GeneraZión Valiente: choque generacional en un Palacio de Festivales millennial

Un grupo de jóvenes actores de Cantabria entre los 18 y los 24 años presentó en tres funciones a lo largo de dos estresantes días su debú escénico, antes llamado opera prima: ‘GeneraZión Valiente’. Llenaron la sala Pereda del Palacio de Festivales con 30 nano obras en 60 minutos. Velocidad media de 2 minutos por pieza. Generación Z o zoomers en el escenario, generaciones X – Y – Alfa y algún boomer entre el público. Choque entre generaciones.
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Esta historia de teatro a velocidades empezó cuando alguien inventó el Neofuturismo, un movimiento artístico que a finales del siglo XX gustaba de lo impactante. Acogido por autores británicos, peruanos y españoles, uno de ellos -Sergio Maggiolo- lo acercó a Santander, primero con actores adultos y ahora, temporada otoñal, dirigiendo a jóvenes valientes: “Somos un grupo de chavales con ganas de contar nuestras experiencias, los problemas de gente de nuestra edad”. Ellos son, por orden alfabético instaurado por la generación grandiosa: Laura Bielsa, Laura González, Alejandra Mingo, Meriam Palomino, Pedro Torre, Carlota Trueba y Lucas Yurrita.

ACTO 2 (Adulto) – Sala Pereda Palacio de Festivales- 17 octubre, 19:30 horas

Día y hora del estreno oficial. Todo a la vista en el escenario, incluidos los primeros consejos del director a sus actores mientras estos bailan reguetón y trap latino (Bad Bunny, Don Patricio, Pitbull…). Suena la Nochentera y comienza el espectáculo: “Somos los que somos. Estamos donde estamos. Todo lo que hacemos y decimos será verdad. El tiempo es ahora”, reglas del neofuturismo. Anuncio del sistema de elección de 30 obras ordenadas en una hoja numerada y presentación del implacable temporizador de tiempo inverso que irá de 60 a 0 minutos. Con la palabra “Va” comenzará cada obrita y con la palabra “Telón” acabará: “No todas son graciosas, pero todas son buenas. Lo hacemos de verdad”.

Y empezó el desfile de cifras: 5 – 23 – 25 – 1 – 9 – 7 – 10… 5 era “Get ready with me mientras te cuento mi vida, 1 fue “Las Supernenas de la vida real”, 7 “Devuelvan el oro”. Diferencias de tiempos entre cada nano obra, estrés y tensión continua, 29 minutos y 57 segundos y vamos por la decimoquinta… Varias ideas me asaltan: 1- No hay quien disfrute de cada propuesta 2-Esto está lleno de contradicciones 3-Me suenan algunas piezas de otros espectáculos 4-Ser actor es un veloz sinvivir escénico. Faltando 2 minutos y 31 segundos terminan las 30 propuestas. Objetivo cumplido. Aplausos.

Sinopsis 1: Esto del neofuturismo aplicado al teatro no parece que funcione a celeridades. Mejor menos obras y más trabajadas actoralmente. Algunas son joyitas, otras prescindibles. Hay humor, pero pasa tan fugaz que no se aprecia. Muchos mensajes a favor de colectivos y causas personales y ambientales, imprescindibles… pero tan seguidos se pierden en el nanofuturo. Son unas y unos valientes.

ACTO 1 (Juvenil) – Sala Pereda Palacio de Festivales- 17 y 18 octubre, 10:00 horas

Juntar alumnos de doce institutos y colegios de Santander y Torrelavega entre los 14 y 17 años para una obra de la que tienen poca información y creen diferente es un riesgo. Fueron dos mañanas seguidas donde la algarabía y el griterío predominó, malas herramientas para disfrutar en una sala palaciega.

El esquema de las funciones fue parecido: intercambio de carreras y preguntas previas al público (inolvidable “¿Tienes novio?”), invitación a usar los móviles (esos que se aconsejan y están desterrados de las horas escolares de secundaria y bachillerato), más reguetón (“Una vaina loca”, ese ‘ejemplo’ de canción para describir una experiencia abrumadora y fuera de lo común) y mucho Justin Bieber, un millenial de la generación Y. Aplausos finales después de un desmadre colectivo general y centro a centro (se dice el pecado, pero no los grupos pecadores).

Sinopsis 2: Si el neofuturismo Z, juvenil y generacional, es una invitación al perpetuum mobile (esto queda muy boomer), los cardiólogos y médicos sin familia del futuro van a tener trabajo. Y una crítica demoledora de una clase que comentó lo visto y oído: “Lo que cuentan estos zoomers no nos representa. Son sus problemas, no los nuestros”. Y hay mucho de sinceridad de una generación Alfa que ya ve raro a la generación Z, más cuando escoge temas que preocupan a la generación X. Tempranos choques generacionales.

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