Las limitaciones presupuestarias llevan al Ayuntamiento a plantear intervenciones mínimas en la reforma de los baños del Racing
El Ayuntamiento de Santander ha sacado a licitación la reforma de los baños de los Campos de Sport de El Sardinero, ante el mal estado de estas instalaciones, propiedad municipal, que venían denunciando tanto la afición como la dirección del club.
Lo ha hecho por un importe de 495.277 euros, sin IVA, de 599.285 euros si se incluye, y un plazo de ejecución de seis meses, en las próximas semanas las empresas interesadas tendrán que presentar sus ofertas para poder ejecutar la obra.
Y si bien en el informe de necesidad de la obra elaborado por el servicio de Arquitectura y consultado por EL FARADIO se señala expresamente que el precio no debe ser el único factor que deba tenerse en cuenta para la obra, posteriormente en la propia memoria, elaborada por el mismo departamento del Ayuntamiento, se repasan reiteradamente las limitaciones presupuestarias y sus consecuencias sobre el proyecto.
EL RECHAZO AL DINERO COMO ÚNICO FACTOR
La última oleada de obras en Santander viene marcada por complicaciones posteriores en contratos que han experimentado distintos avatares en su tramitación: la reforma del MAS, el Museo de Arte de Santander, se adjudicó con una baja del 40% y acabó sufriendo sobrecostes; el Centro de Iniciativas Empresariales La Tesilla, en La Albericia, se adjudicó a la oferta más barata y acabó sufriendo sobrecostes y retrasos; y también se adjudicó con baja la primera fase de los contenedores soterrados que acabaron sin uso fruto de numerosos problemas de mantenimiento cuya reparación costará prácticamente lo que se adjudicó el contrato.
En este caso, un informe municipal incide en la complejidad de la obra y también en el objetivo de su calidad, por lo que se exigirá a las empresas “las garantías necesarias para que la calidad sea una constante en la realización de todas y cada una de las unidades de obra”, algo que debe reflejarse en los medios humanos y técnicos que se empleen.
En consecuencia, se remarca expresamente que en estas obras “no se ha de considerar el precio de la misma exclusivamente”, sino que ante los otros factores mencionados (la necesidad de calidad y la complejidad de la obra) “se considera de suma importancia en la consecución de un buen resultado”.
NO SE REFLEJA EN LOS CRITERIOS PARA LA ADJUDICACIÓN
Con todo, a la hora de valorar la adjudicación, se establece que se valorarán criterios como las condiciones de la obra, la memoria o el mayor plazo de garantía, pero también el menor precio ofertado.
Y se fija que un 25% de la nota (en una licitación se van asignando puntos, hasta 100), serán por juicios de valor, y el 75% restante, por fórmulas matemáticas (la parte que precisamente incluye, entre otros elementos, la oferta económica).
A más detalle, la oferta económica suma 65 de los 100 puntos en juego, y las normas de contratación y la práctica habitual en las adjudicaciones hace que una rebaja respecto al precio calculado por el Ayuntamiento lleve a acercarse lo más posible al total de los puntos que inclinan la adjudicación.
EL CRITERIO DE LA INTERVENCIÓN MÍNIMA
Pero después, en la memoria de la obra, elaborada por el servicio de Arquitectura, se alude constantemente a las limitaciones presupuestarios y al criterio fijado de “intervención mínima”, que afecta al detalle de los trabajos previstos.
Así, la solución diseñada por el Ayuntamiento, tal y como recoge el proyecto, consultado por EL FARADIO, no incluye intervenir en muros y tabiquerías de reparto interior de los baños o el número de dotaciones sanitarios, que se mantiene igual (contraviniendo, por petición del Consistorio, las especificaciones para servicios marcadas en la normativa urbanística municipal y en la de espectáculos estatal).
Tampoco se interviene en la red de fontanería, la red de saneamiento la instalación de la iluminación, que quedan todas pendientes de la revisión del estado real de conservación y del diseño final.
De hecho, para “optimizar” el presupuesto y reducir “significativamente” los plazos, se respetará la configuración actual, centrándose en sustitución de acabados, eliminación o sustitución de puertos y sustitución de sanitarios y luminarias.
Pero se “intenta” evitar “al máximo” las demoliciones en la obra, por el efecto en los plazos o el encarecimiento que supone el desescombro al no ser una retirada de residuos convencional, directa.
La necesidad de ahorrar ha llevado a prescindir de la primera opción, sanitarios elevados sobre el suelo, de más fácil limpieza y con menos necesidades de mantenimiento, pero finalmente, “por incompatibilidad presupuestaria”, irán anclados al suelo.
Además, las “limitaciones presupuestarias” llevan a centrar el uso del material HPL (laminado de alta presión, del que se destaca en el proyecto su resistencia, durabilidad y facilidad de limpieza) a usos concretos, cuando al principio se quería emplear en todas las paredes.
Finalmente, sólo serán en donde se ubican los lavabos o los frentes de los inodoros, mientras que en las demás paredes, se mantendrá el diseño del actual alicatado, sustituyéndolo y cambiando las juntas.
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