Nueve lecciones de los nueve de Peña Herbosa (la sexta ayudó, la novena es clave)

El encierro de los representantes de profesores y maestros muta a encierros en centros educativos y activa una marea verde que ha conectado con la reivindicación de la calidad en la enseñanza.
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Este lunes, los nueve de Peña Herbosa habrán descansado ya, a diferencia de los últimos diez días, en una cama; desayunado en una cocina y se habrán duchado en su propio baño, y durante el día y habrán podido retomar el resto de sus obligaciones o, simplemente, desplazarse a donde quieran, o, si se recrean en su casa, algo tan loco como mirar por la ventana, cosas a las que habían renunciado estos días como medida reivindicativa ante las formas negociadoras de la puesta al día de sus salarios tras algo inédito en cualquier otro sector, 16 años congelados.

Cuando salieron, anoche, y entre abrazos, reencuentros, aplausos y alguna lágrima, lo dijeron bien claro: esto no ha acabado, ahora empieza otra fase, porque (no dejan de ser docentes), estos diez días han sido un curso intensivo en el que dejan algunas lecciones para cualquiera que esté en una lucha

1. Es importante tener un poso previo organizativo: una estructura de funcionamiento, capacidad de ir armando relevos, tener gente con experiencia en negociar, en comunicar dentro y fuera… ayuda a que los procesos sean más fluidos.

2. Hay que saber reconocer el momento de ponerse firme. En su caso, la enésima negociación en la que no recibieron una propuesta concreta tras meses de reuniones (algo imposible en las relaciones laborales habituales, excepción hecho de la patronal del metal, claro). A veces hacerlo antes es pasarse de frenada; otras, hacerlo después pierde efecto.

3. Identificar la decisión contundente, en este caso, un encierro en la sede del Gobierno de Cantabria, que sirva para transmitir un “hasta aquí”.

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4. Y, lo más difícil: mantenerla, que ha implicado eso que se dice de poner el cuerpo y someterlo a incomodidades y privaciones que difícilmente aguantaría un día quien haya coqueteado con los argumentarios clásicos antisindicales, en esta ocasión, más frívolos y alejados de la realidad que nunca.

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5. La unidad de acción: el encierro lo han protagonizado los miembros de la Junta de Personal Docente, formada por distintos sindicatos (ANPE, STEC, CC.OO., UGT y TU). Cada una viene marcada por distintas sensibilidades, legados, trayectorias, maletas y formas de trabajar. Y no todas las decisiones habrán sido compartidas, pero el fondo de la reivindicación y el elemento principal les ha mantenido unidos.

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6. Hace falta la ‘ayuda’ de la otra parte en la negociación. Las constantes maniobras dilatorias, tal vez la minusvaloración del cansancio del colectivo, el intento de abrir brecha entre profesores y sindicatos –un caso de evasión de la realidad que obvia que unos han sido elegidos por los otros, y que el objetivo por el que trabajaban unos era para el conjunto de la profesión- y, finalmente la tribuna del periódico se convirtieron en los mejores convocantes de la multitudinaria movilización del miércoles en el Río de la Pila y de la inminente aparición de la marea verde cántabra.

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7. Hay que contarlo (la medida, la reivindicación que la provoca, quién la hace y para quien), y hacerlo por tierra, mar y aire. Están bien las redes internas de comunicación, están bien las redes sociales, están bien los contactos personales y están bien, claro, los medios de comunicación, los grandes y los pequeños, los de aquí y los de fuera (a los que es más fácil llegar que hace años y en los que también hay diversidad). Es una sociedad diversa y las cosas llegan a la gente de forma muy diversa.

En esto de comunicar han sido importantes también los símbolos: el lazo verde o las luces de los móviles (la forma que encontraron los de dentro de responder a los de fuera cuando estaban a unos metros de distancia y apenas podían verse).

Y lo son, también, las emociones: ya tenían interiorizadas sensaciones de cansancio, poco reconocimiento o incluso minusvaloración en comparación con otros colectivos que sí habían sido reconocidos. Fueron el ninguneo, visto como un desprecio, y el orgullo por el sacrificio que hacían sus representantes el que ha transformado sus sentimientos en una causa.

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8. Saber alimentar el proceso: si el encierro fue una historia (un relato, que se diría ahora), ha tenido sus episodios y evoluciones. Los lazos verdes, los encierros docentes, la concentración improvisada del domingo, el esfuerzo mediático, la movilización del miércoles., y la fase que empieza ahora, los encierros en los centros, a partir de la semana que viene, del martes 3. Y eso implica, sí, saber parar con una medida que preocupaba, por su dureza personal a los que más les querían y que no era el objetivo en sí mismo, y que nos lleva directos al

PUNTO NUEVE: La implicación de la comunidad. Detrás de los encerrados estaban, evidentemente, sus organizaciones sindicales, y, en consecuencia, los maestros y profesores que les habían elegido. También, se ha evidenciado, la inmensa mayoría de la comunidad docente, y otros ámbitos de la vida que conocen la complejidad creciente de su trabajo, los problemas para ejercerlo durante la pandemia… Desde otros sindicatos a otras organizaciones sociales, pero, sobre todo, gente del día a día, como las familias con las que comparten semana tras semana. Eso ha sido, con la inestimable ayuda de la otra parte de la negociación, lo que hizo posible que hace diez días entraran nueve y anoche salieran nueve mil.

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