«No hemos aprendido nada de la pandemia»
Pelayo dibuja un poco cómo funciona este sector laboral, claramente feminizado, y donde hay un personal que está agotado, por la cantidad de horas que trabaja y por el propio trabajo que desempeña. Dice que es uno de los convenios donde se recoge un mayor número de horas, con 1.792 al año.
La representante de UGT cuenta, en la sección ‘En lucha’ de EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, que no se da la prioridad al cambio de convenio porque es un sector feminizado, y eso supone que recibe menos atención. Pone como ejemplo el sector del metal, la atención que se llevó y las grandes movilizaciones que hubo.
«El salario nos le sube casi el Salario Mínimo Interprofesional», refleja Pelayo. Es decir, que las condiciones laborales son muy mejorables y además les deberían permitir atender mejor a los residentes. «No tienes tiempo de escucharles, y eso es muy penoso. Ellos lo que quieren es alguien que les haga compañía».
Según dice la secretaria de Dependencia, las trabajadoras ni siquiera tienen permiso para ir al médico. Cuando se lo conceden, «deben devolver las horas» que han utilizado para ello. Y desde UGT piensan que la propia patronal debería estar interesada en un convenio mejor, pues eso ayudaría a mejorar la calidad del trabajo y a encontrar mejores profesionales, porque, a día de hoy, «nadie quiere trabajar en las residencias».
Hoy en día, ese empleo supone atender a personas cada vez más mayores y con una diversidad de patologías, y es necesario, según Pelayo, atender también las patologías mentales. Con la dificultad que supone que no haya «unidades psiquiátricas públicas». Cada vez es más alto el porcentaje de personas dependientes que hay en estos centros sociosanitarios.
Después de una pandemia donde las situaciones que se vivieron en los centros de atención a la dependencia fueron dramáticas, Pelayo sostiene que «no hemos aprendido nada de la pandemia». Cree que se habló mucho en aquellos momentos, pero que eso ha caído un poco en el olvido. Por eso llega a la conclusión de que «estamos como antes de la pandemia, pero peor». Y sin la idea de que el sentido del sector cambie hacia un modelo más público. Sólo tres residencias en Cantabria son de esa característica, y están acostumbrados a que el Gobierno de la Comunidad diga que no hay dinero para hacer residencias nuevas.
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