El regreso de los bárbaros
||por Salman Abu Sitta, traducido por Pilar Salamanca||
Hace casi mil años, el 27 de noviembre de 1095, el papa católico Urbano II exhortó a los reyes, príncipes y duques europeos a abandonar sus disputas para organizar una cruzada con el fin de liberar Tierra Santa de sus habitantes (en su mayoría musulmanes).
“Emprenderemos el camino hacia el Santo Sepulcro [Jerusalén], rescataremos la tierra de las manos de ese pueblo malvado y la haremos nuestra”, dijo.
Y así fue como los cruzados llegaron y se quedaron durante un par de cientos de años. Dondequiera que fueran, la espada fue su única herramienta, la sangre su único lenguaje. Cuando entraron en Jerusalén, la sangre de los habitantes masacrados de la ciudad les llegaba a las rodillas. En Acre (Akka), un pueblo cristiano amigable fue a recibirlos, pero debido a que vestían túnicas blancas, los cruzados pensaron que eran musulmanes y también los masacraron.
Los cruzados terminaron yéndose, pero aún se recuerda su sangriento historial. Sus herederos, siguen sedientos de sangre. No hay más que ver la recua de líderes europeos que, en estos días, se abalanzan los unos sobre los otros para rendir homenaje al Estado sionista de Israel y ofrecerle armas, aviones y toda clase de apoyo para difundir su propaganda y sus mentiras.
Llegaron en masa:
Desde el Reino Unido aterrizó el Primer Ministro Rishi Sunak, él mismo de origen indio, junto con el Secretario de Asuntos Exteriores, James Cleverly después de barrer bajo la alfombra 300 años de brutalidad británica en el país de sus antepasados incluida la masacre de Amritsar de 1919 en la India colonizada.
El presidente francés, Emmanuel Macron, llegó de Francia, arrastrando tras si el horrendo historial de su país, donde constan hazañas tales como la de acabar – en 1950, durante la Guerra de la Independencia, con un millón de argelinos asfixiándolos con gas venenoso o arrojándolos al mar desde los helicópteros.
De Bélgica llegaron también unos políticos que here3daron de sus predecesores las manos manchadas con la sangre de un millón de africanos.
De Holanda aparecieron también los descendientes de los malditos afrikáner, los genocidas de Sudafrica, con su historial y su legado de Apartheid desarrollado y ampliado ahora por Israel.
Y por si fueran pocos, un nuevo invitado se añadió a esta comitiva de nuevos cruzados: Estados Unidos, autor de las masacres que casi eliminaron de la tierra a los pueblos originarios de la América del Norte y que completó recientemente su récord con un millón de iraquíes masacrados.
Este nuevo cruzado, decidió trasladar ahora sus portaaviones cerca de nuestras costas, transportando armas y bombas de fósforo en sus bodegas para intentar someter a 1.500 jóvenes refugiados en un campo de Gaza que, a principios de este mes, se atrevieron a destruir las barreras de ese campo de prisioneros para enfrentarse a los ocupantes ilegales de sus tierras y recuperar lo que es suyo.
Y en esas estábamos cuando, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, va y proclama con orgullo que no es solo ministro de Asuntos Exteriores de los Estados Unidos, sino que es también un judío israelí cuyo abuelo escapó de la muerte en Europa. Eso sí, no explica que es lo que hace o ha hecho él contra las personas que mataron o intentaron matar a su abuelo. O por qué está ahora reuniendo el poderío estadounidense para atacar a personas inocentes que ni siquiera conocieron a su abuelo, y mucho menos, le hicieron ningún daño. Tampoco dice en qué momento decidió no hacer nada contra todas esas gentes que – durante la 2ª guerra mundial – atacaron y mataron a muchos judíos inocentes como seguramente lo sería su abuelo.
Déjenme decirles algo:
Son todos unos cobardes: dejan en paz a los culpables para atacar a personas indefensas y masacrarlas.
Esto es lo que han hecho.
Esto es lo que siguen haciendo.
Los sionistas llevan hasta la fecha cometidos más de 356 crímenes de guerra incluidas las 90 masacres que llevaron a cabo entre 1948-1949 junto con la despoblación de 560 ciudades y aldeas arrasadas hasta sus cimientos. Desde la Declaración del Estado Sionista de Israel, esto es lo que llevan haciendo los últimos 75 años. Y durante todo este tiempo, la “civilizada” conciencia de Europa ha permanecido en un estado de coma profundo.
Los cruzados, incluido su nuevo socio, Estados Unidos, libran ahora una guerra de propaganda contra unos refugiados que intentaron escaparse de un campo de concentración y regresar a sus hogares. Difundieron la despreciable mentira de que los combatientes de la resistencia destrozaron la cabeza de no sé cuántos bebés y violaron a sus madres y a un montón de mujeres. Y aunque ahora se han retractado de esta horrible historia, pero sus efectos han sido devastadores.
La ironía que los medios pasan silenciosamente por alto, es que la historia se repite: Hace 75 años los sionistas ya hicieron todo esto a nuestro pueblo ¿Un ejemplo?:
El 13 de mayo de 1948, las células militares terroristas de lo que todavía no era el Ejercito de Israel, atacaron la aldea de Abu Shusha en el distrito palestino de Ramleh, matando a un gran número de personas dentro de sus hogares, en las calles y en los campos. Un soldado retuvo a una mujer que llevaba a su. Hijo entre los brazos y le abrió la cabeza con un hacha. (se trata de un testimonio documentado). A continuación, la dejó partir para que “contase a los demás lo que acababa de ocurrir”.
Y por lo que se refiere a la violación de mujeres palestinas por parte de esos primeros sionistas, tenemos docenas de testimonios que se pueden encontrar sin problemas en los libros de historia israelíes, incluidos los del historiador sionista Benny Morris.
Israel es también una autoridad en la creación de campos de concentración y trabajos forzados: entre 1948 y 1953 llegó a crear 17 de esos campos donde los agricultores palestinos capturados trabajaban como mano de obra esclava apenas solo tres años después de que esos mismos campos se cerrasen en Alemania.
(Datos recogidos en los archivos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) con los testimonios de algunos de los sobrevivientes)
Volviendo al día de hoy:
Durante 75 años, el campo de concentración de Gaza ha superado en tamaño a los de Auschwitz, Treblinka y Dachau antes de que, al final de la Segunda Guerra Mundial fueran liberados. Hoy, la población de Gaza alcanza los 2,3 millones de personas, con una densidad de 7.000 personas por km2.
Todas estas personas son los descendientes de los que fueron expulsados de las 247 aldeas arrasadas por los sionistas en el sur de Palestina y los colonos que hoy ocupan sus tierras son todavía menos numerosos que la población de un solo campo de refugiados como el dee Rafah, en Gaza.
¿No resulta curioso? Estas son las personas que ahora mismo están siendo atacadas por las mismas fuerzas que, en su día, liberaron los campos de concentración nazis en Europa. Que hoy se prohíban en Europa y Estados Unidos las en apoyo del derecho palestino al retorno, que se criminalice pedir justicia para Palestina es una prueba fehaciente de que la cruzada-sionista sigue viva y coleando.
Han pasado ya tres generaciones, pero los palestinos no olvidan, no han olvidado todavía dónde dejaron sus hogares y siguen decididos a regresar a ellos. Estoy seguro de que lo conseguirán, el futuro les pertenece porque lo que nuestros enemigos no han comprendido es que el instinto humano de libertad es, en verdad, es indestructible.