La lucha contra el tráfico de armas saudí blinda al Puerto de Santander de la llegada de barcos con explosivos contra Palestina
El Puerto de Santander no ha acogido en lo que llevamos de año ninguna operación con explosivos con barcos de Israel, embarcado en un ataque masivo a Palestina que está afectando a hospitales, colegios, ONGs, la llegada de material humanitario de extrema necesidad o centros de acogida a refugiados.
Ni con ningún Estado, de hecho, tal y como asegura el Puerto de Santander en una petición realizada vía Transparencia, a la que ha tenido acceso EL FARADIO, por activistas de Pasaje Seguro, colectivo que lleva años luchando tanto por una mejor acogida a personas refugiadas y migrantes como contra situaciones como el comercio de armas desde las instalaciones portuarias.
Ese comercio empezó a darse en Santander después de ser rechazado en Bilbao tras la presión social desencadenada por la negativa del bombero Ina Robles a escoltar un buque de la compañía estatal saudí Bahri, con armas y explosivos que eran usados en la Guerra de Yemen, que en esos momentos era el conflicto que más desplazamientos forzosos o muertes en la población civil estaba causando.
«Hay gente que ve el tráfico de armas como un número de contenedores»
En concreto, desde Pasaje Seguro se preguntaba si la Autoridad Portuaria cuenta con algún protocolo específico para cargar armas.
Y también si durante 2024 el Puerto de Santander había acogido barcos que llevasen u hubiesen cargado armas rumbo a Israel, además de o si se ha tomado alguna decisión para asegurarse de que en sus instalaciones no opere ningún barco que transporte armas destino a Israel y así no colaborar con las “criminales acciones” que ese país está llevando a cabo contra la población palestina, está causando reacciones de rechazo a nivel global y muestras de apoyo popular, canalizado en Cantabria con acciones como el festival de Cabezón por Gaza, el encierro en la parroquia de San Pío X o la acampada que comenzará este jueves en la UC.
Y lo que responde el Puerto es un dato que no había trascendido, que en octubre de 2021 se emitió una resolución en virtud de la cual no se permitía la realización de operaciones con explosivos en sus instalaciones.
Además, desde 2018 se elaboró una instrucción para definir cómo sería el proceso de manipulación de explosivos cargados o descargados en el Puerto, para conseguir que se desarrollaran en condiciones de seguridad.
De esa instrucción de 2018 se pasó a la prohibición en 2021 de operaciones con explosivos.
DOS AÑOS DE PROTESTAS
Fue precisamente a partir de 2018 cuando se empezó a detectar el paso de idistintos buques de Bahri por Cantabria (como se reveló por primera vez en la multitudinaria manifestación del 8 de Marzo), y a partir de ahí se fueron repitiendo las llegadas hasta que la presión social llevó a que la naviera saudí optara por otras rutas, como en su día hizo marchándose de Bilbao.
En total, como documentó el Centro Delás, el Puerto de Santander cargó entre 2018 y 2019 más de 1.500 toneladas de explosivos que acabaron usándose en la Guerra de Yemen: 400 bombas del mismo tipo que unas de las que salieron desde el Puerto, las denominadas bombas inteligentes, se usaron en el ataque a un autobús escolar en Saada (Yemen), con 51 muertes, 40 de ellas de niños.
En la protesta social desencadenada a raíz de estas llegadas participaron organizaciones como Pasaje Seguro, Amnistía Internacional o el Colectivo No Violencia, entre otras, a través de manifestaciones, concentraciones, recogidas de firmas, conseguir a través de partidos políticos que se debatiera del asunto en el Parlamento, el Ayuntamiento de Santander o el Congreso de los Diputados, todo con el apoyo de La Guerra Empieza Aquí, el movimiento social surgido precisamente en Bilbao y nacido del colectivo de apoyo a refugiados y migrantes Ongi Etorri Errefuxiatuak-Bizkaia. Una lucha, intercambio de experiencia y contacto con Cantabria en la que fue clave el papel de activistas como el añorado Joseba Sanz,que consiguieron entonces y ahora que la guerra no empezara aquí.
LA LUCHA NO ACABÓ AHÍ
Y si bien no se detectaron más movimientos de explosivos después, sí que se localizaron en 2023 envíos de tanques cedidos a Ucrania,.
Y la lucha social frente a las prácticas contrarias a los derechos humanos por parte del Puerto de Santander continuó ante el anuncio de instalación a todo su perímetro de cuchillas (concertinas, un método que ni siquiera se usa en la frontera sur española, con una evidente mayor presión migratoria que el puerto santanderino) para impedir los accesos de migrantes a los que denominaban polizones (sic) pese a que ni siquiera llegaban a embarcar.
Tras meses de criminalización y de pronósticos catastróficos sobre el futuro del Puerto de Santander por los intentos frustrados de acceso salvo que se usaran las cuchillas, la Autoridad Portuaria acabó recurriendo a drones para controlar los accesos, en un proyecto que cuenta con financiación europea. Si bien continúa un tramo de cuchillas, se desistió del total y los accesos ya no son un asunto de la agenda pública.
Tanto con las bombas como con las cuchillas se recurrió al argumento económico: no se podía renunciar a los explosivos porque supondría pérdidas para el Puerto y los intentos de acceso de los jóvenes albaneses iban a provocar la marcha de compañías marítimas, todo a pesar de la evidencia de que el Puerto de Bilbao sobrevivió tras acabar el tráfico de armas o que de 2019 en adelante no hubiera retrocesos en el de Santander. Y en el caso de las cuchillas, el pronóstico de la debacle no sólo no se cumplió, sino que el discurso se hacía de forma simultánea a la difusión por parte del mismo Puerto de récord de mercancías tras récord.
