Desde hace un año estamos siendo testigos de algo que lleva a pensar en los peores momentos de la humanidad. El 7 de octubre de 2023 Hamas llevó a cabo un atroz crimen terrorista en territorio israelí. Y eso desató una respuesta que causa horror todos los días. Sobre todo, en Gaza, pero también en Cisjordania, en Líbano, en Siria, Yemen y con el temor de que cada vez sean más lugares y más personas las afectadas por esta escalada de violencia.

Yolanda Soler Onís acaba de pasar cinco años viviendo en Beirut, la capital del Líbano. Llegó en plena revolución contra el Gobierno, vivió allí la pandemia, la terrorífica explosión en el Puerto de la ciudad («todavía no esclarecida», recuerda ella) en 2020, las réplicas del terremoto que afectó a siria y Turquía en 2023, y este último año donde el foco ha estado puesto, principalmente, en Gaza, pero también ha habido bombardeos sobre Líbano.

Las cosas se acaban de poner peor en ese país, porque Israel está intensificando su ofensiva y hasta ha llegado a invadir su territorio. Esto último ya no le ha pillado allí, porque se ha mudado, por trabajo, a Amman, la capital de Jordania. Pero eso no significa que haya descendido su preocupación. «Estoy sin dormir, como los cinco años que he vivido en el Líbano», confiesa en una entrevista concedida a EL FARADIO.

Además, ahora vive en un país donde el 70% de la población es de origen palestino. El dolor es inmenso. Y no se puede sentir totalmente a salvo. El día que Irán ha lanzado sus misiles hacia Israel, cuenta que los han visto pasar, algunos se interceptaban, y eso provocó que uno estallara en el cielo y cayeran los restos sobre Amman e incluso hubo heridos por ello. Y ha comprobado que ahora vive a sólo 216 kilómetros de su casa en Beirut, por lo que sigue cerca de los sitios con más riesgo.

Por supuesto la peor parte se la ha llevado Gaza, pero Yolanda denuncia que los ataques contra Líbano «están siendo indiscriminados». Por mucho que Israel hable de ataques selectivos, ella dice que «no tienen nada de selectivos, porque acaban con 100 vidas o con 200, matando niños y civiles».

Por eso pide que nadie compre el relato de Israel, de ataques selectivos y daños colaterales. Empezando por los periodistas. «El ataque de Hamas fue terrible, no hay palabras para describirlo, pero tampoco hay palabras para describir esta venganza sin límite», afirma.

Habla del Líbano con total cariño. Se refiere al pueblo libanés como personas que se han acostumbrado a vivir el día a día. «Los libaneses se plantean dónde están hoy y mañana ya veremos», describe. Y Beirut es una ciudad que ya ha caído otras veces, por guerras en otros momentos, y también por aquella explosión del Puerto. Comparte una canción de un cantautor español, Carlos Domínguez, en la que canta con Haifa Nour Yeghiayan, una soprano libanesa. En la canción hace referencia a que Beirut ya cayó siete veces, y siempre consiguió levantarse. Yolanda dice que los bombardeos de estos días son ya la novena vez que la ciudad cae (la explosión del Puerto fue la octava), pero espera que se levante de nuevo.

La propia Yolanda grabó este vídeo en el Templo de Baco, en las ruinas de Baalbek. Esta es una de las zonas más castigadas por los bombardeos de Israel. Ya en abril, durante el concierto que ofrecieron en el histórico hotel Palmyra, de 150 años de historia, en frente de las ruinas, se produjo un bombardeo en la zona.

En muy pocos días, ya se están viendo cifras terribles de muertos, heridos y desplazados. «Imagina el dolor de las familias que se tienen que marchar y los abuelos han vivido ya dos guerras o tres y no están dispuestos a irse. Una amiga me dice que hay que tener confianza en el Líbano, porque al final siempre sale adelante y yo le digo que en el Líbano tengo confianza, en quien no la tengo es en los sionistas», relata.

Y esto se produce en un país que «está en el origen de nuestra cultura». Las leyendas griegas incluso cuentan cómo el alfabeto salió de allí y acabó llegando hasta nosotros, aunque fuera con varias modificaciones. Cuenta Yolanda que Líbano es un país con una tremenda riqueza arqueológica y literaria, y también con una variedad botánica impresionante, con árboles milenarios como los cedros, que son el símbolo del país, que aparece incluso en su bandera.

No pudo evitar sorprenderse al llegar allí y ver que había 40 universidades, cuando Líbano es un Estado que tiene prácticamente el mismo tamaño que Asturias. Destaca también que la mayoría de la población habla tres idiomas, siendo el árabe y el inglés los principales, pero también hay mucho interés por el español.

Por eso aumenta su dolor cuando ve el silencio internacional que se está produciendo ante esta masacre que no parece reducirse, sino todo lo contrario. «El silencio mata lo mismo que las bombas», sentencia. Y eso le lleva a reclamar que cada persona trate de disfrutar «de lo bonito de la cultura» y que no guarde silencio ante lo que está pasando, porque se están violando toda clase de resoluciones que hablan de derechos humanos. «Se está desvirtuando el valor de los hechos» y se está abocando a demasiados lugares y personas a la destrucción.