Ecologistas en Acción pide que se «priorice lo social y no la inversión en megaproyectos como el hidrógeno verde»
En Cantabria los grandes anuncios de proyectos de producción de hidrógeno se están recibiendo con escepticismo. Desarrollado por COPSESA, una empresa de construcción de Cantabria, y RIC Energy, una empresa de energías con cartera de proyectos de energías renovables e hidrógeno en Castilla y León, el proyecto ‘Besaya H2’ se presenta inicialmente como el proyecto de producción de hidrógeno más grande de Europa.
La nueva instalación contará con electrolizadores de una capacidad inicial de 500 MW para entrar en funcionamiento en 2027, y prevé ubicar la planta en los terrenos de la ahora cerrada SNIACE en Torrelavega, un solar de 70 hectáreas que deberán descontaminarse por los usos industriales que anteriormente se hacían en esas instalaciones.
En este caso, una de las organizaciones que se ha sumado al recelo ante este plan ha sido Ecologistas en Acción Cantabria, que denuncia que “pese a indicar que será la mayor inversión de la historia de Cantabria la presentación se realiza sin un proyecto”. Además, la propia organización ha presentado este mes de abril el informe ‘El rastro del hidrógeno’ donde analiza los efectos de las nuevas plantas de hidrógeno verde en toda Europa en colaboración con el Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG).
“A día de hoy, una de las principales preocupaciones es la falta de información transparente y fiable para poder analizar el proyecto en profundidad”, lamentan desde la organización, y explican que “existen dos incógnitas”: la primera es de dónde provendrá la energía renovable para alimentar el electrolizador y el agua, y la segunda es la duda sobre cuál será el destino final del hidrógeno producido en la planta, ya que “aparentemente no habría industrias cerca que lo utilizarían”.
Por ello, reconocen una falta de planificación energética por parte del Gobierno de Cantabria: “Aquí la política energética está externalizada completamente, es necesaria una agencia de la energía cántabra para abordar la transición energética”, indican, y denuncian, además, la “falta de inversiones públicas en proyectos de bajo consumo energético”.
Asimismo, aprovechan para recordar que en Cantabria existen problemas “más importantes en los que invertir” como el envejecimiento de la población o la falta de servicios y medios como el transporte. Por si fuera poco, añaden que “este tipo de plantas conllevarán problemas por su elevado consumo de agua y de energía renovable que requiere su producción, así como la priorización del gasto en megaproyectos industriales respecto las inversiones de carácter más social y comunitario”.
CANTABRIA COMO ESPEJO DE EUROPA
La Unión Europea quiere convertirse en la región del mundo con el mayor consumo de hidrógeno en 2030. Según la Comisión Europea se estima que Europa necesitará 20 millones de toneladas para satisfacer su necesidad de descarbonización. La mitad de esta suma se pretende importar de terceros países.
Los acuerdos de importación se quieren utilizar para establecer nuevas relaciones o consolidar las existentes con países del Sur Global, “reproduciendo las prácticas neocoloniales que también ha llevado a cabo con los combustibles fósiles”, muestra Ecologistas en Acción. Un ejemplo es Chile, con quien la Unión Europa ha modernizado el acuerdo comercial existente, incluyendo elementos necesarios para la transición verde, como el hidrógeno y materias primas críticas.
La financiación pública es uno de los elementos clave para los proyectos energéticos porque facilita su construcción y reduce los riesgos de las empresas privadas que los impulsan. En el caso de la Unión Europea, ha puesto más de 25.000 millones de euros a disposición de los diferentes mecanismos de financiación creados para proyectos de hidrógeno. “Hasta ahora, las grandes empresas energéticas y de los sectores donde se utilizará el hidrógeno han sido las grandes beneficiadas”, concluye la organización.
PROYECTOS CON FALTA DE ESTUDIO
Marcos Rupérez, consultor de tecnologías de hidrógeno, ya se sumaba el pasado mes al escepticismo que despierta este proyecto en una entrevista a ‘El Faradio de la mañana’.
Lo primero que aclara es que esta no es una fuente de energía, sino “una tecnología que sirve para transformar fuentes de energía eléctrica, y que sólo es renovable si es verde. Sin embargo, se acude a este recurso como si fuera a ser una solución a unos determinados problemas”.
El propio Rupérez asiste a este tipo de anuncios con recelo. Por un lado, porque si existe un problema de empleo en un determinado lugar, ese ya “no es un gran aliciente empresarial”. Primero se requiere pensar para qué se va a utilizar el hidrógeno verde, “para ver si el proyecto tiene sentido”, indica.
A veces, “este tipo de proyectos sirven para atraer empresas que buscan proyectos donde haya dinero público, por lo que es posible que acaben siendo un bluf”, señala, y añade que “se peca de no estudiarlo en detalle y se hacen muchos proyectos sin sentido”.
Además, no necesariamente el hidrógeno verde es la solución para ser una sociedad mucho más sostenible. Rupérez subraya un dato muy importante, y es que el 20% de todo el consumo energético se destina a la electricidad. Nada más que el 20%. un dato sobre el que se suele pasar de puntillas. “Aunque consigamos que toda la electricidad sea renovable, sólo sería el 20% del total”.