Cántabros en el nuevo Titanic: un viaje virtual al corazón del barco
Muchas exposiciones han estado detrás del recuerdo de lo que fue el hundimiento del Titanic, ese gran transatlántico que realizó su viaje inaugural -y único- entre el 12 de abril de 1912 y la noche del 14 al 15 de abril de 1912. Los relojes funcionaron: a las 23:40 del 14 fue el impacto contra un iceberg, 600 kilómetros al sur de Terranova, y a las 2:17 del 15 la rotura en dos partes y hundimiento. Catorce españoles murieron esa noche.
Ahora la productora internacional MAD ofrece en una amplia instalación de 2000 m2 y 1200 m2 de pantallas de realidad digital, una sala metaverso de 300 m2 y una sala de realidad virtual, la mayor y mejor inmersión en su historia (sí, se puede volver a hablar de inmersión). Puede verse este magno despliegue tecnológico y visual en la nave 16 (sí, nave) del Matadero Madrid (sí, matadero). Después viajará por otras ciudades europeas, americanas y japonesas.
Para este magno montaje sobre el Titanic recreado los nuevos viajeros y empleados fueron grabados en lugares diferentes: una reducida orquesta de cuatro músicos en Hungría, un capitán de barco holandés, unos pasajeros en España. Estos, una agrupación de recreaciones históricas mediterránea -Nautilus- y dos personas de recreaciones cantábricas del norte, fueron los encargados de dar vida a los ascensores. Dieciocho personas subiendo y bajando por los elevadores de lujo ataviados con vestuario de la época.
Mª José Vega y Julián Rodríguez, flamantes aventureros santanderinos de esta travesía, nos cuentan que “fueron cuatro horas de grabación en un espacio delimitado que luego iba a ser un ascensor con sus subidas y bajadas”. Fueron horas ajetreadas, pero divertidas: “En 8 m2 sobre un croma verde teníamos que improvisar charlas, risas, lucir los trajes, joyas, sombreros y todo de cara a unas cámaras y tres operadores semiocultos. Parecíamos actores”. Mª José apunta: “No pararon de grabarnos: de dos en dos, cambiando parejas, agrupando a los hombres por un lado, a las mujeres por otro. No cabíamos más de cuatro en cada escena de unos ascensores que había que imaginar. Nos lo hicieron cómodo; fueron muy agradables los técnicos en un día inolvidable”.
La semana pasada la producción de “La leyenda del Titanic” volvió a invitar a los ‘ascensoristas’ a pasear y ver la exposición, siendo protagonistas inesperados de decenas de cámaras y reportajes televisivos. Aprovechando la ocasión, y viendo el éxito nacional e internacional del montaje, grabaron nuevas escenas para mejorar en el futuro las giras mundiales. Mª José nos cuenta el otro ocupado día de inesperado trabajo: “Nos convocaron en la salida del metro de Legazpi donde nos esperaban decenas de cámaras. Uno de los periodistas presente nos dijo que estaba viendo de nuevo zarpar a los pasajeros de primera clase del Titanic”. Fue un paseo que continuó en la exposición con la sorpresa añadida de nuevas ensayos y tomas. “Nos hicieron escenificar un baile, subir y bajar por la escalinata principal, vestirnos de gala, despedirnos con la mano… Un entretenido ajetreo que nos ocupó casi todo el día. Todavía no sabemos dónde utilizaran tanta grabación, pero mereció la pena. Nos volvieron a tratar de maravilla”. Nuestra pareja de Cantabria volvió feliz.
‘El Faradio’ aprovechó la ocasión para intentar desvelar secretos del Titanic. César Cámara, miembro de la productora, nos explicó que la orquesta tocó al menos cinco canciones mientras el barco se hundía y que probablemente no fue la conocida «Nearer, My God, to Thee» (Cerca, mi Dios, a Ti), sino «Songe d’Automne» (Sueño de Otoño) la despedida de los ocho músicos que perecieron todos en el hundimiento. Puede oírse y verse en la exposición.
Músicos, máquinas, objetos originales, diferentes estancias del interior y el exterior, la vida y sueños de los pasajeros, una visión del barco hundido sobre el lecho marino, el Titanic reconstruido y deconstruido. Una gran exposición en la que no hay que perderse el movimiento casi continuo de los centenarios ascensores. Tienen un toque cántabro.