conclusión de que no, porque aunque los discursos que hablan de emergencia climática son mucho más habituales y hay un consenso científico muy amplio respecto a esta cuestión, en el lado contrario son también fuertes las resistencias a un cambio de modelo, bien por parte de grandes empresas, especialmente las más contaminantes, de algunos partidos políticos, y también de una parte de la propia ciudadanía, que ‘compra’ los discursos negacionistas.
Tanto Peña como Casuso muestran desencanto con bastantes grupos políticos, «sobre todo los que han gobernado y gobiernan que, después de muchos años dialogando con ellos, intentando que den un paso, fomentando que sean valientes para cambiar nuestro modelo de movilidad y, consecuentemente, actuar por el planeta sin que haya avances». Por otra parte, echan de menos también una mayor implicación de la ciudadanía para formar parte de estos colectivos de movilidad y defender propuestas que van en beneficio de todos. A estas alturas, «el Cambio Climático ya no es una moda».
Ambos insisten en que no se trata de centrarse en el color político de un Ayuntamiento, sino en las personas que están al frente de una corporación municipal. A veces, depende más del tamaño de un lugar. Cantabria sólo tiene dos ciudades, y ven problemas comunes en ambas, pese a que casi nunca ha coincidido el color de sus gobernantes. O también comparan a Santander con Piélagos, dos municipios gobernados por el PP con mayoría absoluta, pero advierten que tienen sensibilidades diferentes cuando se habla de salud ciudadana y movilidad sostenible.
Que los gobernantes reaccionen y se pongan definitivamente a esta tarea o que sea la ciudadanía la que empuje de una manera más decisiva para que la agenda de las administraciones públicas abrace estas necesidades es como el dicho de la pescadilla que se muerde la cola. No es fácil ver cómo se puede dar el impulso definitivo.
Casuso y Peña creen que muy poco a poco se toma conciencia del problema que tenemos como sociedad, demasiado lentamente. Se está en el día a día y no se le da importancia, se ve lejano, algo así como que «el que venga detrás que se las arregle».
Piensan que es una actitud egoísta, poco reflexiva, con respecto al futuro de las próximas generaciones y del planeta. Quienes gobiernan deberían hacer más presión y marcar pautas de actuación, el Gobierno de la nación lo hace con más fuerza que los gobiernos locales, por poner un ejemplo, con la Ley del Cambio Climático. En otros países y ciudades se lo toman más en serio. Hay muchas frases y etiquetas de moda, que son sólo esos juegos de palabras que quedan muy bien en un discurso: «Sólo tenemos un planeta», con el Cambio Climático y los fenómenos atmosféricos extremos «siempre ha sido así», etc. Así surgen los «negacionistas» y en contra quienes tienen, «tenemos, conciencia del problema, del futuro imprevisible de los humanos».
En cambio, estos dos activistas señalan la costumbre de los gobernantes de buscar cada cuatro años «el voto de los ‘cochistas’, y eso conduce a no ver el espacio público como algo de todos» y donde la prioridad debería ser de peatones y ciclistas, sino a mantener al coche como protagonista.
Medidas básicas para un cambio progresivo
Ellos siguen hablando de una transporte público más útil para la ciudadanía, el peatonalizar más calles y dar oportunidades de circulación a los ciclistas mejor diseñadas. Un cambio del gris del humo de los automóviles al verde, más saludable y más disfrutable para la población. «Tienen poca valentía, poca imaginación para cambiar el modelo», lamentan. Los colectivos siguen esperando, con la mano tendida, para ayudar a los Ayuntamientos en esa transformación. Resulta crucial que entiendan lo que está en juego y que aparquen el «cortoplacismo» habitual que acabará siendo una condena también para sus hijos y sus nietos.
Comenzar ahora con diferentes acciones que supongan un cambio progresivo podría conseguir evitar que, más adelante, ese cambio tenga que ser obligatorio y «más radical. Por eso creen que es necesario que esos gobernantes, los que tienen las competencias para cambiar de modelo, se conciencien, ya que será más fácil después que ellos conciencien a la ciudadanía para que sean cada vez más quienes incorporen nuevos hábitos en su vida diaria.
«Implantar medios de transportes alternativos al vehículo de motor, particular. Transporte público eficaz y eficiente, que fomente el abandono del coche es las ciudades. Reducir el espacio público, monopolizado por el coche. Reducir el número de coches en las ciudades y calmar el tráfico. Aparcamientos disuasorios. Crear Zonas de Bajas Emisiones. Reducción de los límites de velocidad, con transformaciones estructurales. Trama ciclista, reducción de semáforos contra los peatones con mayor número de pasos de cebra adecuados…». No son nuevas fórmulas, son propuestas que llevan tiempo en su discurso y que consideran necesarias para ls municipios más grandes de Cantabria y para los más saturados por el turismo, como Laredo, Noja, San Vicente o la comarca de Liébana.
Advierten mayores reticencias en políticos de corte conservador, pero apuntan a formaciones de todos los colores que llegan a gobiernos municipales. «Laredo, por poner un ejemplo, durante todos los veranos, sale a debate, como la ‘serpiente del verano’ el caos de los coches y aparcamientos y la supresión del carril bici sobre la acera, generando debate y broncas entre peatones y ciclistas, cuando estos deberían circular por la calzada y quitar espacio al coche. Se les ha ofrecido soluciones que en algunos casos suponía reducción de plazas de aparcamiento y eso ‘suena mal’, resta votos».
Pero también actúan mediante el boca a boca con sus vecinos. Si cada uno que entiende el problema y se conciencia anima a sus familiares y vecinos a que reflexionen, se pueden ir dando más pasos. Ellos ya lo han conseguido, en algunos casos. Se trata de una «lluvia fina» que debe ir calando.
Y en este cambio también ven que se necesita un papel más activo de los medios de comunicación. «Les pedimos que hablen de la realidad sin miedo, que hagan buena difusión, que generen también esa conciencia social a favor de la salud de las personas, por el cuidado del medio ambiente, por ciudades amables, ciudades verdes y acogedoras, en donde el coche cada vez tenga menos espacio. Ciudades para las personas que caminando o en bicicleta disfruten de sus espacios públicos».