“Es alarmante que los estados europeos permitan que un gobierno desarrolle un apartheid”
Nos visitan en el estudio, una enfermera jubilada –que no retirada de los cuidados-, una magistrada en activo, un día antes de subirse al Handala, el barco que ha fletado la Flotilla de la Libertad, que atracó el sábado en Santander, en el que ha sido su primera parada en un puerto español antes de ir recorriendo distintos puertos europeos hasta intentar llegar a Gaza, donde el asedio también va por mar.
Y para ambas su embarque, convertirse en parte de una tripulación, forma parte precisamente de una extensión de su vida profesional, que no separan del compromiso con los derechos humanos.
Es bastante claro en Ángeles Cabria, enfermera, de Cabezón de la Sal (un municipio que está siendo muy activo en la denuncia del genocidio, desde las vigilias semanales hasta el multutidinario festival solidario que organizaron).
A Ángeles su trayectoria en el cuidado de la salud pronto le llevó a la salud pública y los derechos humanos, viendo la salud como un derecho que ayuda a tener “una vida digna”, que “merece la pena ser vivida”. Y eso entronca con su interés por las migraciones, que le lleva de las migraciones interiores del campo a la ciudad durante el franquismo (la historia de su familia) a las migraciones de ida vuelta. Ella misma estuvo trabajando con migrantes en varias ocasiones, incluso estuvo ayudando en un campo de refugiados en Grecia.
Desde esa preocupación por la vida, Ángeles siente como “insoportable” el genocidio (los bombardeos de Israel a hospitales, ambulancias, colegios, ONGDs e incluso campos de refugiados, además del bloqueo a la ayuda humanitaria), y lo vive como algo ante “lo que no te puedes quedar parada”.
Para la magistrada Pilar Barrado, el compromiso es una extensión de su formación y trabajo como jurista, como “fanática” de la legalidad, que “nos iguala a todos y todas”, y que ve como en este caso se vulnera a nivel internacional, porque también hay una legislación internacional y normas acordadas que Israel está incumpliendo en todo tipo de aspectos, como por ejemplo los tratados que prohíben los asentamientos en territorio palestino.
“Como profesional del derecho, yo no puedo estar parada. A mí sí me importa que otro Estado asesine, que estemos ante el mayor infanticidio que hemos visto nunca. Como madre de tres niños, no me puedo quedar quieta, es mi obligación”, aseveraba en EL FARADIO.
Pilar embarca en Santander y llegará hasta Coruña, ya que la dinámica de la Flotilla es que en cada puerto entren y salgan personas que contribuyan a extender el mensaje. Es la misma ruta que hará otro cántabro, Sergio Tamayo, activista internacionalista en Interpueblos, responsable de Movimientos Sociales de Izquierda Unida en Cantabria y trabajador ferroviario, sindicalista en CGT. Ángeles, por su parte, estará hasta el final, con el riesgo de ser abordados en alta mar por Israel (como les pasó a Sandra Barrilaro y a otra enfermera cántabra, Lucía Mazarrasa, que fueron detenidas, retenidas y deportadas).
Pero eso no quiere decir que para la magistrada sea un territorio desconocido Palestina, de donde de hecho acaba de regresar de un encuentro con juezas y fiscales en Ramallah.
Allí, narraba, ha comprobado como sus compañeras para moverse dentro de su propio territorio tienen que someterse a check points “super tiranos” después de caminar “durante horas interminables” y para exponerse a estos puntos de acceso militares, en los que no sólo está el riesgo de que “te abran o no”, sino que, “ante la mínima duda”, “a veces te pegan un tiro y luego ya investigan”.
Es “una privación de libertad de movimientos para todo” (fuera de micro recordábamos el documental sobre el bloqueo para la quimioterapia que rodaron las reporteras Ana Alba, ya fallecida, y Bea Lecumberri), que les hace vivir “rodeados de muros” y que en el caso de sus compañeras juezas, fiscales o abogadas, les lleva a una dificultad de ingresos con una justicia “paralizada” porque se está a la mera supervivencia, no sólo económica. “Una abogada de Belén, de 19 años, me dijo: ‘No sé el tiempo que voy a vivir’”, recuperaba de entre las experiencias de estas recientes jornadas, en las que también pudo vivir el “agradecimiento” que sienten hacia España por el reconocimiento como Estado. “Pero si es poquísimo”, les respondía ella: “Estaban tan solas”
Es, resume, un apartheid en toda regla que ve “alarmante” que se “permita” desde los países europeos y que va en el lote de vulneraciones de política internacional y derechos humanos. “Está en juego la humanidad”, advierte.
Para Ángeles, el Handala (su nombre remite a la caricatura de un niño palestino de espaldas, se ha convertido en todo un símbolo de la resistencia y sirve para que el mensaje de la Flotilla en esta singladura llame la atención sobre el impacto del exterminio en la infancia de Gaza, la más vulnerable en lo sanitario y humanitario, casi la mitad de la población) es “una especie de arca que acoge a activistas de distintos lugares del mundo a quienes nos une este objetivo”.
Pilar, que bajará en Coruña, lo tiene claro, ir “hasta el final” como Ángeles es poner “en juego” la vida (en 2010 hubo un asalto y murieron decenas de activistas a bordo), motivo por el que reclama protección de los países europeos a la Flotilla, que es sociedad civil organizada que hace “lo que no están haciendo los gobiernos”. Y “no hay amor más grande que el que pone en peligro su vida por otros a los que no conoce de nada”, resume, mirando a Ángeles.