Cáritas denuncia la privación de derechos que sufren las personas sin hogar
Durante los primeros seis meses del año, Cáritas Diocesana de Santander ha atendido a 29 personas sin hogar, de las que 27 eran hombres y 2 mujeres. Es un número similar al del mismo periodo del año pasado y que no representa la realidad, pues recoge únicamente, a quienes han iniciado un proceso con la entidad. Cifras que, además, ocultan una realidad muy compleja: la de las mujeres que, sin estar en situación de calle, se encuentran en un proceso de exclusión similar, como explica Olga Martínez, coordinadora del Proyecto Personas Sin hogar de Cáritas Diocesana de Santander: “Las mujeres tardan más en llegar a una situación de calle que los hombres y cuando lo hacen tienen un deterioro mucho mayor porque antes agotan todos los recursos posibles que encuentran. Sobreviven en viviendas inseguras, muchas veces bajo amenaza de desahucio o violencia machista, transitando por múltiples viviendas durante cortos periodos de tiempo y en situaciones informales o aceptando alojamiento a cambio de cuidados”. Esta es la razón de su baja visibilidad para el sistema ya que su exclusión se produce en gran medida dentro del ámbito privado. “Una situación derivada de la lenta respuesta que reciben por parte de la Administración Pública, lo que aumenta su estigmatización, desprotección y vulnerabilidad”, añade.
Este jueves, más de 100 personas se han sumado a la concentración convocada por Cáritas en la Plaza Porticada de Santander con motivo del Día de las Personas Sin Hogar, que se celebra este domingo 29 de octubre. Una iniciativa que denuncia la falta de acceso a derechos, y en especial, la desprotección social que sufren estas personas. Este año, la campaña lanzada por Cáritas lleva por nombre ‘Comparte tu red. No dejes que se queden fuera de cobertura’.
En el transcurso de la concentración, una de las personas acompañadas por la entidad ha leído un manifiesto en el que ha pedido “que el derecho humano a la vivienda sea una prioridad política” y ha recordado el efecto dominó que se genera cuando no hay vivienda: “se vulnera el derecho al agua, a la higiene a la seguridad, a la alimentación, al uso de tecnologías, a tener una dirección para las gestiones….”.
El objetivo de la concentración es dar visibilidad a estas personas que se van quedando al margen de la sociedad. “Es necesario que la sociedad amplíe la mirada y se ponga en el lugar de quienes viven una situación diferente. Más allá de las circunstancias de dificultad, las personas tienen un pasado y un futuro digno”, han recordado en el comunicado.
A pesar de que no existen cifras oficiales sobre personas sin hogar en Cantabria, algunos estudios realizados hablan de unas 300. “Salir de la calle no es fácil”, explica Olga Martínez, quien añade que “son procesos largos y costosos. Nosotros ofrecemos un acompañamiento integral que incluye alojamiento, pero también necesidades básicas, talleres o acceso a derechos sanitarios, sociales y jurídicos, entre otros”. De este modo, las personas, además de ser acogidas en pisos de estancia temporal, pensiones y habitaciones, reciben una atención personalizada, lo que permite su derivación a recursos específicos fuera de la entidad si se considera oportuno. Actualmente 17 personas participan en el taller de fotografía que Cáritas tiene en marcha en Santander; 7 en Delfos, el taller de autoconocimiento personal y emocional encaminado a desarrollar habilidades para gestionar la vida diaria, y 8 en Activa, que incide en aspectos cognitivos. Por otra parte, en el Hogar Belén gestionado de forma conjunta con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, residen 7 personas con enfermedades crónicas que necesitan acompañamiento y no tienen una red familiar o social que se la preste.
DATOS NACIONALES
El año pasado Cáritas atendió a 39.487 personas sin hogar en situación de calle, un 6,13% más que el año anterior, según la Memoria de actividades presentada el pasado mes de junio. Dos de cada diez eran mujeres y más de la mitad, españolas (51,6%).
El progresivo aumento de la demanda femenina en estos proyectos de Cáritas ha motivado que en los últimos cinco años el 36% de las Cáritas diocesanas hayan decidido incrementar las plazas disponibles para mujeres en sus recursos. Así lo refleja el estudio “Un trabajo, una habitación y un gato”, cuyo objetivo es identificar las situaciones de sinhogarismo que viven las mujeres atendidas por Cáritas.
El estudio, realizado a través de un sondeo y entrevistas a mujeres sin hogar, confirma cómo la sociedad y las entidades públicas siguen reduciendo el sinhogarismo a las personas que duermen en la calle o viven temporalmente en recursos residenciales obviando las situaciones en las que se encuentran muchas mujeres y que son más difíciles de visibilizar.
TIPOLOGÍAS DEL ‘SINHOGARISMO’
El ‘sinhogarismo’ es un problema social que no solo aglutina a las personas en situación de calle. El número de personas afectadas por esta realidad varía en función del grado de exclusión residencial que se tome en cuenta. De acuerdo a la Tipología Europea de Sin Hogar y Exclusión Residencial (ETHOS) hay cuatro categorías: en situación de calle, sin vivienda, vivienda insegura o vivienda inadecuada. Las personas que están en la calle y las que van de alojamiento en alojamiento son la cara más conocida de este fenómeno. Sin embargo, las personas que viven en chabolas, caravanas, en asentamientos o en viviendas cedidas son la parte más invisible del ‘sinhogarismo’.
Según el “VIII Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España”, presentado en enero de 2022, uno de cada cinco familias en nuestro país sufre exclusión residencial, es decir, que tienen graves dificultades en relación al acceso y al mantenimiento de la vivienda. En el caso de los hogares en pobreza severa, ese porcentaje aumenta hasta el 69%.