Carta abierta al Colegio de Médicos de Santander
En la calle Ataúlfo Argenta de Santander se ubica el Colegio de Médicos, faro que vigila la práctica de la medicina en Cantabria, honrosa e importante misión que le encarga nada menos que nuestra Constitución. Y tal institución, como corresponde a cualquiera que se precie, celebra un día del año “El día del médico” y ese día es el veintisiete de junio, día de la Virgen del Perpetuo Socorro (es patrona de los médicos españoles, desde su proclamación por Juan XXIII, en Carta Apostólica de fecha 14 de febrero del año 1962, a petición de los Colegios Médicos de España, por medio del doctor Antonio de Soroa y Pineda, ultracatólico con libros editados por la editorial Fuerza Nueva -“No Matarás. Anticoncepción. Aborto criminal. Eutanasia. 1973”-). Así pues esa decisión fue tomada años antes de la aprobación de nuestra Constitución y a petición de un ultra que dista mucho de ser representativo de los actuales médicos españoles.
Nuestro país no anda sobrado de premios Nóbel, en nuestras universidades y centros de investigación no pasa como en Oxford, Harvard o Cambridge, donde los alumnos reciben clases y ejemplos incentivadores de eminencias reconocidas con distinciones internacionales. Pero alguno tenemos, Santiago Ramón y Cajal o Severo Ochoa son conocidos por todos los españoles y motivo de orgullo para el común. Para el común, digo, más no para los Colegios de Médicos españoles, que, incurriendo en lo que podríamos llamar “ indelicadeza constitucional” prefieren que nuestro patrón sea una virgen , una onomástica católica (lo que significa que se reconocen mejor en una virgen que en un médico ejemplar) olvidándose al menos de tres cosas; la primera, que nuestro país se declaró constitucionalmente país aconfesional. La segunda, que si bien habrá colegiales católicos a quienes tal onomástica les resulte adecuada, también los habrá protestantes, musulmanes, budistas, agnósticos o ateos, a los que les rechinará cada año, y ya son décadas las pasadas desde que votamos nuestra constitución. Y todos ellos, de católicos a ateos, somos colegiales porque la colegiación es obligatoria y sólo hay un Colegio de Médicos, no uno para cada credo o falta de él. La tercera, que tener un patrón del prestigio de Cajal o Severo Ochoa sería tanto un orgullo para todos, un patrón donde todos nos reconoceríamos, como un estímulo permanente, un ejemplo para las jóvenes y no tan jóvenes generaciones de médicos españoles.
Y desde ese faro vigilante de Ataúlfo Argenta a la hora de buscar una sede para celebrar como se merece el día de los médicos, la vista desde esa alta cota cae sobre el salón de actos de la Uneatlántico (Universidad Europea del Atlántico) institución privada donde además no se estudia medicina, por lo que cuesta entender tal elección. Más cerca, para cualquier catalejo que busque desde Ataúlfo Argenta, está la Facultad de Medicina, con su buen salón de actos o aún mayor y más cercano está el del Paraninfo de la Universidad, ambas, Facultad y Universidad, instituciones públicas donde algunos colegiados dieron (y dan) clases como profesores y un buen número las recibieron.
Así que ¿porqué la Uneatlántico? Por la amplitud y comodidad de sus instalaciones no será por lo ya dicho. ¿Como una expresión de amistad a la enseñanza privada o de distanciamiento de la pública? ¿Por indelicadeza o falta de tacto al no considerar todas las sensibilidades colegiales?
Nuestro Colegio, como el resto de los Colegios Médicos de España, es una institución conocida defensora de la medicina privada. La constitución no le ordena que sea a la pública a la que defienda, ni a la privada, lo que le ordena es que vigile su práctica y evite desviaciones del buen hacer médico. Así que nada que objetar, puede defender la sanidad privada (o la enseñanza privada, esto lejos de sus competencias) está en su derecho. Lo que pasa es que, como con las creencias religiosas, no hay un colegio para profesionales que trabajen como médicos o docentes en la privada y otro para los que lo hacen en la pública, sólo hay uno que nos representa a todos. Por lo que si los actos colegiales salen del propio colegio (que por cierto también tiene salón de actos) debería ser cuidadoso en su elección. En la Facultad de Medicina o el Paraninfo, todos los colegiales estaríamos igualmente cómodos. Lo mismo que si el día de los médicos fuera la fecha de nacimiento de Santiago Ramón y Cajal o la de Severo Ochoa. Las indelicadezas de esta índole hay que corregirlas para que nuestro país sea más habitable, para que sea la casa de todos y el Colegio de Médicos el de todos los médicos.