Violencia: ¿a favor o en contra?
Parece sencillo contestar.
Pero, aunque sea sencillo, habrá que argumentar la respuesta.
Vamos… digo yo.
Parece universalmente admitido que la violencia engendra violencia.
Y parece que así es.
Veamos. Analicemos y expongamos ejemplos de violencia.
El Ayuntamiento de Santander, » llega tarde » (según palabras del concejal Ángel Lavín) y no avisa a dos vecinas, hermanas, ambas mayores de 70 años, de que su desahucio se había anulado.
Resultado : desesperadas y con la mente llena de nubarrones… se suicidaron.
Los bancos durante décadas, continuada y sistemáticamente, llenaron de cláusulas abusivas e ilegales sus contratos de préstamos hipotecarios. Hacían en España lo que no se les permite hacer en otros países de Europa. Sabiendo lo que hacían. Con permiso de políticos a su servicio que luego son recompensados mediante puertas giratorias. Fundamentalmente, trucaban los contratos con una cláusula: la de vencimiento anticipado.
¿En qué consiste?
Esa cláusula faculta al banco a reclamar judicialmente la totalidad del préstamo, en el momento en que el cliente deje de pagar puntualmente una cuota. Aunque lleve años cumpliendo religiosamente.
No se lo creen? Pues acepto apuestas.
Resultados: miles de desahucios.
Sigamos.
Una vez apropiadas las viviendas, se venden a bajo precio a un fondo de inversión.
Y éste, afín al banco, en ocasiones participado por el banco, lo revende por mucho más.
En otros casos, ésos fondos compran viviendas de titularidad pública. Vivienda social.
Por poco. Y lo venden, o lo ponen en alquiler a precios desorbitados.
Las leyes del mercado nos dicen.
Oferta y demanda dicen.
El mercado debe regularse por si mismo, nos dicen.
Pero lo cierto es que no. Que los caseros propietarios de viviendas que se ofrecen en alquiler, suben y suben los precios a sus inquilinos.
Los caseros, y no me refiero a fondos de inversión sino a particulares, pertenecen a la parte de la población que cuenta con unos ingresos cercanos a los 50.000 euros/año. El doble de renta que sus inquilinos.
Y reclaman más ayudas. Y continuamente buscan y utilizan artimañas, con el fin de burlar la nueva e insuficiente ley de vivienda.
Por lo visto, les parece poco el hecho de que el 60% de lo que cobran, está exento de impuestos.
Así que sí. Estoy en contra de la violencia. De ejemplos como los mencionados y de otros que podrían enumerarse.
Porque puede generar respuestas como método de defensa de gente que no es escuchada y no cuenta con más opciones.
Porque no puede ser que elementos como el concejal ÁNGEL LAVIN, y la alcaldesa GEMMA IGUAL, cuya ineptitud ocasionó el suicidio de las dos hermanas vecinas de la calle Burgos de Santander, se vayan de rositas tal y como sucede ahora.
Porque, además, siguen actuando de forma que directamente aboca a nuevos sucesos que pueden ser igualmente trágicos.
Ponen mesas en contra de las Okupaciones. Aunque el número sea prácticamente anecdótico.
Porque no apoyan a sus vecinos en riesgo de desahucios. Aunque el número de órdenes de lanzamiento sea alarmante.
Y claro. Si protestas… eres violento.
Si realizas un escrache, eres violento.
Si lanzas pintura a los asistentes a una feria de fondos buitre, eres violento.
Si a modo de escudo humano, te opones a que desahucien a una familia, sin que se le ofrezca una alternativa habitacional, eres violento, y te enfrentas a una petición de dos años de prisión.
Si, llegado el caso y organizadamente, convocas una acción consistente en que miles y miles de inquilinos se nieguen a pagar, todos juntos y a la vez el alquiler… eres violento.
Pero ésta respuesta, es la reacción de gente desesperada.
Abocadas a tomar medidas extremas porque tienen poco que perder.
Abandonada por aquellos que deben velar por su bienestar.
La violencia… engendra violencia.
Lo sé.