Salud urbana. 16 años del derrumbe en la Cuesta del Hospital, que costó tres vidas

El Cabildo de Arriba encara un aniversario sin planes de futuro tras decaer el modelo de ciudad que apostaba por su regeneración y sin planes del Ayuntamiento contra el empuje de la turistificación
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La consolidación del Cabildo de Arriba como zona cero del desastre urbanístico de Santander está ya en plena adolescencia. Decimos la consolidación porque ya era zona de desastre y abandono antes del puente de Diciembre en que las obras sin licencia adecuada en un edificio de la Cuesta del Hospital que acabó con la vida de Chuchi, Gumersinda y Teo.

Y decimos adolescencia porque de aquello hace ya dieciséis años. Tiempo suficiente para que muchos no recuerden, muchos hayan naturalizado y para que el propio barrio haya cambiado: en medio de la sucesión de siglas y promesas de planes para esta centríquisima zona de Santander, el Cabildo ha perdido habitantes (unos por muerte, otros se han ido por puro aburrimiento), comercios y hasta la asociación de vecinos.

Es sencillo: si no haces nada, todo sigue su rumbo. Y allí el rumbo es la maleza avanza, cae algún cascote, los edificios abandonados suman más deterioro, algún promotor hace cálculos a ver si ahora es el momento, en el Ayuntamiento reactivan alguna comisión…

Y en todos estos años, que raro es decirlo, la especulación se ha ¿democratizado? ¿popularizado?

Si hace años hubo un buen número de barrios en la ciudad preocupados por lo que harían a sus casas la alianza banquero – constructor ( con el ejemplo del Pilón), ahora no es muy aventurado decir que el riesgo para el futuro de los barrios puede ser cualquiera.

Cualquiera que tenga un par de pisos ya de origen, o dinero o crédito para comprarlos: en el Cabildo de Arriba, de las pocas rehabilitaciones que hemos visto recientes es para lucir las siglas VUT (viviendas de uso turístico); incluso hemos visto los numeritos de las contraseñas en uno de esos pisos que quedaban en pie arriba del Río de la Pila, al lado de otros dos que se cayeron (uno por falta de apoyo, que es en realidad el gran problema del urbanismo en Santander, la falta de apoyo a los vecinos.

El año pasado al menos había un proyecto, un plan para hacer algo con la ciudad y evitar ese proceso imparable de pérdida de identidad que parece estar marcando los últimos mandatos municipales: para entonces, ya se había dejado aprobado Santander Hábitat Futuro, el modelo de ciudad, que servía de avance del Plan General (también hemos naturalizado tener anulado el PGOU y funcionar con el del 97). Ese documento, encargado por la Concejalía de Urbanismo en la época de Ceruti (Ciudadanos) incluía una fuerte apuesta por la rehabilitación que en el barrio era, como no podía ser de otra forma, era notable. El PSOE en la campaña llegó a proponer instalar allí el Teatro Sotileza, un teatro municipal, además de medidas para que el Ayuntamiento recupere solares. Este año nada: ni una revisión del documento que nunca gustó en la Casona, ni ningún paso nuevo esbozado ni anunciado, más allá de una casi escolástica disquisición sobre el límite del barrio.

Es, ni más ni menos una cuestión de salud, salud urbana: a ese departamento municipal es al que se cargan las actuaciones en los solares abandonados, en lugar de a los relacionados con obras o urbanismo. Y pese a parecer tener claro que es una cuestión de Salud, la cirugía nunca llega al barrio que incluso tiene las referencias al hospital en sus calles o edificios.

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