Piden el cambio de nombre del colegio Miguel Primo de Rivera en Ampuero
El colegio público de Ampuero se sigue llamando Miguel Primo de Rivera, militar que dio un golpe de Estado e impuso una dictadura militar entre 1923 y 1930, padre de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, organización inspirada en el fascismo italiano y que acabó siendo el partido único de la dictadura franquista.
“¿Puede un colegio público llamarse CEIP Miguel Primo de Rivera?”, se preguntan un grupo de vecinos del municipio, que automáticamente responden: “No”, por lo que han emprendido una campaña para trasladar su opinión a responsables del centro, de la Consejería de Educación y el Ayuntamiento, a través de los ceip.miguelprimoderivera.ampuero@educantabria.es, ayto.ampuero@aytoampuero.es, informacion@educantabria.es
Y recalcan que no es ni una “pataleta” n siquiera una referencia a la Ley de Memoria Democrática, toda vez que se centra en un período posterior (la Guerra Civil, la dictadura y los primeros años de la transición en los que se produjeron episodios de violencia política, como la matanza de los abogados de Atocha o el caso Almería).
Según señalan, “es un deber moral” que responde a “la imperiosa necesidad de no homenajear ni dar legitimidad a una persona que decidió que la democracia no era el mejor camino”.
Y que ven incompatible con un sistema educativo público, gratuíto, “con voluntad universal y peleas constantes por la búsqueda de la calidad”, porque “el nombre de un dictador no representa ninguno de los valores que promueve la escuela en este país”.
Recuerdan que “Miguel Primo de Rivera sostuvo una dictadura entre 1923 y 1930 en España. formó un gobierno militar, cerró medios de comunicación y la boca de quién quisiera ir contra su régimen político”, y lo hizo con “una forma de gobernar autoritaria y ultranacionalista que sirvió como alimento para lo que llegó un tiempo después con una guerra civil y otra dictadura”. “Padre del fundador de la Falange y de la creadora de la Sección Femenina, su legado tampoco parece compatible con una educación democrática e igualitaria para todo el mundo”, añaden.
Frente a esto, indican, “es más fácil de lo que pensamos encontrar nombres de personas que lucha-ron o luchan por el bien común, y es infinitamente más justo para todas y todos dotar al colegio de un nombre que pueda llevar con orgullo y sea ejemplo de las prácticas y acciones que queremos promover socialmente”.
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